Miguel Ángel Aguilar (Madrid, 1943) sigue defendiendo la "petaquilla" en las redacciones. Vivió en primera persona la "ley seca" en los periódicos. Aquello, a su juicio, "fue terrible" y restó virtudes a los notarios de la urgencia. Algunos de los mejores profesionales que ha conocido "eran más inteligentes" gracias a ese carajillo a media tarde. Le han llamado "borracho", pero no le importa. Afila las palabras consciente de que el público responde.

Aguilar es uno de los testigos más cualificados de la reciente historia de España. Empezó en los sesenta en el diario Madrid, que Franco cerró por incómodo. Y siguió en casi todas las cabeceras que ha conocido la democracia. En las horas crepusculares de su carrera, narra los detalles de lo vivido en Silla de pista (Planeta, 2018). A pecho descubierto, con nombres propios.

Recibe a media mañana en su despacho a orillas del Congreso. Analiza con conocimiento de causa. Hubo días en los que cenaba con los presidentes. Por eso retrata al gobernante en zapatillas y sorprende con una declaración políticamente incorrecta: "Para muchos, la Moncloa es heroína en vena, pero la vida de quienes se dedican a la cosa pública es atroz, como para apiadarse de ellos".

Hablando sobre España con Miguel Ángel Aguilar Carmen Suárez

Cuando Aguilar fue del Opus, su padre le decía: "En la Obra todos son ministros y banqueros, pero por ti sólo viene a preguntar la Guardia Civil". Vio los últimos fusilamientos de Franco. Conoció los estertores de la dictadura, el nacimiento de la democracia y las grietas de la monarquía parlamentaria. Igual que decía José Martí de Estados Unidos, Aguilar -que cruza las piernas y se despacha sin apenas filtro- podría afirmar de todas las épocas: "Conozco al monstruo porque he vivido en sus entrañas". Eso sí, la libertad frena cuando se le pregunta por Juan Carlos I: "No me arrancarás una palabra mala".  

En su libro habla del “tuteo degenerativo”. Haremos la entrevista “de usted”.

Muy bien.

Dice que la ley seca en las redacciones disparó el alcoholismo entre los periodistas.

En las redacciones existían ciertos hábitos, entre ellos el de llevar una petaquilla forrada en cuero llena de whisky, ron o ginebra. Se le decía a algún becario: “Oye, chaval, tráeme una tónica o una coca-cola”, y se enriquecía esa bebida inocua con un chorrito de la petaca. 

Los becarios no ponían cafés, sino cubatas.

Sí. A lo largo de una jornada de diez horas, el periodista se había bebido su petaca. La ingesta era con lentitud, sin apresuramiento. En un momento dado se prohibió el alcohol en las redacciones, tanto el de sus cafeterías como el traído de casa. Fue muy duro. Eso disparó el alcoholismo. Los periodistas bajaban a los bares de alrededor. Como no podían hacerlo cada dos horas, en lugar de una copa se bebían tres en cuarenta minutos.

Todo poder es evangélico y quiere difundir su buena nueva. Por eso, cuando se establece, lo primero que hace es crear una oficina de prensa

En el texto, usted va más allá. Asegura que el alcohol favorece el atrevimiento del periodista y alivia la tentación de la autocensura.

Estoy totalmente convencido de eso. A muchos de los mejores periodistas que he conocido les ayudaba el alcohol, les hacía más inteligentes. A algunos les atocinaba y les entorpecía, pero a otros les aportaba lucidez. También atrevimiento. En la guerra, cuando había que sacar a los muchachos de la trinchera, se repartía el coñac “saltaparapetos”. Se distribuía en una dosis generosa y se iba hacia delante. Con el periodismo pasa igual.

Entonces, cree que el periodismo es mucho peor sin el alcohol.

Habrá que preguntárselo al público. Yo creo en las virtudes del alcohol. No sé si alguien me ha considerado alcohólico alguna vez… Permite socializar, la convivencia, rompe fuertes barreras de inhibición... En momentos de peligro, un poquito de alcohol ayuda.

En las redes sociales le han llamado “borracho”.

Cuando se dice algo, hay que aceptar que el público reaccione. Uno debe estar preparado. El libro está escrito desde mi percepción personal. Las redes dicen… Me parece muy bien. No estoy en Facebook ni en Twitter. No tengo teléfono móvil y no lo echo de menos.

Aguilar atiende una llamada en su despacho. Carmen Suárez

¿Se escribía con más libertad en la Transición que ahora?

Una cosa son los obstáculos a las libertades y otra la actitud del periodista ante esos obstáculos. Creo que ahora no hay más dificultades que antes. La libertad de expresión no se consigue de una vez para siempre. Está sometida a todos los agentes imaginables de la erosión. El poder siempre ha querido cercenarla. No sólo el político, también el deportivo, el sindical o el religioso. Todo poder es evangélico y quiere difundir su buena nueva. Por eso, cuando se establece, lo primero que hace es crear una oficina de prensa.

Y su balance es…

Hay de todo, tanto antes como ahora. Algunos periodistas respetan su deber y siguen hacia delante. Otros, muy cuitadiños y asustadizos, no quieren peligros. El ejercicio de la libertad siempre conlleva cierta inseguridad. No estoy en condiciones de dar una respuesta concreta. Sería injusto por mi parte. En ambas épocas ha habido gente que no quería meterle la mano en la boca al león de Fuengirola.

En una redacción de las de antes, las polémicas más encendidas versaban sobre temas lingüísticos, vocablos, giros sintácticos... Eso ya no ocurre

Y literariamente, ¿qué periódicos le gustan más? ¿Pretéritos o presentes?

En los periódicos siempre han colaborado las grandes plumas de la literatura, pero creo que ha desaparecido la pasión por la lengua. En una redacción de las de antes, las polémicas más encendidas versaban sobre temas lingüísticos, vocablos, giros sintácticos… La gente lo vivía con pasión. Hace tiempo que no estoy en las redacciones, pero me da la sensación de que eso ya no ocurre.

Se lo preguntaba porque parece que Juan Luis Cebrián aspira a dirigir la RAE. Usted le conoce bien. ¿Le parece un buen candidato?

No he sido un devoto de la literatura de Cebrián. Habrá que ver qué opinan los académicos.

¿Y usted qué opina?

No tengo criterio al respecto. La Academia es un lugar de sabiduría y representación. Se fueron instalando algunas tradiciones: gente del mundo militar, eclesiásticos…

Si Miguel Ángel Aguilar fuera académico, ¿votaría “sí” o “no”?

¿Me ve cara de académico?

Usted presume de hablar en libertad. 

Para dirigir la RAE hay que desearlo. Rafael Sánchez Ferlosio nunca ha querido siquiera ser académico. Se lo han ofrecido de cuarenta maneras distintas. En la Real Academia acaba de ocurrir algo sorprendente: su actual director, Darío Villanueva, ha declarado que no quiere repetir en el puesto. La última vez que hablé con él fue en el Palacio del Pardo, cuando vino el presidente de Portugal. Me dijo que la Academia está arruinada y que los benefactores se han ido retirando. Desde el punto de vista económico, la RAE debe de estar desesperada. ¿Quieren un gestor capaz de atraer recursos? ¿Para eso se ofrece Cebrián? No tengo ni idea, de verdad, no sé cómo está el tema.

Cuenta que en los corrillos tras el Consejo Editorial de 'El País', en los ochenta, sólo se hablaba de divorcios porque casi todos sus miembros se separaban. Usted llegó a ofrecer una ruptura simulada a su mujer para no quedarse marginado. ¿El periodismo es incompatible con el matrimonio?

No, pero desde luego no es lo más aconsejable. Mi mujer era periodista, mucho mejor que yo –Juby Bustamante falleció en 2014–. Siempre llegó antes a los sitios donde yo recalé después y siempre llegué para perjudicarla, le compliqué la vida. El periodismo no es lo más adecuado para la placidez de la pareja. Eso sí, convivir con un periodista no da lugar al aburrimiento. 

Hace muchos años, usted y un grupo de colegas crearon el premio al “tonto contemporáneo”. ¿A quién se lo daría hoy?

Habría que dárselo a alguien del Gobierno. Realmente, hay muchos aspirantes.

¿Quiénes son?

No, no. No se debe ofender a quien no se puede defender. Muchos se lo tomarían mal. En otra época, lo aceptaban bien.

Nadie resistiría que se publicaran sus conversaciones privadas, pero en aquel restaurante [con Dolores Delgado] había una familiaridad impropia

¿No me dice ninguno? ¿La libertad tiene un límite?

Claro.

¿Ni siquiera un nominado?

No, no.

Todo el que ha estado cerca del poder ha comido con Villarejo. ¿Usted también?

No, y seguramente eso diga en mi contra.

Aguilar, con la colección archivada del diario Madrid detrás. Carmen Suárez

¿Debería dimitir la ministra de Justicia?

Sí, la situación en la que queda es difícil. La oposición ha mordido la presa y no la va a soltar. Resistirse es apostar por algo que será insostenible. Acabarán llevándosela por delante.

Dolores Delgado se ha dicho víctima de la derecha. ¿Es la vuelta al dóberman que utilizó el PSOE en aquel spot electoral contra el PP?

Ella ha sido víctima de sí misma. Hay que tener contacto con los atracadores. La Policía no avanzaría si sólo tratara con los hermanos de San Juan de Dios. Los periodistas tampoco. Debemos pisar el barro para aflorar lo que allí ocurre. Pero aquello de la marisquería da una sensación de francachela. Nadie resistiría que se publicaran sus conversaciones privadas, pero dicho esto, en aquel restaurante me parece que había una familiaridad completamente impropia. 

PSOE y Podemos intentan situar a PP y Ciudadanos cada vez más a la derecha, igual que los separatistas catalanes.

Hay dos maneras de acercarse a la política. El Gobierno siempre tiene responsabilidad en la clase de oposición que enfrenta. El presidente es capaz de inducir una oposición civilizada o una que se eche al monte. Aznar se esforzó para convertir a Zapatero en un líder pancartista y extremado. Estuvo a punto de conseguirlo. Cuando llegó Zapatero, deseó un PP muy a la derecha. Ninguna de estas cosas hizo Adolfo Suárez. Trabajó para pelear con un PSOE moderado y capaz de gobernar. Por eso, cuando Felipe perdió el Congreso, él siguió dedicándole todo su contacto y su cercanía hasta que recuperó el control del partido.

¿Y Pedro Sánchez?

En su esquema, le conviene una oposición extrema, pero eso a la larga perjudicaría a España.

¿Usted considera extrema derecha a PP y Cs?

No.

¿Dónde queda Vox?

No los he seguido mucho. He conocido a algunos de sus afiliados, que se descubren públicamente. No es la primera vez que aparece un grupo así. Creo que están en la línea de la extrema derecha, pero no lo sé. He oído que uno va con una pistola, otro que sale con la bandera… Están en el cultivo de la exacerbación. Consideran que ahí existe una salida. No es la primera vez, véase Fuerza Nueva, Ruiz Mateos… Espero que este intento también fracase. Una de las cosas positivas del PP era su capacidad para articular toda la derecha.

¿Vox puede robar votos a Rivera y Casado?

Yo no lo sé, pero ellos lo creen y eso es lo peligroso. Que Rivera y Casado se anticipen al miedo que les crea la posible pérdida de votos podría empujarles a actuar igual que Vox. Ese sería el mayor de los desastres.

Aguilar, durante la entrevista. Carmen Suárez

¿Ha hojeado la tesis de Sánchez?

No he tenido la menor curiosidad.

¿Se fía de él?

Ha dado explicaciones en términos defensivos. No he visto la tesis. Lo de la universidad se ha pervertido. Han aparecido muchísimos doctores. A mí personalmente me ofrecieron dos cosas. Una, cuando se creó la facultad de Ciencias de la Información: “Presenta unos papeles y te damos el título de licenciado”. Yo era graduado en Periodismo, pero no licenciado. Lo rechacé, pero conozco muchos que aceptaron esa chapuza. Luego, algunos amigos de la Facultad me dijeron: “Oye, como eres licenciado en Físicas, traslada el expediente y te hacemos doctor en seis meses”. Tampoco quise. Siempre hay un perverso a tu lado que te dice: “¿Cómo no eres doctor?”. 

Sánchez habla inglés, le gusta la política internacional y ha superado el radio de acción de muchos políticos que se sienten incómodos cuando salen de Béjar

Deme una opinión global de Sánchez.

Creo que está intentando muchas cosas, me encantaría que le salieran bien. No participo del afán cainita de tirar al que sube. Sánchez ha demostrado ambición y tenacidad. Habla inglés, le gusta la política internacional y ha superado el radio de acción de muchos políticos españoles, que se sienten incómodos cuando salen de Béjar. A Sánchez le gusta figurar, el álbum de fotos, el Elíseo… Alguna compensación tiene que tener. La vida de los políticos es atroz, como para apiadarse de ellos. A algunos les entusiasma y consideran la Moncloa heroína en vena. Nadie llega allí conducido por la Guardia Civil.

Aunque algunos salgan de allí así.

Eso es verdad –se ríe–.

Los Presupuestos negociados con Podemos, ¿le asustan o le reconfortan? 

Tengo que verlos con detalle. Pablo Iglesias ha tenido un interés inmenso en la foto, creo que ha discutido más eso que los Presupuestos. Él quiere lograr ese efecto plástico para aparentar que gobierna con el PSOE.

¿Y no lo hace?

Creo que no. A lo mejor el tiempo demuestra que sí. El problema de aumentar el gasto son los ingresos. Gastar es una maravilla, pero ¿de dónde sale el dinero?

De una subida impositiva.

Los ricos se van si les suben los impuestos. Una vez escuché a un presidente de una comunidad autónoma: “Hay que crear un hábitat para los ricos. No gastan en transporte ni en sanidad. No nos cuestan dinero, pero nos dan empleo”. El problema es que ese clima propicio suele acabar en el abuso. Lo dicho: tengo que analizar los Presupuestos con detalle. De todos modos, hay que hacer pedagogía. Parece que pagar impuestos es malo. Más vale vivir en un país con cierta redistribución de la riqueza que lo contrario.

¿Sánchez debe convocar elecciones?

Él quiere acabar la legislatura. Quienes le piden lo contrario lo dicen con la boca pequeña. El PP no se ha recuperado y Rivera no está en su mejor momento. Iglesias, después de avecindarse en el chalé, tampoco. A nadie le conviene la inmediatez. De la suma de todas estas inconveniencias quizá llegue una prórroga. Pero ese castillo se puede venir abajo con algo relacionado con Cataluña.

Hace un tiempo, usted reventó un directo de TV3. ¿Ha cambiado su percepción de la televisión pública catalana?

Eso sucedió en el Congreso. Estábamos en el pasillo. Algunos periodistas le preguntaban a un político catalán. Intervine en esa melé y parece ser que era un directo. No fue intencionado. Tengo mala impresión de TV3. Me cuentan que es muy sectaria, activista y virulenta. Los medios de comunicación son como la energía nuclear: pueden tener uso medicinal o letal. Pueden promover la concordia y el entendimiento o difundir el encabronamiento. Esa segunda dimensión siempre aparece antes de que el conflicto tome caracteres más violentos. Los medios deben hacer un ejercicio de autoexamen y renunciar a ser un sistema de encabronamiento colectivo.

¿Le gustó la entrevista de RTVE a Junqueras en la cárcel?

No me parece mal. Si se trata de no hacer el idiota y al mismo tiempo demostrar que el sectarismo se ha abandonado, no le viene mal a la cadena. Cuando se habla de la televisión pública en otros países, se alude a la BBC. Allí protesta el Gobierno, no la oposición. ¿Cree que en España se puede llegar a algo así? Que Televisión Española y TV3 dejen de ser el servicio doméstico del Gobierno de turno sería un gran avance.

Los políticos siempre saben cómo titular un periódico y los periodistas siempre sabemos cómo debe actuar el Gobierno

Junqueras está recibiendo muchas visitas y muchas entrevistas. ¿Eso puede acabar convirtiéndole en 'preso político' a ojos de la opinión pública?

No tengo ni idea de cuál es su régimen de visitas, pero a mí me gustaría ir a verle, no para manifestarle adhesión, desde luego. Me gustaría contarle mi película y que él me contara la suya. La última vez que hablé con Junqueras fue en el Parlament, el día de la declaración de independencia. Le dije que Puigdemont había estado magnífico en las réplicas a la oposición. Fue con ironía porque, claro, los independentistas levantaron la sesión y no hubo oportunidad de réplica. Se lo comenté con ironía y eso le tambaleó.

¿Junqueras es un político preso o un preso político?

Un político preso. No puede ser que se instale la impunidad. Las cosas tienen consecuencias, la realidad pesa, no podemos abolir la gravitación universal. Eso sólo existe en los laboratorios de la Nasa. Tuvimos golpe el 23 de febrero de 1981 porque las intentonas previas se saldaron con condenas ridículas. El presidente del Consejo Militar dijo sobre la operación Galaxia: “Son charlas de café”. Si el golpe en Cataluña no trae consecuencias penales, habrá otro mucho más grave.

¿Aplicaría ya el 155?

Los políticos siempre saben cómo titular un periódico y los periodistas siempre sabemos cómo debe actuar el Gobierno. Creo que hay que desactivar el cainismo. Hay que premiar la lealtad y penalizar la deslealtad.

Aguilar dirigió Diario 16 a finales de los setenta. Carmen Suárez

Conoció el Partido Comunista legalizado con el 'Sábado Santo rojo' y el nacimiento de Podemos, que ahora cuenta con 71 escaños. ¿Tienen algo que ver una y otra formación?

El Partido Comunista de Carrillo venía de la derrota de la Guerra Civil. No se liberaron de esa experiencia en cuarenta años de franquismo. Vertebraron la resistencia más seria a la dictadura. En los sesenta fusilaron a Grimau. Broma ninguna. Una última cuestión compartida por el PC y el resto de partidos de la oposición fue: “Nunca más una guerra”.

Podemos es mucho más light. No puede separarse del 15-M. Yo, como tengo el despacho al lado, iba todas las tardes a pasar un rato a Sol. Esta gente del 15-M y Podemos no tiene especial aprecio a las libertades porque nunca han carecido de ellas. Creen que son irreversibles, y no es así. No obstante, Iglesias ha logrado algo importante: llevar el 15-M a las urnas.

Conoció muy de cerca a Adolfo Suárez. ¿Le parecen exagerados los paralelismos con Albert Rivera?

Mejor nos iría si el paralelismo fuera más grande. Una de las cosas que más reconozco a Suárez es la idea que comentaba antes: trabajó para que la oposición y el Gobierno se alinearan en torno a unos valores básicos. Él quiso un PSOE moderado y una derecha moderada, que la confrontación se diera en el centro. Me temo que Ciudadanos a veces antepone el “nosotros” al país. El planteamiento de Suárez estuvo en el principio de Rivera, aunque ahora lo ha perdido un poco.

Fusilar es la brutalidad en estado puro. Franco inició su carrera fusilando a un legionario y la terminó fusilando

¿Qué piensa cuando escucha decir a Rivera que algún día gobernará España?

Parece que lo de gobernar España hay que decirlo desde pequeñito, como si Suárez lo hubiera dicho con ocho años.

¿Valls puede ser un buen alcalde para Barcelona?

Sería un alcalde fantástico y el comienzo de una recuperación de valores más allá de Barcelona.

Está a punto de cumplirse el 40º aniversario de la Constitución. En su libro, escribe: “Se ha hablado mucho de la Transición como pacto tenebroso. En absoluto es verdad. No fue la suma de todos los miedos, sino de todos los atrevimientos”. ¿Dejaría la Carta Magna tal cual está?

Existe una obsesión por la reforma, yo no me voy a oponer a ella, pero no me gustaría una chapuza. Muchas de las cosas que queremos hacer se pueden llevar a cabo con la actual Constitución en la mano. Para cada caso que afrontamos tenemos la tentación de promulgar una ley. Eso es una barbaridad.

Compartió mucho tiempo con el Rey emérito. ¿Le sorprenden los delitos que le atribuye Corinna en las cintas publicadas por este diario?

¿Sabe qué me pasa con el Rey emérito? No olvido los servicios que prestó. Eso no caduca. Don Juan Carlos fue pieza clave, por ejemplo, en la democratización de las Fuerzas Armadas. 

¿Y eso le otorga impunidad?

No, no. Yo no he tratado a Corinna. Durante el 23-F, desde la oposición hasta el Rey, mucha gente, tuvo la sensación de que se podía ir al exilio. Aquello sacó algo malo: “Vamos a precavernos, vamos a hacernos una fortunita por si acaso”. ¿Que el Rey se ha equivocado? Se habrá equivocado. ¿Ha delinquido? No lo sé, que lo diga un juez.

¿Juan Carlos I se hizo su particular “fortunita”?

La monarquía española era pobre de solemnidad. Sobre todo en comparación con la de Inglaterra o los Países Bajos. Fundamentalmente debido a sus discontinuidades.

Y ahora es rica.

No, no es rica.

Mucho más que la media.

Los reyes tienen más dinero que Pablo Manuel Iglesias, pero no son ricos. No me vas a arrancar una palabra mala de Don Juan Carlos. 

Ya veo. ¿Se mira distinta la Memoria Histórica cuando se ha visto fusilar? En su libro relata las últimas ejecuciones del franquismo, en septiembre de 1975.

Sí. Es una de esas cosas que me siguen emocionando. Fusilar es la brutalidad en estado puro. Franco inició su carrera fusilando a un legionario y la terminó fusilando. La dictadura fue perdiendo color, la camisa azul acabó siendo blanca, pero cuando consideró que se le escapaba el poder de las manos volvió a fusilar. Grimau, Puig Antich, los cinco últimos que usted menciona… Fue terrible.

¿Qué haría con los restos de Franco?

Los llevaría a Mingorrubio, con su viuda. Y si no, a Ferrol. Lo de La Almudena es injusto. La catedral no se terminó en cuarenta años de franquismo. Las obras concluyeron durante el Gobierno de Felipe González.