La industria de la construcción está viviendo una auténtica revolución en España y en todo el mundo gracias a la aparición de nuevos materiales más ligeros, sostenibles y resistentes, como uno hecho de lino que se pone fácil, otro que lucha contra el calor extremo o uno nuevo que jubilará al hormigón al aislar más para ahorrar en calefacción.
Agrocrete es un nuevo ladrillo de biohormigón fabricado por la empresa india GreenJams que reduce hasta un 50% los costes de construcción, almacena 15 kilogramos de CO2 (dióxido de carbono) por metro cuadrado y que aísla hasta 3,5 veces más que el hormigón tradicional.
Un bloque que cambiará la industria al ser un material carbono-negativo, asequible, con un alto poder de aislamiento térmico, que reduce las emisiones de carbono y que está fabricado a partir de residuos agrícolas y subproductos industriales, por lo que también es ecológico.
Un mayor aislamiento
GreenJams define Agrocrete en su web como un bloque de construcción con huella de carbono negativa —elimina más CO2 de la atmósfera del que emite durante su ciclo de vida— que es más resistente, ligero, fresco y duradero que los ladrillos convencionales, a la vez que reduce el impacto ambiental.
Una de las claves de este ladrillo es que está hecho con residuos agrícolas e industriales, es decir, con materiales que normalmente se desperdiciarían o, incluso, se quemarían; lo que contribuye a reducir la contaminación del aire por quema de rastrojos, que es un grave problema en regiones rurales.
Así es el bloque de biohormigón Agrocrete.
El corazón del proceso es BINDR. Se trata de una familia patentada de aglutinantes activados alcalinamente, elaborados a partir de residuos industriales procedentes de sectores como el energético, el siderúrgico o el papelero.
Un sustituto del cemento Portland que elimina las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la construcción y que captura y fija de forma permanente carbono biogénico dentro de la estructura de los bloques.
Según GreenJams, su ladrillo es capaz de eliminar aproximadamente 2 toneladas de dióxido de carbono, previene la quema de rastrojos y mejora el aislamiento de los edificios. Además, cada metro cuadrado de muro construido con Agrocrete secuestra 15 kg de CO2.
Por lo que evita la emisión de aproximadamente 40 kilogramos de dióxido de carbono. Otra de las claves de Agrocrete es que aísla mejor que el hormigón tradicional. Según la empresa, mejora el aislamiento térmico hasta 3,5 veces, reduciendo así tanto el uso de la calefacción como del aire acondicionado.
Un obrero colocando el biohormigón Agrocrete. GreenJams
Agrocrete, por tanto, permite ahorrar en las facturas energéticas. Este ladrillo también es un 40% más ligero que el hormigón tradicional, tiene un 1% menos de rotura, una resistencia a la compresión superior a 10 MPa, una absorción de agua de solo 10–12%, por lo que es resistente a la lluvia y a la humedad, y ofrece una instalación más rápida.
La compañía indica que su ladrillo "es resistente a las termitas y está probado contra incendios", funcionando "de forma fiable en entornos tropicales, costeros y de altas temperaturas, lo que lo hace ideal para edificios duraderos y de bajo mantenimiento".
Uno de los principales atractivos de este ladrillo es que reduce el uso de cemento y arena hasta en un 50%, lo que disminuye los costes de producción, por lo que tiene un importante impacto económico.
La compañía asegura que sus bloques son más grandes y ligeros, características que aceleran el trabajo de la albañilería en un 250%. Además, requieren un 60% menos de mortero, y al ser mejores aislantes, disminuyen el gasto energético a lo largo del tiempo.
El ladrillo de biohormigón Agrocrete.
Tarun Jami, fundador de GreenJams, afirma haber construido un edificio de 102 m² con Agrocrete por 195.000 rupias, unos 2.200 euros al cambio; que es menos de la mitad de lo que habría costado usando materiales tradicionales. También señala que esta construcción capturó más de 3 toneladas de CO2.
Una variedad de usos
GreenJams indica que su ladrillo Agrocrete es adecuado para diferentes proyectos: desde residencias hasta centros comerciales, industrias y hoteles. De hecho, la compañía apunta que su bloque ya se ha usado con éxito en viviendas, oficinas, fábricas y edificios comunitarios en diversos climas de la India.
Unos obreros colocando el biohormigón Agrocrete.
Asimismo, la compañía explica que Agrocrete funciona a la perfección con herramientas, yesos y métodos de albañilería estándar, por lo que el proceso de construcción no se modifica en ningún momento.
"Los albañiles se adaptan en 30 minutos, por lo que no requiere recapacitación, interrupciones del flujo de trabajo ni costes adicionales de mano de obra", aclara GreenJams.
La propuesta incorpora, además, un importante enfoque social, ya que los agricultores que antes se deshacían de sus residuos mediante la quema ahora pueden comercializarlos como materias primas, obteniendo ingresos extra y convirtiéndose en agentes directos de la construcción de urbes más sostenibles.
Agrocrete cuenta, además, con un gran potencial, al fomentar economías circulares, dando valor al residuo y generando ingresos en regiones agrícolas. También mejora la eficiencia energética de las viviendas, acelera la transición hacia ciudades sostenibles con materiales accesibles y duraderos.
