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Si hay un país que ha abrazado la idea de los coches eléctricos, es China; mientras que en Europa los conductores aún no están del todo convencidos, en el país asiático se venden tan rápido que ha motivado que aparezcan nuevas marcas exclusivas de coches eléctricos como Xiaomi.

Sin embargo, China no es una utopía de coches eléctricos; la industria no es extraña a sufrir crisis de confianza entre los consumidores, como la que ocurrió a principios de año con el accidente viral de un Xiaomi SU7 que acabó con las vidas de todas las ocupantes.

El coche se estrelló contra una estructura de hormigón después de que el sistema de ayuda a la conducción se desactivase de manera repentina, provocando un gran incendio como resultado de daños en una de las baterías eléctricas.

Aquella tragedia puso en evidencia algunos de los problemas que la industria tal vez ha ignorado hasta ahora en aras de la rápida expansión del sector; la polémica obligó a una respuesta del gobierno chino, que ha sido dura y rápida.

En apenas unos meses, las autoridades han presentado nuevas reglas para los fabricantes de coches, que afectan tanto a los sistemas de ayuda a la conducción, como a los estándares de construcción de las baterías.

En ese contexto hay que comprender el último invento que se ha hecho viral en redes sociales chinas como Weibo, que parece nacer del pánico provocado por los incendios de coches eléctricos.

Una idea alocada

Sólo así se explica que los ingenieros detrás de este invento hayan decidido que la mejor manera de luchar contra los incendios de baterías eléctricas sea expulsarlas del coche, tirándolas a la carretera como si fuesen un cigarro usado.

El prototipo fue presentado a principios del mes de septiembre por el Chinese Vehicle Collision Repair Technical and Research Center junto con el grupo Joyson Electronics, y el vídeo de demostración se ha hecho viral en redes sociales, por todos los motivos equivocados.

Sistema de expulsión de batería de coche eléctrico

El sistema funciona de manera tan simple como parece. Cuando unos sensores internos detectan un posible evento térmico en la batería, como un posible incendio, automáticamente se activa un mecanismo de expulsión.

En ese instante, un generador de gas acciona el sistema de eyección y la batería es literalmente lanzada fuera del vehículo; la idea es que el incendio se produzca bien lejos de los ocupantes del vehículo.

Según sus creadores, el objetivo principal de este sistema es aumentar la seguridad de los ocupantes al alejar la fuente del incendio; la batería en cuestión termina a una distancia de entre 3 y 6 metros del vehículo.

El proceso dura menos de un segundo, y ha sido asemejado a un airbag por la velocidad y la inmediatez en la que se activa el sistema, en apenas un milisegundo, asegurando que los ocupantes no sufren por el incendio.

Pero la gran pregunta que todos los que han visto el sistema es obvia: ¿qué pasa con el resto de la gente?

Un invento nacido del pánico

Y es que a nadie se le escapa que, incluso si el sistema funciona perfectamente, el problema no ha sido realmente solucionado; sólo ha cambiado de sitio, y potencialmente, ahora afecta a más personas.

No es de extrañar que las primeras dudas que haya generado este invento tengan que ver con la seguridad del resto de coches en la carretera y de los peatones cercanos.

Si la batería que se está incendiando es lanzada a entre 3 y 6 metros del coche accidentado, eso significa que probablemente terminará en mitad de la carretera o incluso en una acera, dependiendo de dónde haya ocurrido el accidente.

El resultado es que la batería puede provocar un segundo accidente si golpea a otro coche, o peor aún, provocar la muerte de peatones que tengan la mala suerte de estar cerca del accidente.

Los inventores del sistema no parecen haber pensado en eso, o al menos, no han hecho públicas las posibles soluciones a este problema; como por ejemplo, el uso de sensores para detectar objetos y personas cercanas.

El sistema de expulsión de batería de coche eléctrico Omicrono

De hecho, esta presentación ha provocado tanta polémica y tantas críticas de los expertos, que todos los asociados se han desmarcado y han intentado alejarse lo máximo posible de sus creadores.

Aunque la demostración pública se realizó con un iCar 03T de la marca Chery, el fabricante chino se ha distanciado y ha aclarado públicamente que no está involucrado ni en la implementación ni en la comercialización del sistema, pidiendo "ser racionales", un mensaje que no está claro si está dirigido a los consumidores o a los inventores.

Por el momento, este no es más que un prototipo funcional que posiblemente terminará en el olvido como otra idea más nacida de un momento de pánico en el sector.