Los motores eléctricos siguen mejorando sus prestaciones, ofreciendo cada vez mayor potencia y menor consumo energético. También se adaptan a distintos tipos de vehículos, incluidas embarcaciones como las que a partir de primavera de 2023 correrán en las carreras de la E1 Series, la primera competición de lanchas eléctricas. Tras dos años de desarrollo, el primer prototipo ya está listo para surcar las aguas: se trata de Racebird, la primera hidroala eléctrica del mundo

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Todo surgió durante el confinamiento, cuando un viejo conocido de la política española, el empresario Alejandro Agag (yerno de José María Aznar), decidió ampliar su apuesta por los vehículos eléctricos de la Fórmula E a las lanchas ultrarrápidas. Para ello se alió con Rodi Basse, ingeniero aeroespacial que ha trabajado para la NASA, pero también para equipos de Fórmula 1 como McLaren o Ferrari. La idea es llevar las carreras de hidroalas a las vías fluviales urbanas más icónicas del mundo, como el puerto de Sídney o los canales de Venecia, donde 12 equipos competirán por ver quién es el más rápido.

Lo que les faltaba a los organizadores era lo más importante: tener listos los vehículos que participarían en estas carreras. Por lo que se ha podido ver en los últimos meses, ya los tienen casi a punto. El espectacular Racebird, diseñado por Racebird Technologies y Victory Marine, ya se ha podido ver en acción en el río Po y la pasada semana también en aguas de Mónaco.

Volar sobre el agua

Con la vista puesta en la primavera de 2023, cuando se inicie la competición, los ingenieros de E1 están probando la maniobrabilidad y los detalles que aún quedan por pulir y mejorar del Racebird.

Su peculiar aspecto, con las alas a cada lado del casco, es el que permite a estas embarcaciones elevarse cerca de un metro por encima de la superficie del agua cuando aceleran. Eso implica menos resistencia al agua y, por lo tanto, mayor velocidad, hasta llegar a los 50 nudos, el equivalente a 93 km/h. Todavía están muy lejos de los más de 250 km/h que alcanzan las lanchas de gasolina, pero es un primer paso muy prometedor. 

El barco de carreras Racebird de E1

Con un motor fueraborda totalmente eléctrico fabricado por los expertos en propulsión de Mercury Racing, el Racebird se apoya en la potencia que ofrece la batería Kreisel de 150 kW, que ofrece más de 40 minutos de autonomía e incorpora tecnologías de refrigeración por inmersión. Está pensada para que los vehículos realicen una carga rápida una vez por carrera, para ofrecer espectáculos de más de dos horas.

El casco es de fibra de carbono, lo que permite un menor peso (en torno a los 800 kg) y un mejor deslizamiento en el agua, mientras las alas (conocidas como foils) están fabricadas en aluminio. Las lanchas también cuentan con una cola de ala trasera extendida que alberga el motor. La cabina, diseñada para un único piloto, está totalmente cerrada para proteger a los encargados de conducir estos bólidos acuáticos.

El hidroala eléctrica Racebird en acción E1 Omicrono

Las pruebas que se están llevando a cabo ahora proseguirán durante varias semanas, para analizar la configuración óptima y el rendimiento de Racebird, pero también para probar cómo funcionan las hidroalas en diferentes condiciones y escenarios. Estos tests también están sirviendo para evaluar cómo debe ser el formato de las futuras regatas y su posible retransmisión televisiva.

Para ello realizarán distintas pruebas en línea recta, alguna tanda de clasificación y simulaciones de carrera, todo para poner a punto unas lanchas que pueden ayudar a popularizar los motores eléctricos en embarcaciones de todo tipo.

De momento ya se ha anunciado un equipo, Venice Racing Team. Sus rivales, en teoría, también estarán vinculados a una ciudad anfitriona. El objetivo es conseguir apoyo local y facilitar también la llegada de ofertas de patrocinadores que financien la inversión necesaria para poner en marcha de cada uno de los equipos.

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