Ya en la guerra de Vietnam, los mandos de Vietcong colocaban trampas de enjambres de abejas asiáticas -muy venenosas- contra el tecnológico y avanzadísimo ejército de Estados Unidos. Las almacenaban por miles, las colocaban en los caminos y las liberaban con pequeñas cargas explosivas que no hacían otra cosa que agitar a estos insectos que iban directos a por los cuerpos estadounidenses.

Hoy en día estos enjambres nada tienen que ver con el uso de animales. Ahora se componen de drones, en ocasiones de cientos o de miles de estos pequeños aparatos que incluso se pueden encontrar varios modelos desarrollados y fabricados íntegramente en España.

Del mismo modo que se crean, también se necesita de tecnología que los destruya. Algo así como un 'insecticida' para los enjambres de drones que hoy en día protagonizan los campos de batalla. El Epirus Leonidas es exactamente eso, emplea la última tecnología de guerra electrónica para anular drones a distancia sin que les dé tiempo a recabar -demasiada- información o perpetrar ataques.

Enjambres de drones

La flexibilidad de los enjambres de drones los ha convertido en una de las armas más peligrosas del momento. En estos pequeños aparatos se pueden instalar todo tipo de sensores capaces de recabar información muy útil para los servicios de inteligencia con cámaras de última tecnología y visión nocturna.

Epirus Leonidas Leonidas

La segunda derivada de los enjambres es su posibilidad de ataque. O más bien de suicidarse. Algunos modelos están diseñados para desplegarse en las zonas más complicadas y retransmitir información en tiempo real, pero cuando la situación lo requiere, pueden estrellarse contra el objetivo marcado. Como si de un proyectil guiado se tratase.

Esto, como nos podemos imaginar, es uno de los quebraderos de cabeza de los diferentes ejércitos de todo el mundo. "Leonidas es un sistema de contraelectrónica con la potencia y la precisión para desactivar múltiples amenazas en un área amplia o neutralizar un solo sistema en espacios reducidos y abarrotados", reza la página web del fabricante. Con una precisión que consigue evitar afectar a otras posibles aeronaves amigas que vuelen en los alrededores.

El Epirus Leonidas utiliza pulsos de radiación en el espectro de las microondas para desactivar electrónicamente a los drones. Como si una descarga electromagnética atravesara al enjambre y dejara inservible a toda la electrónica que gobierna cada dron.

El desarrollo de este tipo de armas que emplean pulsos de microondas se impulsó durante la Guerra Fría y en sus últimos coletazos Estados Unidos ya contaba con varios dispositivos. La gran diferencia respecto al Leonidas es el tamaño, mucho menor que las armas de este tipo tradicionales.

Enjambre de drones Escribano Mechanical & Engineering Omicrono

En las fotos del prototipo que muestra Epirus se puede ver cómo un dispositivo Leonidas se puede acoplar en un remolque simple del que puede tirar un todoterreno o camión. Del mismo modo que se puede instalar en otras plataformas como en buques. También apuntan al tiempo de despliegue, que requiere solo algunos minutos respecto a las horas de los aparatos tradicionales.

El pasado mes de febrero, Epirus realizó una demostración de su arma a algunos mandos del Departamento de Defensa y a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, según apunta Digital Trends. La prueba consistió en la desactivación de drones a distancia y Leonidas obtuvo 66 de 66 blancos. Una vez validado en las pruebas reales, la compañía se encuentra trabajando en la versión final para el campo de batalla y podría llegar a finales de este mismo año 2021.

Escopetas antidrones

Lejos de los campos de batalla, policías de todo el mundo cuentan con armas menos voluminosas para deshacerse de los drones. Lo pudimos ver hace ahora un par de años en España, cuando se celebró la final de la Champions League en el estadio Wanda Metropolitano.

La Policía Nacional, como encargada de la seguridad de los eventos deportivos en Madrid, puso a disposición de algunos de sus agentes una 'escopeta' antidrones. En lugar de dejar inutilizados completamente a estas pequeñas aeronaves, el arma de la policía consigue anular las comunicaciones entre el dispositivo y quien esté al otro lado pilotándolo.

Escopeta antidrones

Desde que las ventas de drones comenzaron a aumentar entre la población civil, los incidentes y accidentes no han hecho otra cosa que aumentar. Hemos podido comprobar cómo un simple dron que vale poco dinero puede paralizar un aeropuerto de la talla de Barajas.

Todo esto ha tenido una repercusión en las compras de las fuerzas y cuerpos de seguridad que ya cuentan en su arsenal con este tipo de armas electrónicas contra drones y algunas otras -como las que emplean láser- que llegarán a bordo de los cazas en los próximos años.

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