Este es realmente un alcoholímetro que ocupa un espacio de un milímetro cúbico y que es inyectable debajo de la piel. Pero que no te engañe su diminuto tamaño: es capaz de analizar cuánta sangre hay en nuestro cuerpo midiendo la concentración de alcohol en el líquido intersticial (el mismo líquido del que están compuestas las cavidades que estas últimas semanas han sido denominadas como nuevo órgano en los titulares de alrededor de todo el mundo).

Se puede inyectar sin cirugía en cualquier cínica y permite la monitorización continua de los niveles de alcohol del paciente. Permitiría, por lo tanto, llevar un registro de los niveles de alcohol en cada momento del día.

El chip se alimenta de forma inalámbrica por un parche o un simple reloj inteligente, aunque la potencia necesaria para funcionar es muy baja, concretamente de 970 nanowatts (un millón de veces menos de la energía que consume nuestro smartphone al hacer una llamada), de modo que no supone un impacto muy significativo en la batería del dispositivo que lo carga. Y esto da muchas posibilidades: puede ser usado en pacientes que que participen en tratamientos contra la drogodependencia o incluso en otros usos para prevenir que personas intoxicadas por estas sustancias cojan el coche.

Un paso hacia delante en la bioelectrónica

El chip, al estar compuesto con alcohol oxidasa, cuando entra en contacto con alcohol genera un subproducto que se puede detectar electroquímicamente. Se envían señales eléctricas inalámbricas de vuelta al dispositivo que alimenta el chip, quedando registrado.

 

Uno de los grandes problemas que podría solucionar son las muertes al volante producidas por la intoxicación con alcohol y otras sustancias psicotrópicas (de hecho, el 40% de los conductores fallecidos en carreteras españolas mueren por esta causa).

Concretamente y en comparación con los sensores que se colocan sobre la piel, a modo de pegatina, esta alternativa es mucho mejor, sobre todo en el caso de uso en pacientes con dependencia de sustancias como el alcohol, pues las pegatinas son fácilmente removibles, algo que elimina completamente su efectividad.

Pronto se probará en animales y posteriormente en personas. Por ahora, tan solo ha sido probado en in vitro mediante la mezcla de etanol en suero humano diluido debajo de capas de piel de cerdo, cumpliendo satisfactoriamente su función.

 

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