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Las 5 situaciones que pueden simular una depresión (pero no lo son)

12 agosto, 2014 20:17

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Hay situaciones en el mundo de la medicina (muchas más de las que nos gustaría) donde los síntomas que comentan los pacientes son, digamos, “poco específicos”. Sin saber mucho sobre el tema, cualquiera podría confundir el conjunto de síntomas como son fatiga, irritabilidad, tristeza, insomnio, pérdida de apetito, pérdida de interés por las actividades habituales… ¿Os suena? ¿Depresión he oído por ahí? Sí, normalmente cualquiera pensaría en esto, pero la realidad es que siempre es necesario descartar cualquier otro posible origen que no sea el psiquiátrico, pues hay eventos que pueden simular perfectamente una depresión y no tienen absolutamente nada que ver. Veamos algunos de ellos.

1. Falta de Vitamina D

¿Recordáis aquel gracioso pero pero didáctico estudio sobre la muerte de Gollum?  En aquel momento os expliqué como un grupo de investigadores afirmaba que la oscuridad y el hábitat de Gollum y los Orcos de Mordor los podrían haber llevado a la muerte por falta de Vitamina D, un nutriente que se consume por la dieta y se produce gracias a la exposición solar (y estos bichos no eran muy dados a tomar el sol).

Resulta que la falta vitamina D es una de las principales razones de simulación de una depresión, y también están relacionadas, pues los niveles bajos de esta vitamina se relacionan con un aumento de riesgo de depresión.

¿El tratamiento? Tomar el sol (con moderación y sentido común) y llevar a cabo una buena dieta. Si aún así no es suficiente, también existen suplementos de vitamina D que vuestro médico de cabecera os recetará en tal caso.

2. Hipotiroidismo

Otra de las enfermedades que podrían simular una depresión es el hipotiroidismo, una enfermedad que afecta a una glándula que tenemos situada a la altura del cuello (la tiroides), responsable de parte de nuestro metabolismo. Si funciona mal (poco, en este caso) se tiene sensación de agotamiento, irritabilidad e incapacidad de concentración.

Muchas veces el problema de esta situación es que sus síntomas se pueden confundir con más enfermedades, a parte de la depresión, por ser muy imprecisos. Además, su diagnóstico suele ser por un análsis sanguíneo, y en algunas ocasiones hay situaciones “subclínicas” (están ahí, apenas dan síntomas, y en un momento determinado de la vida empiezan a darlos sin que podamos haberlos prevenido).

Su tratamiento, dependiendo de su causa, suele ser mediante medicación.

3. Niveles bajos de azúcar en sangre

Aunque siempre estemos advirtiendo sobre las terribles consecuencias de un exceso de azúcar en sangre, cabe destacar que precisamente lo malo son los excesos, pero hay que tener ciertos niveles limite, por lo que tener poco azúcar en sangre también puede ser malo.

De hecho, sufrir una hipoglucemia (bajo azúcar en sangre) puede llevar incluso a la convulsión si se da de forma severa, aunque los síntomas típicos son de mareo y fatiga, entre otros.

Como curiosidad, se realizó un estudio con 1.054 militares finlandeses donde se relacionó la depresión con la resistencia a la insulina, y se descubrió que sufrir depresión moderada o severa podía llevar a un aumento de riesgo de resistencia a la insulina hasta tres veces mayor de lo normal. Aunque, eso sí, con unas ligeras modificaciones en su dieta los síntomas disminuían.

4. Deshidratación

Otro gran evento a tener en cuenta, sobre todo ahora que nos encontramos en pleno (y realmente caluroso) verano en el hemisferio norte, es la deshidratación. En pleno año 2014 seguimos sin aprender, ya que se ha dicho en innumerables ocasiones (en prensa, televisión, blogs especializados, etc) que NUNCA hay que esperar a tener sed para beber en épocas como esta, ya que si esperamos puede que ya hayamos entrado en deshidratación, y la sed tan solo es un síntoma tardío de alarma.

Entre los síntomas de la deshidratación nos encontramos con los calambres musculares, y la fatiga (similar a la depresión), como la que solemos sentir al ir a la playa y sufrir una deshidratación leve, pero las cosas pueden empeorar si no lo cogemos a tiempo.

De hecho, dos estudios del Laboratorio de Rendimiento Humano de la Universidad de Connecticut ya afirmaron que con una simple deshidratación leve se puede alterar el estado de una persona. Da igual si hemos caminado durante más de media hora o si hemos estado sentados en la playa, pues los efectos en el estado de ánimo son los mismos si se llega a esa deshidratación.

5. Abstinencia a la cafeína

Aunque no podemos hablar de la cafeína como una “droga dura”, esta no deja de ser un estimulante, por lo que si nos acostumbramos a tomarla podemos tener igualmente tolerancia y dependencia de ella. Tolerancia implica que cada vez necesitaremos más café para mantenernos activos, y dependencia (psicológica, en este caso) sería la simple costumbre de tomar un café cada mañana. En otro ámbito está la dependencia física, donde nuestro cuerpo “pide” la droga de otras formas, como los conocidos temblores del síndrome de abstinencia por alcohol. Pero en la cafeína estos casos son raros.

Aún así, como digo, sigue siendo una sustancia adictiva en un grado leve, por lo que dejar de tomarla puede simular perfectamente algunos de los síntomas de la depresión, como son irritabilidad, falta de concentración, alteración del ánimo… Por ello, si nos hemos planteado dejar de tomar café por la razón que sea y sufrimos tales síntomas, podemos pensar perfectamente que se deben a la falta de estimulación cerebral que anteriormente nos concedía el café, y no a una depresión verdadera.