La tecnología autónoma va a cambiar como usamos nuestro coche. Mientras que ahora conducir es una tarea a la que tenemos que dedicar nuestra atención exclusiva, en el futuro próximo podremos hacer otras cosas mientras nuestro coche nos lleva.

Será una experiencia muy tranquila y segura, pese a lo que pueda parecer; tanto, que ya hay fabricantes que pretenden que nos echemos la siesta en el coche. Pero eso no significa que disfrutar de nuestros coches tenga que ser una experiencia soporífera.

Aunque no están recibiendo tanta atención, también hay muchos esfuerzos en crear coches autónomos que nos diviertan. Puede parecer algo extraño divertirnos con un coche sin volante ni pedales, pero unos ingenieros de la Universidad de Standford pueden haber demostrado cómo es posible.

El sistema autónomo que han desarrollado no se centra en evitar accidentes ni en ir por el carril correcto; ni siquiera gasta tiempo en intentar seguir las reglas de circulación, pero ese es precisamente el objetivo.

Un DeLorean autónomo

Este es un sistema autónomo especializado en realizar todo tipo de maniobras espectaculares como derrapar, hacer "donuts", y completar un recorrido de obstáculos, todo ello de la manera más peligrosa y rápida posible.

Para demostrar el potencial, los ingenieros crearon una yinkana (o "gymkhana"), que en el mundo del motor se hicieron famosas gracias al piloto Ken Block y sus cada vez más extravagantes proezas. En este caso, es un recorrido a base de conos y pacas de paja.

Standford University

Lo interesante, por supuesto, es que los ocupantes no controlan el coche directamente; sólo han enseñado al sistema a derrapar, o "driftear" por el recorrido de un kilómetro, imitando a los mejores pilotos humanos.

Cómo no, el coche para esta tarea fue un DeLorean, más famoso por su protagonismo en la saga Regreso al Futuro, y todo un representante de los años 80. No solo fue modificado con los sistemas autónomos, sino que su motor de combustión fue sustituido por dos eléctricos; normalmente eso implica tracción a las cuatro ruedas, pero los ingenieros asignaron un motor a cada rueda trasera para facilitar el derrape.

Una vez que activaron el sistema, el coche tomó el control y completó el recorrido sin problemas, aunque a juzgar por algunos restos, parece que hicieron falta varias tomas.

Más práctico de lo que parece

Aún así, es impresionante, si bien poco práctico para nuestro día a día... o no. Porque el objetivo de esta creación no fue simplemente pasar un buen rato, sino investigar cómo los coches autónomos pueden realizar maniobras extremas si lo necesitan. Por ejemplo, es posible que para evitar un accidente en el último segundo, sea necesario pegar un "volantazo" y eso haga perder el control del coche; ser capaz de recuperarlo en esas circunstancias es vital.

La mayoría de los coches autónomos actuales son incapaces de reaccionar ante estos problemas, porque se salen de su programación y de lo que han aprendido en la carretera.

Por lo tanto, este experimento consiste en ir más allá de los límites de la tracción del coche, para comprobar cómo el sistema recupera el control manteniéndose entre los límites de la pista. Y todo eso, manteniendo a los ocupantes a salvo, por supuesto.

Noticias relacionadas