No subestimemos la evolución de los métodos de comunicación actuales; las prácticas que no hace mucho era comunes, ahora se están volviendo obsoletas.

“Dame tu número y lo hablamos”. “Vamos a continuar la conversación por un Hangouts”. “Llama a esta persona y explícaselo tú mismo”. Existen pocas frases que me provoquen una desesperación mayor. Y sin embargo, la gente sigue empeñada en repetirlas una y otra vez.

En mi día a día la inmensa mayoría de las interacciones con otras personas las hago escribiendo. Ya sea por mensajería instantánea, por correo, o redes sociales; ya esté hablando con gente del trabajo, amigos, familia, o por cualquier otra razón. El teclado es el vehículo por el que expreso mis necesidades, mis sentimientos y mis ideas locas.

La evolución de los métodos de comunicación supone que las llamadas ya no lo son todo

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La razón es sencilla: el medio escrito es un método superior de comunicación. Vale, puede que lo que acabo de decir suene algo extremista, y te confirmo que lo es. Y soy consciente que mucha gente no puede comunicarse de esta manera y necesita escuchar la voz o ver la cara de la otra persona.

Claro que hay un componente humano que tal vez no estoy teniendo en cuenta; las llamadas son más personales, menos frías que las letras en la pantalla.  Pero personalmente, no me podría importar menos cómo es tu voz o cómo es tu cara; pero no confundamos el odio a la comunicación verbal con la comunicación en general.

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De hecho, yo alegaría que mi amor por la comunicación con otras personas es mayor. Porque con las letras escritas, soy capaz de discernir su personalidad mucho mejor y de obtener más datos en menos tiempo; al final, me siento capaz de ayudar a la otra persona mucho mejor.

Y eso, viniendo de un “asocial” como yo, tiene mérito. Se habla mucho de que esta generación no es capaz de comunicarse, que está siempre con la cabeza agachada mirando la pantalla del móvil; que deberíamos levantar la cabeza, hablar con la persona que está a nuestra vera.

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Menuda falacia. No estoy interesado en la persona que está a mi lado, y probablemente ella no lo esté en mi. Estoy interesado en mi jefe, que me avisa de una urgencia que hay que arreglar ya. Me interesa mi familia y mis amigos, que me dicen cómo ha ido el día o me pasan un vídeo gracioso; estoy conectado con mucha gente aunque esté físicamente solo.

Por qué es mejor chatear que llamar por teléfono

Cuando ves a una persona tecleando en el móvil, es muy posible que no esté sola. Que haya mucha gente al otro lado de la conexión; incluso si está jugando, perdiendo el tiempo, es posible que no esté jugando sola.

Hablar con otra persona por escrito conlleva unas ventajas que no tienen otros métodos de comunicación.

  • Puedo pensar mejor lo que voy a escribir.
  • Me permite corregir lo que voy a decir antes de enviarlo.
  • No estoy obligado a seguir el ritmo de la conversación impuesto por otra persona. La timidez o la dificultad a la hora de hablar no influyen en la conversación, o al menos no tanto.
  • Puedo tener varias conversaciones abiertas al mismo tiempo. Prueba a hablar con varias personas por teléfono a la vez.
  • Tengo un historial en el que leer lo que se estaba hablando. Intenta sumarte a una conversación de Hangouts que ya ha empezado sin perderte nada.
  • Todos los interlocutores tienen muy claro lo que el resto ha dicho; no hay confusiones y hay menos malentendidos, porque la conversación está ahí para que la vea todo el mundo.

El fundador de Telegram clama contra el teléfono

Por eso me fascina que aún haya alguien que prefiera “hacer una llamada rápida” para discutir cualquier cosa; por muy rápida que sea, durará varios minutos más que una conversación por mensajería instantánea.

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¿Estoy siendo demasiado lógico en un tema que es pura preferencia personal? Por supuesto, pero el motivo de este artículo no es que haya explotado ante tanta irracionalidad de mi parte. Es que hay un “influencer” que piensa igual que yo.

Pavel Durov, fundador de Telegram, piensa igual. En un tuit reciente, habla de cómo él también sufre esa costumbre de continuar la conversación con una llamada. Asegura que el 80% de la gente que se le presenta por correo quiere hablar con él en persona.

Por supuesto, alguien como Durov no tiene el tiempo ni las ganas de hablar con todo el que le manda un correo. Va más allá, hablando de una experiencia “obsoleta” e “intrusiva”, y desde mi punto de vista, no le falta razón.

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