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Las recientes declaraciones de Donald Trump proponiendo dejar a España a un lado de la Alianza Atlántica por no gastar un 5% en Defensa vuelven a poner en la palestra las bases militares de Rota y Morón.

El Gobierno no se ha mostrado intimidado por la propuesta de Trump. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha considerado este viernes "suficiente" que España destine el 2 por ciento de su PIB a gasto en Defensa: "Es una posición que el Gobierno no va a variar".

El ministro ha recordado que "el tratado de la OTAN es claro" y que "las posibilidades de excluir a un país o no también están claras", lo que le ha llevado a decir que "Trump no se lo ha mirado, no se lo ha leído, no las conoce...".

De hecho, pese a la amenaza de Trump, no existe un mecanismo formal en el tratado de la OTAN para expulsar a un país miembro. La organización sólo contempla la retirada voluntaria de una nación mediante un proceso regulado en el artículo 13 del Tratado del Atlántico Norte.

En el mismo sentido se ha manifestado el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, al sostener que "España es un socio leal y de pleno derecho de la OTAN" y que "así seguirá siendo".

El general de brigada en la reserva Miguel Ángel Ballesteros, experto en geopolítica y estrategia de seguridad, asegura a EL ESPAÑOL que pese a las tensiones políticas, no hay razones para temer por las bases: “EEUU no se va a dar un tiro en el pie”.

“Aunque el uso de las bases y los destructores en Rota se rige por acuerdos bilaterales y no por la OTAN, Estados Unidos está invirtiendo ahora en esas instalaciones. Si alguien planea irse, no reforma la casa. Cambiar Rota o Morón por otras ubicaciones no creo que les interese”

En este sentido, subraya que “España cumple con la OTAN en despliegues y compromisos. Las Fuerzas Armadas cooperan de forma constante con EEUU, especialmente la Armada. El nivel de interoperabilidad, adiestramiento y tecnología compartida es alto. Más allá de presupuestos, España es un aliado leal y comprometido”, puntualiza.

Eso sí, concluye que, "por otro lado sería bueno entenderse diplomáticamente con la Casa Blanca ya que la seguridad de Europa sigue basándose en el esfuerzo militar que EEUU realiza en nuestro continente".

Pactos de Madrid

Desde hace 72 años las fuerzas armadas de Estados Unidos están presentes en nuestro país, en las bases militares de Rota y Morón. Lo están gracias a los «Pactos de Madrid» de 1953, que establecieron la citada presencia en suelo español.

Unas instalaciones de suma importancia para la estrategia naval de Estados Unidos que conforman su puerta al mar Mediterráneo.

El acuerdo ha sido sucesivamente reformulado, la última vez con el Convenio de Cooperación para la Defensa de 1988 y posteriores actualizaciones.

Este convenio permite el despliegue de material bélico y personal estadounidense, haciendo de Rota, por ejemplo, una pieza clave del sistema antimisiles de la OTAN y un puerto estratégico para la proyección de fuerza en el Atlántico. No solo para Estados Unidos, sino para toda la OTAN. Y ahí está el quid de la cuestión.

Las bases son un enclave estratégico para la Alianza. Y tal y como reconoce el citado Convenio, se trata de un acuerdo bilateral, de “cooperación mutua” en materia de defensa y seguridad, firmado por ambos países, en virtud de que “ambos forman parte del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)”, tal y como figura en el preámbulo del Convenio.

Los estatutos de la OTAN

La carta fundacional de la OTAN no contempla ningún mecanismo legal para expulsar a un país miembro.

El Tratado de Washington de 1949, piedra angular de la Alianza Atlántica, carece de artículos que prevean la salida forzada de un Estado, ya sea fundador o incorporado posteriormente.

Únicamente el Artículo 13 establece que cualquier miembro puede retirarse de manera voluntaria, siempre que lo comunique con al menos un año de antelación.

En un escenario hipotético en el que España abandonara o fuera expulsada de la OTAN -algo que no puede ocurrir- y que los expertos consultados por EL ESPAÑOL descartan, se tendrían que afrontar una serie de consecuencias en distintos ámbitos, desde la seguridad y la política exterior hasta la economía y su posición estratégica en el panorama internacional.

Sin protección

Además de la citada situación de las bases militares de Rota y Morón, y también en el ámbito de la defensa, si España saliera de la OTAN, tal como establece el Artículo 5 de la Alianza, quedaría fuera de la protección colectiva que ofrecen los miembros de la Alianza.

Eso conllevaría que para garantizar su seguridad, tendría que incrementar notablemente el gasto militar y asumir en solitario la vigilancia de sus fronteras.

Igualmente, perdería el peso estratégico que actualmente ostenta en las rutas comerciales del Atlántico y el Mediterráneo.

Si nos fijamos en la política exterior, el país se vería comercialmente aislado de potencias como Estados Unidos, aunque no en el ámbito europeo, dado que seguiría formando parte de la Unión Europea.

Sin embargo, su influencia en decisiones relacionadas con la seguridad global se reduciría de forma significativa, y su capacidad para participar en operaciones militares internacionales se vería seriamente limitada.

Economía

Por último, en el plano económico, la pérdida de confianza por parte de inversores y la cancelación de contratos y programas de defensa impactarían directamente en la estabilidad del país.

Todo ello obligaría a un incremento sostenido del gasto militar para suplir la cobertura que hoy proporciona la cooperación internacional.

Pese a todo, sí es cierto que hay algunos socios de gobierno, como Izquierda Unida —integrada en la coalición Sumar—, que confían en que Donald Trump tramite la expulsión de España de la OTAN. De hecho, para Enrique Santiago, líder del PCE y portavoz de IU en el Congreso, sería una “muy buena solución”.

"A nosotros eso nos parece una solución muy buena, y de camino que se lleve sus bases militares. Animamos a que el señor Donald Trump siga por ahí", ha dicho Santiago.

Pese a la supuesta polémica, lo cierto es que Trump ladra más que muerde.

Esta misma semana, en otro encuentro en la Casa Blanca, esta vez con el primer ministro canadiense, Mark Carney, Trump no pudo evitar volver a señalar entre risas su interés en anexar Canadá como el estado número 51 de Estados Unidos, algo que ha causado serias tensiones en las relaciones bilaterales.

Aunque esta vez, Trump en vez de hablar de anexión dijo "fusión" entre los dos países.