La adquisición de los cazas F-35B para sustituir a los Harrier era la única alternativa para que la Armada pudiera mantener la Novena Escuadrilla de aeronaves. Con la suspensión de cualquier posibilidad de compra del avión estadounidense, España perderá en pocos años esta capacidad que adquirió hace más de medio siglo.
El primero de los Harrier recaló en suelo español en 1972 y, desde entonces, la Armada los ha mantenido como vectores clave para la proyección de la fuerza naval. Esa que, entre otras aplicaciones, se emplea para proporcionar cobertura aérea a los desembarcos y operaciones anfibias.
La criticidad del asunto pasa porque en el único portaeronaves que tiene actualmente España, el famoso Juan Carlos I, sólo pueden operar aeronaves de despegue y aterrizaje vertical.
A diferencia de los portaviones convencionales, el buque español carece de catapulta en la cubierta de vuelo, por lo que las opciones de cazas que cumplen con su especial requerimiento se reducen al F-35B, fabricado por Lockheed Martin.
La decisión del Ministerio de Defensa, encabezado por Margarita Robles, de anular la incorporación de este modelo de aeronave a la flota de la Armada llega en un momento crítico de las relaciones entre los presidentes Sánchez y Trump.
Lockheed Martin F-35B aterrizando en un portaviones estadounidense
Tras alinear a España cerca de los BRICS, Trump ha ido señalando los movimientos del Gobierno en asuntos tan importantes como el gasto militar. Mientras el conjunto de la OTAN firmaba aumentar el gasto hasta un 5% del PIB, Sánchez anunció que el presupuesto español se quedaría en el 2% para los próximos años.
Eso no sentó nada bien al presidente estadounidense, quien afirmó que España, firmante del mismo acuerdo que el resto, terminaría pagando para alinearse con el total de la OTAN. Además, más recientemente y con los aranceles como arma, Trump ha exigido a la UE la inversión de 520.000 millones en la industria de EEUU si quieren mantener el trato preferente de la Casa Blanca.
Las malas relaciones entre Madrid y Washington D.C. también han quedado patentes recientemente debido a la adjudicación de contratos a la tecnológica Huawei por parte de varios Ministerios españoles. Una compañía vetada por EEUU y otros países de la OTAN por espionaje y sus relaciones con el Partido Comunista chino.
De hecho, el PP, principal partido de la oposición, ya ha iniciado una una ofensiva parlamentaria tras conocerse la decisión del Gobierno de descartar el F-35. Los populares han solicitado la comparecencia de la ministra Margarita Robles en la Comisión de Defensa para que explique los motivos del veto.
Además, el PP ha registrado una batería de preguntas escritas para conocer qué "criterio técnico" se ha seguido para descartar el avión estadounidense. El partido de Alberto Núñez Feijóo también pregunta qué alternativas se manejan a corto plazo, si se prolongará el uso de los Harrier y cómo se garantizará la capacidad aérea naval.
Regresando al eje principal del artículo, la sustitución de los Harrier era, hasta el 2023, un asunto de extrema urgencia para el Ministerio de Defensa. De hecho, en los Presupuestos Generales del Estado de ese año —los últimos presentados por el Gobierno— se aprobó una partida para la renovación de las aeronaves de la Armada.
Pareja de F-35 en la plataforma de una base aérea
En total, se reservaron 6.250 millones de euros para relevar a los F-18 y sustituir a los Harrier. Muchos analistas comentaron en aquella ocasión que la intención de Defensa era adquirir el F-35. El modelo estándar —F-35A— para el Ejército del Aire y el de despegue y aterrizaje vertical —F-35B— para la Armada.
La incorporación del F-35 en las dos ramas de las Fuerzas Armadas españolas traería algunas ventajas desde el punto de vista de los costes, esencialmente en el plano logístico y del mantenimiento. Pero nada más lejos de la realidad.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la intención de Defensa es centrarse en los Eurofighter —del cual existen dos programas de adquisición en firme— y del futuro FCAS. Este último es la baza de España, Francia y Alemania para desarrollar un caza de sexta generación, aunque no se le espera antes del 2040.
Tampoco el F-35 ha gozado de la mejor opinión pública en los últimos meses. La dependencia de Estados Unidos en algunos servicios críticos para la operación del caza levantaron muchas sospechas sobre si podrían dejar el avión inutilizado. Un hecho que se confirmó finalmente.
Portaviones a la vista
Hace poco más de un mes, se conoció que la Armada encargó a la compañía estatal Navantia el estudio de viabilidad de un nuevo portaviones que no requiere exclusivamente de cazas capaces de despegar y aterrizar verticalmente.
Esta característica se consigue, entre otros métodos, a través de los portaviones CATOBAR (Catapult Assisted Take-Off but Arrested Recovery). Emplean un sistema de catapulta para la fase de despegue, mientras que de la frenada se encarga un cable al que el caza se engancha durante el aterrizaje.
Cubierta del Juan Carlos I
Se trata de la opción más común entre las ramas navales de las fuerzas armadas de países como Estados Unidos o Francia. Además, es una aproximación tecnológica inédita dentro de la Armada española, que nunca ha contado con este tipo de embarcación.
Sin embargo, para Navantia no es algo realmente nuevo. En los años 90, la compañía por entonces llamada Empresa Nacional Bazán diseñó un portaviones con tecnología CATOBAR poco después de finalizar el Príncipe de Asturias.
El SAC 220, como se denominó, nunca llegó a cuajar en el mercado y no obtuvo ni un solo pedido. Se trataba de un portaviones ligero, de unas 27.000 toneladas de desplazamiento a plena carga, 242 metros de eslora y 29,5 metros de manga.
Con estas características, actualizadas a los requerimientos de las aeronaves actuales y a los sistemas de armas que ya equipan los portaviones para autoprotección, podría servir de base para el estudio que la Armada ha encargado a Navantia.
Una de las principales diferencias del futurible portaviones español respecto a sus homólogos francés y estadounidense es que no contará con propulsión nuclear, aunque aseguran que las capacidades de persistencia serán similares.
La Armada también planea la incorporación de dos Buques de Proyección Estratégica (BPE) similares al actual Juan Carlos I —sin sistema CATOBAR instalado— como parte del programa de modernización actual en el que se encuentra inmersa y que tiene previsto concluir a partir de mediados de la próxima década.
Con la retirada del F-35B de la futurible ecuación de compras, queda en el aire la construcción de ese par de BPE con capacidades similares al Juan Carlos I. En caso de que sigan adelante, ya con los Harrier retirados, tan solo queda la operación de helicópteros y drones en su cubierta, como ya se está barajando con el Sirtap de Airbus.
Candidatos a caza
Con la construcción de un nuevo portaviones CATOBAR, las opciones en el mercado de cazas se amplían notablemente con varios sistemas procedentes de Europa, una de las prioridades de la UE en su plan de gasto en defensa.
La más directa y ya en servicio es la que representa Francia con el Rafale-M, la versión naval del caza que opera actualmente en el Charles de Gaulle, un portaviones con tecnología CATOBAR como el que quiere la Armada.
Los últimos datos recogen que la Marine Nationale cuenta en la actualidad con más de 40 unidades y, hace sólo tres meses, India firmó la adquisición de 22 cazas Rafale-M de cabina simple y otros 4 de cabina doble. Se espera que las primeras unidades se reciban en 2028 y finalice la entrega en 2030.
Caza Rafale M francés
Una diferencia clave entre este modelo francés y el F-35 es que el Rafale se encuadra dentro de los cazas de 4,5 generación, por lo que pierde en funciones propias de quinta generación como es la capacidad de pasar desapercibido a los radares enemigos. Un aspecto que el modelo americano controla y ha demostrado.
Asimismo, la incorporación del Rafale-M o del FCAS respondería únicamente a su uso a bordo del futuro portaviones de la Armada con CATOBAR, eliminando de la ecuación a la operación en el Juan Carlos I y los otros dos BPE planeados.
A más distancia temporal, el FCAS es un programa armamentístico en el que participan España —con Indra al frente—, Francia —Dassault— y Alemania —Airbus—; entre cuyos componentes se encuentra el caza de sexta generación NGF.
Ya desde el 2023, Francia apuesta por el desarrollo de una versión naval de la aeronave, especialmente para poder operar a bordo de su próximo portaviones, también con tecnología CATOBAR.
De este requerimiento parisino se podría aprovechar la Armada española, aunque la carencia de de cazas para los dos BPE planeados seguiría igual, ya que no se contempla un FCAS con despegue y aterrizaje vertical.
La tercera vía que se abre es turca. Las buenas relaciones de España con Turquía ya se han materializado en diversos programas. Uno de los más recientes e importantes tiene como protagonista al TAI Hürjet, el caza de adiestramiento que recibirá en los próximos años el Ejército del Aire y del Espacio.
Caza KAAN
Según se publicó a principios de año, Turkish Aerospace Industries (TAI) se está planteando el desarrollo de una versión naval del caza KAAN para equipar a su futuro portaviones MUGEM.
El caza KAAN es una aeronave de quinta generación que realizó su vuelo inaugural en mayo de 2024 y tiene previsto comenzar su vida operativa a finales de 2028 o principios de 2029.
La versión naval que quiere desarrollar Turquía necesitará de algunas modificaciones para permitir su operación en la cubierta del portaviones. Por ejemplo, el refuerzo del sistema del tren de aterrizaje que tanto sufre en las operaciones navales.
Ankara tiene previsto incorporar en su flota más de 100 unidades del KAAN y, hace un par de días, Indonesia firmó un acuerdo para adquirir un total de 48 cazas.
