O cumple o pagará más. Esta es la lógica que el presidente estadounidense, Donald Trump, impone a cualquiera que se siente con él a negociar. O que ya lo haya hecho.
Este mismo martes, fiel a su retórica, el mandatario ha amenazado a la Unión Europea con aumentar los aranceles hasta el 35% si el bloque incumple lo que él considera el compromiso de invertir 600.000 millones de dólares (unos 520.000 millones de euros) en Estados Unidos en los próximos años.
La cifra no es deliberada. Aparece, de hecho, en el acuerdo preliminar que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se resignó a aceptar la semana pasada durante una cumbre bilateral en Turnberry (Escocia), que se asemejaba más a una reunión de negocios.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , estrecha la mano de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
En el pacto se aceptaba un gravamen general del 15% sobre la mayoría de las exportaciones europeas, incluyendo sectores clave como la automoción y los productos farmacéuticos.
El acuerdo también contemplaba el compromiso de Europa de fomentar la inversión de 600.000 millones de dólares adicionales en la economía de EEUU, además de la compra de energía por valor de 750.000 millones de dólares. El problema es que, mientras que para Trump esa inversión no es un préstamo, sino "un regalo", la UE no sabe siquiera si podrá cumplirlo.
¿Por qué? Porque las instituciones europeas no tienen autoridad para decirle al sector privado cuánto ni cómo ni dónde invertir. Según ratificaron dos altos funcionarios europeos al portal Politico, inyectar 600.000 millones extra a unas inversiones que se sitúan ya en torno a los 2,4 billones de euros dependerá exclusivamente "de las intenciones de las empresas privadas".
"La inversión pública poco puede aportar", sostenían. Lo que sí puede hacer Bruselas es incentivar esas operaciones, aunque aún no ha detallado cómo lo hará.
De acuerdo con Roger Senserrich, considerado uno de los máximos especialistas en política estadounidense, los 600.000 millones en inversiones son "casi seguro, papel mojado" porque "la UE no tiene fondos soberanos" para ello. "La UE ni de broma le dará un saco de dinero a un Gobierno extranjero para que lo invierta como quieran", apostillaba el politólogo en su newletter.
Lo cierto es que en la explicación del acuerdo publicado por la Comisión Europea, se define la voluntad "de fomentar y facilitar las inversiones mutuas a ambos lados del Atlántico". No se cita la obligatoriedad, sino el "interés que las empresas de la UE han expresado en invertir al menos 600.000 millones de dólares en diversos sectores de EEUU para 2029", detalla en el documento.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronuncia un discurso en la Casa Blanca en Washington, D.C.
No obstante, todavía con la mano tibia por el apretón de manos, Trump ha optado por adelantarse y avisar sobre las posibles consecuencias de incumplir lo que es, a su juicio, un trato inamovible. A pesar de que éste no es jurídicamente vinculante ni está cerrado a futuras negociaciones.
"Haré lo que quiera con el dinero"
En una entrevista con la cadena CNBC, Trump explicaba que le había reducido los aranceles al club de los 27 porque "han pagado 600.000 millones de dólares". "Un par de países me preguntaron por qué la UE pagaba menos, y les respondí: porque me dieron 600.000 millones", sostenía el mandatario. Y además afirmaba que podía "hacer lo que quisiera con ese dinero".
Luego, preguntado sobre qué pasaría si la UE no le da ese dinero, Trump, que considera a sus socios europeos unos "gorrones", fue tajante: "Entonces pagarán aranceles del 35%. Nos han estado explotando durante muchos años, y ya es hora de que paguen. Y tienen que pagar". Esto supondría aumentar un 20% los aranceles pactados.
En Europa muchos calificaron el acuerdo comercial de "malo". "Pero mejor que un ‘no acuerdo’", defendió Von der Leyen. Su argumento era sencillo: de no haberse alcanzado, Washington habría activado un arancel del 30% a todos los productos a partir del 1 de agosto. Una medida que habría desatado una respuesta obligatoria de Bruselas y, en consecuencia, una guerra comercial en toda regla.
A falta de conocer la letra pequeña del acuerdo y aunque fuentes comunitarias sostienen que se trata de una declaración de intenciones y no de un tratado formal, Europa ya ha comenzado a desactivar las duras represalias que tenía preparadas por si la negociación fracasaba.
Trump continúa su ofensiva
Aprovechando su intervención en la televisión, el presidente también ha anunciado que la próxima semana dará a conocer nuevos gravámenes para los microchips y los productos farmacéuticos fabricados en el extranjero. Unos similares a los que ya ha impuesto sobre el acero o el aluminio, que rondan el 50%.
Sobre el sector de los medicamentos, ha opinado que "hacen una fortuna con los fármacos, y los producen en China, en Irlanda y en muchos otros sitios". Por ello, ha asegurado que comenzará con unas tasas "reducidas", pero que el próximo año se elevarían al "150%" y posteriormente "al 250%". El objetivo, concluye, es que todos los medicamentos se fabriquen en EEUU.
