Israel y Palestina viven la peor escalada de violencia de los últimos años. Ocho días de ataques continuos por parte de un lado y del otro. El movimiento islamista Hamás (considerado organización terrorista por parte de Israel, Estados Unidos y muchos otros países) lanza misiles desde Gaza contra sus vecinos judíos y desde Israel responden bombardeando la Franja.

Sin embargo, el detonante de esta ofensiva difiere en esta ocasión de enfrentamientos anteriores: el aumento de la tensión tiene su origen en Jerusalén, donde han confluido una serie de factores y movilizaciones que han reabierto las causas del conflicto.

La extensión de las protestas a las comunidades árabes en Israel, de origen palestino; los enfrentamientos entre civiles; y el foco puesto en la movilización del barrio jerosolimitano de Sheik Jarrah por el posible desalojo de familias palestinas en favor de colonos judíos pusieron de manifiesto la existencia de estas nuevas dinámicas en el estallido de la violencia.

Ocho días después de que se encendiera la mecha el mundo entero ha vuelto a posar sus ojos en Oriente Próximo. Y no es una forma de hablar: el presidente de EEUU, Joe Biden, se ha implicado personalmente y ha establecido contacto telefónico tanto con el presidente de Israel, Benjamin Netanyahu, como con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas. La Unión Europea (UE) ha abogado estos días por el alto el fuego. Y el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió este domingo de urgencia ante el temor de que la contienda pueda implicar a otros países y el conflicto acabe por desestabilizar la región, con el agravante añadido de la situación pandémica.

La intensidad de los ataques, con más de 3.300 misiles lanzados por Hamás desde el pasado lunes, y los casi 200 muertos de estos últimos ocho días (entre ellos mujeres y niños), no sólo han provocado la condena de varios Estados, también han hecho que miles de personas hayan salido a la calle en distintas partes del mundo para manifestarse contra los bombardeos de Israel en Gaza como mecanismo de defensa. Ha habido protestas multitudinarias en Londres, París, Berlín, Nueva York...

Y entre quienes protestan hay un grupo singular: judíos antisionistas que han salido a la calle para condenar los bombardeos. "Mi abuelo no sobrevivió a Auschwitz para bombardear Gaza". Esa es la imagen más icónica que han dejado las marchas de este pasado domingo en Brooklyn. El cartel lo sostenía frente a la cámara Andréa Becker, una estudiante de 27 años de la Universidad de Nueva York que está estudiando un doctorado sobre el género y la salud y cuya tesis doctoral es sobre las histerectomías (la extirpación del útero).

Andréa Becker en una manifestación en Brooklyn el pasado fin de semana. Andy Ratto

"Esta foto está circulando, pero admito que este es mi primer evento antisionista", escribía Andréa en Twitter. Una mujer que se define como "feminista médico-sociológica". Reconoce que no es la única judía a la que le aterra defender sus valores. "He tenido miedo de lo que dirían otros judíos y de lo que pensaría mi familia", señala. "Pero es verdad. Mi abuelo no sobrevivió a Auschwitz para bombardear Gaza", que es el mensaje que se aprecia en su cartel y cuya historia relata a EL ESPAÑOL.

"Mi abuelo era de Breslavia cuando formaba parte de Alemania (actualmente forma parte de Polonia) y cuando era joven estuvo preso en Auschwitz durante cuatro años. Durante ese tiempo trabajó en el campo de concentración como Sonderkommando (comandos especiales), quitando los objetos de valor de los cadáveres y metiendo sus cuerpos en los hornos crematorios", explica a este periódico a través del correo electrónico.

Andréa explica que al acudir a una marcha antisionista pensaba que se iba a encontrar con un potente ambiente antisemita y que la gente la odiaría por el hecho de ser judía. Sin embargo pronto se dio cuenta de que todo es "como en cualquier otra protesta, la gente está feliz de compartir cosas con otras personas y de sentir que hay solidaridad. No se trata de odiar a los judíos, se trata de desear un mundo mejor".

Esta joven estudiante dice que "fue emocionante estar allí, porque va en contra de todo lo que me han enseñado desde que era una niña. Cada vez que una persona violentamente antisemita protesta por la liberación de Palestina (como en el desagradable vídeo de este fin de semana en Londres) esas imágenes circulan ampliamente entre los judíos.

Eso provoca en el imaginario colectivo que este tipo de protestas son salvajes y agresivas con los judíos. Sin embargo, quienes acudieron a la manifestación del otro día en Brooklyn únicamente ondeaban alegremente sus banderas palestinas y gritaban consignas como '¡Palestina libre!'. Sólo encontré amabilidad y apoyo. Se trata de un proceso de aprendizaje y desaprendizaje".

Andréa cuenta que "como muchos otros judíos de la diáspora", tiene un hermano israelí al que ama y con quien ha compartido "experiencias maravillosas" cada vez que ha ido a visitarle a Israel. "Estoy específicamente en contra de la subyugación del pueblo palestino y de los desalojos forzosos de las familias y de los bombardeos en Gaza. Es ahí donde pongo el foco", reflexiona.

"Como judía de México he visto cómo el trauma del Holocausto y la sensación de sentirte extranjero en tu propio país te lleva a aferrarte al sionismo como si fuera un bote salvavidas. Da miedo comprender que tu libertad simbólica está enraizada en la violencia", afirma. "Estoy cansada de que se destruyan hogares y familias en mi nombre", sentencia.

"Hay muchísimos israelíes que están en contra de la violencia de su Gobierno, igual que hay muchísimos estadounidenses que se oponen de forma vehemente a Trump. Desafortunadamente, ahora son una voz minoritaria en el Gobierno", indica.

Durante el intercambio de opiniones Andréa se muestra muy crítica con Israel, pero no trasluce un odio cerval. A su juicio, uno de los países con mayor responsabilidad en todo este asunto es Reino Unido. "La violenta creación del Estado de Israel no habría sido posible sin ellos", apunta. En alusión al mandato británico sobre Palestina que se produjo tras la Primera Guerra Mundial.

Otras protestas

Junto con Andréa, miles de personas se manifestaron este pasado fin de semana en contra de los ataques aéreos de Israel en Gaza en distintas ciudades del mundo. Unas 22.000 personas salieron a la calle el sábado en Francia en defensa de los palestinos, de las que de entre 2.500 a 3.500 (según cifras del Ministerio del Interior) se concentraron en París.

Hubo 51 arrestos en todo el país, de ellos 44 en la capital, señaló el ministro del Interior, Gérald Darmanin. París había movilizado a 4.200 policías y gendarmes en un intento por evitar altercados. A pesar de los esfuerzos, dos agentes resultaron heridos, uno de ellos en Niza y otro París, donde las autoridades tenían la orden de dispersar de forma sistemática las agrupaciones y utilizaron gases lacrimógenos y cañones de agua.

Cada vez más gente sale a la calle para pedir el cese de las hostilidades... por parte de Israel

En Nueva York cientos de personas marcharon para mostrar su apoyo al pueblo palestino tras la violenta escalada de tensión. La marcha comenzó frente al consulado israelí de Nueva York, situado cerca de la sede central de Naciones Unidas, y después discurrió por la calle 42, una de las avenidas principales que atraviesan Manhattan de este a oeste.

Los manifestantes portaron decenas de banderas de Palestina, así como el tradicional pañuelo palestino, la kafiyya, mientras sujetaban carteles con mensajes pidiendo a EEUU que se distancie de Israel. En esta protesta se encontraba Andréa.

Pero estos días también ha habido manifestaciones en este mismo sentido en Londres o en Berlín. Cada vez más gente sale a la calle para pedir el cese de las hostilidades... por parte de Israel. Y entre esas personas empieza a verse a judíos muy críticos con los actos de su país. El tiempo dirá hasta dónde llega este movimiento antisionista por parte de personas de origen judío. De momento son pocos, pero esas pocas voces tienen la capacidad crítica de no bendecir cada acción del Gobierno israelí.

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