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Cribar y seleccionar a los inmigrantes para cubrir vacantes en sectores con demanda es uno de los objetivos del carné por puntos propuesto por Alberto Núñez Feijóo. También plantea expulsar a quienes incumplan la ley y priorizar a migrantes con “proximidad cultural” a la española.

El sistema por puntos funciona desde hace décadas en Canadá y Australia, y también en Austria, Alemania, Japón o el Reino Unido (posbrexit). España puede aprender tanto de sus aciertos como de sus fallos.

Canadá (Express Entry). Es el modelo más antiguo, instaurado en 1967. Consiste en un ránking por puntos (CRS) para elegir candidatos entre un "pool" de solicitantes. El Gobierno hace rondas y envía invitaciones a los que obtienen mejor puntuación. Si el solicitante es invitado y aprueba, accede como residente permanente.

Qué puntúa: edad (20-29 años), nivel de estudios (más cuanto más alto hasta doctorado), idiomas (inglés y francés como plus), experiencia. Contar con una oferta empresarial o una nominación provincial tiene mucho peso. En 2023 se emitieron 110.266 invitaciones.

Australia (SkillSelect y puntos). Desde 1979, el solicitante emite una expresión de interés (EOI, "quiero emigrar") y compite por puntos.

Puntúa la edad, el nivel de inglés, de estudios, la experiencia, si se tienen cualificaciones australianas. Si se superan los 65 puntos, el Gobierno puede invitar a pedir el visado 189, y con él ofrecer la residencia permanente. También existen vías patrocinadas por los estados interiores y por empresas.

Nueva Zelanda (SMC). Desde 1991 exige 6 puntos y presentar una expresión de interés. En el caso de recibir una invitación, el solicitante puede pedir una residencia. Puntúa el registro profesional, el nivel de cualificación o salario y la experiencia en Nueva Zelanda. Se valora haber recibido una oferta previa o estar ya trabajando con un empleador acreditado y lleva al permiso de residencia.

Reino Unido (posbrexit, PBIS). El sistema formalmente es por puntos, pero el eje es el patrocinio de un empleador en una ocupación elegible (Skilled Worker, Health & Care, etc.).

Se implantó en 2021 y una serie de cambios en 2024-2025 endurecieron requisitos: se exige nivel de inglés, trabajo cualificado, salario mínimo de 41.700 libras o el going rate (lo que sea mayor). Existe una lista salarial por ocupación. Es necesaria una oferta previa (espónsor con licencia) y lleva a la residencia a los cinco años.

Alemania (Chancenkarte / Opportunity Card). Existe desde hace 25 años y consiste en un sistema de puntos para buscar empleo sin oferta previa con dos vías: ser "skilled worker" (con un título reconocido) o llegar a seis puntos en un baremo (idioma, experiencia, edad, vínculo con Alemania, entre otros).

Aunque la oferta previa no es necesaria para obtener la tarjeta, sí lo es para conseguir luego el contrato. Se trata de un permiso temporal de búsqueda de empleo con el que se puede obtener un permiso de trabajo y más adelante la residencia, según unas reglas.

Austria (Red-White-Red Card). Consiste en un baremo de puntos por categorías (muy cualificados, ocupaciones con escasez, graduados) que lleva a un permiso de residencia y trabajo ligados a un empleador concreto durante 24 meses.

En ese baremo puntúa también el nivel educativo, la experiencia, la edad, los idiomas, y se requiere una oferta previa o una Job-Seeker Visa para solicitantes muy cualificados que buscan trabajo in situ. Tras varios periodos y renovaciones se puede pasar a la tarjeta Red-White-Red Plus y a la de larga duración.

Japón (HSP, Highly Skilled Professional). Cuenta con un umbral de puntos fijo, no un ránking: con 70 puntos se obtiene un trato preferente (residencia permanente en tres años) y con 80 un visado acelerado (un año). Puntúa el nivel educativo, los ingresos, la experiencia, la investigación y las publicaciones, el idioma. Requiere oferta previa (Certificate of Eligibility) emitido por inmigración.

Hong Kong (QMAS — Quality Migrant Admission Scheme). Consiste en una selección por puntos sin oferta previa, con dos rutas: el General Points Test (examen) o Achievement-based (según perfil). Hay límites de cupos y estadísticas. Puntúa la edad, los estudios (bono si son STEM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—) y la experiencia. Tras periodos de estancia y renovaciones, se puede optar al Right of Abode (RoA), o derecho a residencia permanente.

Corea del Sur, Singapur, República Checa, Dinamarca y Suecia también han introducido sistemas de puntos en los últimos años.

¿Motor de crecimiento?

En una comparativa macro, la OCDE documenta que la migración laboral cualificada aumenta el potencial de crecimiento y cubre escaseces. Según su informe, 2023 registró un récord de migración legal en la OCDE, empujada por demanda laboral y a pesar del supuesto rechazo político.

En Canadá este tipo de ingresos se mantienen entre los 100.000 y los 155.000 al año, con el beneficio de que la selección se realiza por capital humano con ingresos medianos en ascenso.

En Australia, esta inmigración supone un 72% del total, con una estrategia que combina la demanda con las credenciales del solicitante, lo que mejora los resultados laborales, según ha analizado la catedrática de la Universidad de Melbourne, Lesleyanne Hawthorne, experta en población y trabajo global y autora de diversos estudios comparativos.

Nueva Zelanda mantiene la ruta a la residencia y se está reajustando tras la pandemia. El Reino Unido (PBIS) ha registrado un descenso del 37% hasta los 210.000 solicitantes en 2024 tras el endurecimiento de las medidas, con una caída muy acusada en Health & Care. El Gobierno reconoce la cobertura de vacantes y un aumento de los ingresos fiscales, pero hay críticas a la falta de evaluación y el aumento de vacantes en sectores clave.

En Alemania, la Chancenkarte ha sido concedida a más de 10.000 inmigrantes hasta mayo de 2025, muy por debajo del objetivo anual de 30.000. La prensa indica que se está logrando el objetivo de cubrir escasez en algunos sectores, pero denuncia una falta de trazabilidad sobre la inserción laboral.

Australia registró en 2024 un alza de aprobaciones sobre las 3.200, un incremento del 35%, compuesta por muchos migrantes con perfil tecnológico. Las voces críticas exigen simplificar los trámites.

En Japón, incluyendo la aplicación del HSP, se registró un récord de residentes extranjeros en 2024, muy necesarios en uno de los países más envejecidos del planeta (aunque también cuenta con uno de los mejores planes de inserción laboral de mayores de 65 años).

Y en Hong Kong se registró el año pasado un fuerte aumento de entradas (200.000 aprobaciones) tras relanzar la atracción de talento.

Las mejores estrategias

Según Hawthorne, lo que mejor funciona es el modelo híbrido, es decir, combinar un sistema de puntos (filtros de idioma y credenciales premigración) con necesidades reales de demanda (mediante rondas, nominaciones territoriales, patrocinio empresarial). Esta combinación promueve mejores salarios y empleo en un plazo de entre uno y tres años.

En este grupo, los mejores modelos están en Australia, con un 66% de inmigrantes graduados empleados en los primeros cinco años (entre 1996-2001), comparado con el 65% en Canadá. Las razones del éxito están en una evaluación previa a la inmigración de las calificaciones y el examen de inglés antes de que se produzca la entrada al país.

El sistema australiano SkillSelect de dos etapas (expresión de interés más invitación) facilita una mayor proporción de inmigrantes angloparlantes (28% de las llegadas graduadas, comparado con solo el 5% en Canadá).

También funcionan mejor los sistemas que aplican ajustes continuos basados en investigación y datos, como el de Nueva Zelanda, que utiliza un modelo adaptativo de dos etapas similar al australiano, donde los solicitantes que obtienen puntajes mínimos son aceptados en un grupo de candidatos, con un sistema más ágil y menos burocrático.

O sistemas en evolución como el canadiense, con la implementación de la Express Entry desde 2015, más dinámico y que procesa la entrada de los mejores candidatos con mayor dominio del inglés y el francés.

Otra de las claves del éxito, según Hawthorne, es la portabilidad del visado, la capacidad del trabajador para moverse entre diferentes empleadores sin perder estatus, ya que mitiga el riesgo de abuso salarial o dependencia del patrocinador y acerca los beneficios de los sistemas por puntos a los mixtos.

Allí donde el empleador decide (una vez superadas las barreras mínimas de salario, idioma y credenciales) los resultados laborales iniciales son sistemáticamente mejores que con puntos "puros". En Australia los patrocinados tenían empleo a los seis meses y cobraban más que los seleccionados por puntos.

Otro punto importante es el reconocimiento de las credenciales y del idioma antes de entrar al país, motivo por el que Australia superó a Canadá al exigir pronto inglés vocacional y evaluación de títulos premigración, con lo que obtuvo mejores salarios relativos y menos desperdicio de talento.

Además, la ruta de estudiante internacional con objetivo de obtener empleo está mejor calibrada cuando se combina un dominio alto del idioma con campos en demanda y patrocinio directo, como sucede en Australia.

Las políticas que hay que evitar, según los analistas, son subir los cupos sin filtro ni apoyo a las necesidades de inserción laboral, la infravaloración del talento y los salarios bajos —tan comunes en España también para los nacionales—. O tratar a los estudiantes como migración neta a recortar (Reino Unido), ya que se pierde talento.

El mejor baremo de la inmigración por puntos es simple: vacantes cubiertas y sueldos al alza, no lo opuesto.