La segunda visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido comenzó el miércoles con un despliegue inédito de ceremonia y seguridad, pero también con manifestaciones multitudinarias en Londres.
El presidente estadounidense y su esposa, Melania, fueron recibidos por el rey Carlos III en el castillo de Windsor en el inicio de un viaje de tres días destinado a reforzar la alianza bilateral.
El monarca, acompañado de la reina Camila, ofreció a su invitado el protocolo más fastuoso en décadas. Una procesión en carruaje, inspección de tropas y un banquete de gala formaron parte de la agenda en la fortaleza que ha albergado a la familia real durante casi un milenio.
Trump expresó su entusiasmo por el escenario: “Es un lugar muy especial. Amo el Reino Unido”.
El Gobierno británico, encabezado por Keir Starmer, aspira a que la visita consolide la llamada “relación especial” entre ambos países.
El primer ministro busca avanzar en la cooperación comercial, atraer inversiones y abordar asuntos internacionales como Ucrania e Israel.
Entre los compromisos ya anunciados destacan los 31.000 millones de libras que empresas como Microsoft, Nvidia, Google y OpenAI destinarán en los próximos años a inteligencia artificial, computación cuántica y energía nuclear civil.
Starmer también pretende retomar conversaciones sobre aranceles pendientes, tras lograr con Trump un acuerdo parcial para rebajar algunos gravámenes. “Quieren ver si pueden afinar un poco el pacto comercial”, declaró el presidente, citado por Reuters, antes de aterrizar en suelo británico.
La jornada, sin embargo, no estuvo exenta de agitación.
Cuatro personas fueron detenidas el martes después de que se proyectaran imágenes de Trump junto a su amigo Jeffrey Epstein en una de las torres del castillo de Windsor.
El mandamás no se encontraba allí en ese momento, pero el incidente puso de relieve las incómodas preguntas que acumula el caso.
Cuenta The Guardian que los participantes de la protesta londinense, convocada por Stop Trump Coalition, portaban pancartas contra el racismo, el cambio climático y la venta de armas a Israel, así como mensajes dirigidos al propio Starmer por su invitación al presidente.
Trabajo duro
Para el historiador Anthony Seldon, citado por Reuters, el evento podría convertirse en “el más trascendental del reinado” de Carlos III si logra proyectar estabilidad y relevancia internacional.
El soberano, de 76 años, comparte poco con Trump: lleva medio siglo defendiendo causas medioambientales y promoviendo el entendimiento religioso. Por no hablar de su apoyo a Canadá, país del que es jefe de Estado.
El corresponsal de la BBC Gary O’Donoghue recordó que muchos consideraron la primera victoria electoral de Trump como una anomalía, pero su permanencia en la escena mundial ha obligado a “una recalibración, especialmente en el Reino Unido”. O’Donoghue recordó también que Starmer ha trabajado duro para entenderse con Trump.
En la agenda del jueves figuran reuniones en Chequers, la residencia campestre del primer ministro, centradas en comercio y política exterior.
Ayer Trump y Melania recorrieron los salones de la Colección Real y visitaron la capilla de San Jorge, donde depositaron una corona sobre la tumba de Isabel II, anfitriona del presidente en su visita de 2019.
Una exhibición aérea de los Red Arrows cerró los actos al aire libre, aunque la lluvia impidió la participación de cazas F-35 británicos y estadounidenses, símbolo de la cooperación en defensa.
