Jorge Raya Pons
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La extrema derecha alemana ha logrado un avance sin precedentes en Renania del Norte-Westfalia, el territorio con más habitantes del país.

En las elecciones municipales celebradas el domingo, el partido Alternativa para Alemania (AfD) alcanzó el 14,5% de los votos, casi el triple que hace cinco años, y consiguió por primera vez pasar a segundas vueltas en tres alcaldías del valle del Ruhr: Gelsenkirchen, Duisburgo y Hagen.

El resultado confirma la expansión del partido más allá de sus bastiones orientales y refleja el desgaste de los partidos tradicionales.

La Unión Demócrata Cristiana (CDU), primera fuerza con el 33,3%, perdió un punto respecto a 2019. El Partido Socialdemócrata (SPD) descendió al 22,1% desde el 24,3% anterior.

“Ya no se puede ignorar a la AfD”, celebró en redes la copresidenta de la formación, Alice Weidel, tras conocerse los datos provisionales.

El mensaje apuntaba a que el partido, fundado en 2013 y marcado por un discurso duro sobre migración y seguridad, consolida su papel como tercera opción en el oeste del país.

El escrutinio supuso además el primer examen para la coalición nacional que encabeza el canciller Friedrich Merz junto a los socialdemócratas.

Las críticas por la fragilidad económica, la inflación y la gestión migratoria han erosionado su popularidad. Según una encuesta de RTL/ntv publicada la semana pasada, la AfD ya supera a los conservadores en intención de voto a nivel federal, con un 26% frente al 24% de la CDU/CSU.

La valoración del jefe del Gobierno atraviesa su peor momento desde que asumió el cargo en mayo. Sólo el 29% de los consultados aprueba su labor, mientras que un 67% expresa descontento. En junio, el respaldo era del 43%.

El sondeo apunta también a un aumento del electorado indeciso o abstencionista, que alcanza el 25%.

En Renania del Norte-Westfalia, el golpe a los socialdemócratas ha reabierto el debate interno. El alcalde de Duisburgo, Soeren Link, que deberá medirse en segunda vuelta con un aspirante ultraderechista, acusó a la dirección de falta de rumbo.

“Algo falla en la estrategia”, declaró, pidiendo un discurso más firme sobre inmigración y cohesión social. Duisburgo, antaño motor siderúrgico con un puerto fluvial pujante, figura hoy entre las ciudades más pobres de Alemania.

Desde las filas conservadoras, el primer ministro regional, Hendrik Wüst, advirtió de que nadie puede relajarse pese a la victoria de su partido. “Este resultado debe hacernos reflexionar. No podemos dormirnos, ni siquiera los que ganamos”, afirmó.

Su papel reforzado alimenta especulaciones sobre una eventual sucesión de Merz de cara a las legislativas de 2029 si este decide no repetir.

El avance de la AfD se produce en un contexto de desempleo al alza y tensiones en el sistema industrial alemán, presionado por la transición energética y los efectos de la guerra en Ucrania.

El partido, que en febrero se convirtió en la segunda fuerza del Bundestag, ha encontrado apoyo entre sectores que se sienten desplazados por las reformas verdes y la globalización. Entre sus valedores figura el empresario Elon Musk, que en primavera elogió su agenda migratoria.

El retroceso de la CDU y el SPD en el mayor estado alemán, que concentra casi una cuarta parte de los 81 millones de habitantes del país, preocupa en Berlín.

Renania del Norte-Westfalia combina antiguos distritos mineros, urbes universitarias, polos tecnológicos y áreas vitivinícolas, por lo que suele funcionar como termómetro del electorado.

A corto plazo, la atención se centra en las segundas vueltas municipales, previstas dentro de dos semanas. En ellas, candidatos de AfD intentarán conquistar por primera vez alcaldías en el oeste.