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Un tribunal ruso ha condenado este miércoles a 16 años de prisión a Andréi Smirnov, un joven hacker siberiano acusado de alta traición por colaborar con los servicios de inteligencia de Ucrania.

Según informaron medios estatales rusos como RIA Nóvosti, el fallo también incluye una multa de 100.000 rublos -unos 1.270 dólares-, además de una pena adicional por delitos informáticos.

La acusación se remonta a una operación dirigida por el Servicio Federal de Seguridad (FSB), que vinculó a Smirnov con un grupo de ciberdelincuentes responsables de ataques contra infraestructuras digitales clave en Rusia, según informó EFE.

Según los servicios de inteligencia, el joven se unió a la célula después del inicio de la invasión a Ucrania en 2022 y colaboró con los servicios secretos ucranianos para sabotear instalaciones críticas para el funcionamiento del país.

Las autoridades rusas han indicado que los ataques en los que participó interrumpieron el funcionamiento de servicios considerados esenciales, aunque no han especificado cuáles ni cuántos fueron los afectados.

Tampoco se han divulgado detalles técnicos sobre el tipo de malware o métodos empleados, alegando motivos de seguridad nacional.

Esta falta de transparencia es habitual en los casos de alta traición o espionaje, que suelen celebrarse a puerta cerrada y con sumario clasificado.

La detención de Smirnov tuvo lugar en la ciudad de Bélovo, ubicada a unos 100 kilómetros al sur de Kémerovo, en la región siberiana.

El joven residía allí antes de ser arrestado por las fuerzas del FSB, que lo presentaron como un ejemplo de la creciente amenaza cibernética que, aseguran, enfrenta Rusia desde el extranjero.

Desde febrero de 2022, el Kremlin ha endurecido su legislación sobre delitos de alta traición y colaboración con "entidades extranjeras hostiles", categoría en la que encuadra a Ucrania y sus aliados occidentales.

La prensa rusa ha documentado un aumento sustancial en el número de ciudadanos procesados por espionaje, sabotaje o cooperación con servicios de inteligencia extranjeros, muchas veces sin pruebas públicas verificables debido a la clasificación secreta de los juicios.

Smirnov, cuya edad no fue divulgada, habría actuado en el marco de una campaña de guerra híbrida en el ciberespacio, una de las principales líneas de confrontación entre Moscú y Kiev.

Mientras Ucrania ha reforzado sus capacidades digitales con ayuda de aliados occidentales y grupos de ciberactivistas, Rusia ha reaccionado con una fuerte militarización de sus redes y la persecución de cualquier sospechoso de filoucraniano.

El caso se inscribe en un contexto de represión cada vez más severa dentro de Rusia contra cualquier señal de disidencia o colaboración con el enemigo.

Las condenas por traición, que tradicionalmente se reservaban a espías y altos cargos, se están extendiendo a ciudadanos comunes involucrados en actividades digitales, humanitarias o incluso periodísticas.

La sentencia de 16 años contra Smirnov es una de las más severas impuestas hasta la fecha a un hacker acusado de colaborar con Ucrania.

Organizaciones de derechos humanos han denunciado que muchos de estos procesos carecen de garantías procesales básicas y que las confesiones se obtienen bajo coacción o sin acceso a defensa legal independiente.