La calificación de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como organización "extremista" cuyos objetivos son "contrarios al orden democrático" por parte de los servicios de Inteligencia de Alemania no ha gustado a la Administración Trump.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha instado a Alemania a "cambiar de rumbo" tras "otorgar a su agencia de espionaje nuevos poderes para vigilar a la oposición". "Eso no es democracia, es tiranía disfrazada", ha denunciado en una publicación en X.
A su juicio, "lo verdaderamente extremista no es la popular AfD", ha señalado recordando que quedó en segunda posición en las elecciones generales de febrero, sino las "letales políticas de inmigración de fronteras abiertas del establishment" a las que esta formación se opone.
Lejos de ser una opinión aislada en la Administración Trump, el vicepresidente JD Vance ha añadido más leña al fuego esta noche, cuando ha acusado al "establishment" alemán de haber "reconstruido el muro de Berlín". "Occidente derribó el Muro de Berlín juntos. Y ha sido reconstruido, no por los soviéticos ni los rusos, sino por el establishment alemán", ha asegurado en X.
"La AfD es el partido más popular de Alemania y, con diferencia, el más representativo de Alemania del Este. Ahora los burócratas intentan destruirlo", ha añadido.
Estas declaraciones han sentado muy mal en el Gobierno alemán. Desde su cuenta oficial en X el Ministerio de Exteriores germano ha respondido que "esto es democracia".
"Esta decisión es el resultado de una investigación exhaustiva e independiente para proteger nuestra constitución y la ley. Son tribunales independientes los que tendrán la última palabra. Nuestra historia nos ha enseñado que hay que frenar el extremismo de derecha", ha defendido.
Por su parte, Alice Weidel y Tino Chrupalla, los dos líderes de AfD, calificaron este viernes de "duro golpe a la democracia" la decisión de los servicios de Inteligencia del Ministerio del Interior. Una decisión, denuncian en un comunicado, cuyo único objetivo es "descalificar y desacreditar" a una formación que es la principal fuerza de la oposición y a la que algunas encuestas sitúan como primera en intención de voto.
No es la primera vez que el Gobierno de Trump muestra su apoyo a AfD. A mediados de marzo, el vicepresidente de EEUU, JD Vance, generó un gran malestar en Alemania y entre varios líderes europeos cuando arremetió contra la "pérdida de valores" de la UE durante su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich.
El 'número dos' de Trump criticó a sus socios europeos por suprimir visiones políticas "alternativas" y perseguir mensajes discrepantes, al tiempo que abogó por romper los cordones sanitarios. Una clara alusión al pacto de los partidos alemanes de centro para no cooperar con AfD de cara a las elecciones que iban a tener lugar apenas una semana después, el 23 de febrero.
"Si corren ustedes por miedo a sus propios votantes, no hay nada que Estados Unidos pueda hacer por ustedes y tampoco habrá nada que puedan hacer por el pueblo estadounidense que nos eligió a mí y al presidente Trump", aleccionó Vance, que también resaltó que los votantes cada vez se decantan más por "líderes políticos que prometen poner fin a la inmigración fuera de control".
