Las protestas por la muerte a tiros de Nahel por un agente de policía han continuado esta madrugada y, como lleva ocurriendo desde el martes, se han convertido en una guerra campal contra las fuerzas de seguridad. Pasadas las ocho de la mañana, el Ministerio del Interior galo ha informado de al menos 1.311 arrestos en todo el país y 79 policías heridos. 

Con el fin de evitar el caos nacional vivido en la noche del jueves, que acabó con al menos 500 edificios asaltados, 1.900 coches quemados y casi 700 detenidos en decenas de ciudades del país, el presidente Emmanuel Macron reforzó la seguridad este viernes con 45.000 policías, despliegue de blindados y 29 helicópteros.

Al mismo tiempo, se interrumpieron muchas líneas de transporte a partir de las 21:00 horas y se mantuvo el toque de queda en algunas ciudades como Lyon, Étouvie, Pierre-Rollin o Marivaux, entre otras. Sin embargo, nada de eso ha impedido que la violencia vuelva a tomar protagonismo el viernes por la noche y es que, aunque parece que en algunos puntos había grupos más reducidos de manifestantes, los actos de vandalismo han sido más graves. 

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Mientras estos días los disturbios se concentraban en Nanterre (localidad donde vivía Nahel) y París, esta noche el epicentro de la violencia se ha trasladado a Marsella donde, pese a la prohibición de celebrar manifestaciones, ya hay más de 80 personas detenidas. El ministro Gérald Darmanin ha asegurado que ha enviado "importantes refuerzos" para ayudar a controlar la situación.

Además de los incendios en las calles y ataques a la policía, uno de los sucesos más graves en esa ciudad del sur ha sido la brutal agresión contra dos agentes vestidos de paisanos. Según informan medios locales, fueron reconocidos por un grupo de encapuchados que arremetieron contra ellos por la tarde. Actualmente, los policías continúan en el hospital y el caso está siendo investigado como intento de asesinato. 

Al igual que en otras partes del país, en Marsella se han suspendido celebraciones y actos que estaban previstos para los próximos días, como el Orgullo. 

Lyon ha sido otra de las ciudades donde las protestas han sido más intensas. Pese al toque de queda, más de 1.300 personas han salido a las calles y han atacado la prefectura de Rhône. La policía ha respondido con gases lacrimógenos a los fuegos artificiales que han usado como arma.

Armas de fuego

Una de las preocupaciones de las autoridades son las armas, cada vez más peligrosas, que se están utilizando. Mientras que en un inicio los manifestantes protestaban con cócteles molotov, fuegos artificiales o armas caseras, en varios lugares se ha podido ver a personas portando armas de fuego. En Marsella, un hombre ha sido detenido por robar un rifle en una armería. 

Los disturbios se han extendido hasta Guayana, donde el director territorial de la policía nacional, Philippe Jos, ha asegurado en declaraciones a Libération que "varias armas de fuego con munición real apuntaron a la policía". Allí, se ha confirmado la primera muerte por los disturbios, justamente por una bala perdida que, presuntamente, venía de los manifestantes.

"Vencerá la República"

Como ya hizo el jueves, el ministro Darmanin ha seguido de cerca todos los altercados y ha acudido Mantes-la-Jolie (París) "para encontrarse con la policía y los gendarmes una vez más, saludarlos y agradecerles su trabajo extremadamente difícil en este período complicado para nuestro país". 

Desde allí ha hablado en directo en el canal BFM-TV asegurando que aunque es una noche tranquila en Ile-de-France, se ha producido "una violencia inaceptable en Lyon y Marsella".

“Es la República la que va a ganar, no los alborotadores”, ha declarado, lamentando la corta edad de muchos de los manifestantes. "Son niños de 13, 14 años (…) que obviamente es mejor que estén en sus casas que andando por las calles".

Ha subrayado que "el Ministerio del Interior está listo para aumentar aún más su posición de fuerza si las cosas se deterioran, aunque no es el caso esta noche".

No obstante, Darmanin se ha mostrado cauto sobre la posibilidad de decretar un estado de emergencia, que el Gobierno de Macron ha barajado y que ha sido solicitado por la derecha francesa.

El ministro ha destacado que es un dispositivo que sólo "ha sido habilitado cuatro veces en sesenta años" y ha recordado que ante una situación similar ocurrida en 2005 tras las muertes de Ziad Benna y Banou Traoré, se llevó a cabo el décimo día.

“No confundo a los pocos cientos, a los pocos miles de delincuentes, a menudo muy jóvenes por desgracia, con la gran mayoría de nuestros compatriotas que viven en barrios obreros, que quieren trabajar y educar a sus hijos”, ha concluido.