Bruselas

El pulso que libra la Hungría de Viktor Orbán al resto de socios de la Unión Europea desde hace semanas para tratar de desbloquear hasta 13.300 millones de fondos comunitarios se acerca al momento del estallido final. Y amenaza con volverse en contra de Budapest de forma irreversible. "Es un tipo de diplomacia del chantaje que nunca hemos visto nunca antes", denuncia un alto funcionario europeo.

Las ayudas en cuestión (7.500 millones de fondos regionales y 5.800 millones del plan de recuperación pospandemia) han sido suspendidas por Bruselas por los problemas generalizados de fraude, corrupción y falta de independencia judicial en Hungría.

Como medida de presión a sus socios para obtener este dinero, el Gobierno de derecha radical de Orbán está vetando un número creciente de iniciativas clave de la UE que requieren unanimidad. La más importante es el paquete de ayudas de 18.000 millones para ayudar a Ucrania a sobrevivir en 2023 a la guerra de agresión de Rusia.

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Pero Budapest también bloquea el tipo mínimo del 15% para las multinacionales. Y amenaza con paralizar también otras medidas prioritarias que Bruselas pretende sacar adelante en los próximos días: el noveno paquete de sanciones a Rusia o la dotación extra de 5.500 millones de euros para el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, que se utiliza para financiar la entrega de armas a Ucrania. "Lo llamamos una toma de rehenes", ironiza otro diplomático europeo.

Sin embargo, el órdago de Orbán parece haber llegado al final del camino. Para empezar, la Comisión Europea ha emitido este viernes un nuevo dictamen negativo contra Hungría. Una evaluación que habían solicitado Alemania, Italia y Francia para verificar si las leyes aprobadas la semana pasada en el Parlamento de Budapest eran suficientes para resolver los problemas detectados. El veredicto es que no, por lo que Bruselas mantiene sin cambios su propuesta de congelar los 7.500 millones de fondos regionales.

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En paralelo, la UE ya ha puesto en marcha un 'plan B' para salvar la ayuda de 18.000 millones para Ucrania, sorteando el veto de Hungría. Este plan seguirá financiándose con deuda común europea, pero en lugar de usar el presupuesto comunitario como garantía (lo que exige unanimidad), los otros 26 Estados miembros proporcionarán a Bruselas avales nacionales. Con esta solución, Orbán pierde su principal instrumento de chantaje.

A partir de aquí, el tiempo corre en contra del Gobierno de Budapest. Los plazos legales se agotan y Hungría podría quedarse definitivamente sin los fondos europeos. El Ecofin debe adoptar una decisión final sobre los 7.500 millones de ayudas regionales antes del domingo 18 de diciembre a medianoche. Si Orbán persiste en su veto a Ucrania, el resto de socios no están dispuestos a mostrar ningún tipo de benevolencia y congelarán definitivamente estos fondos, señalan las fuentes consultadas.

La segunda decisión que pende de un hilo es la aprobación del plan de recuperación pospandemia de Hungría, cuya dotación asciende a 5.800 millones de euros. El Gobierno de Orbán lo envió a la Comisión Europea en mayo de 2021, pero hasta ahora está congelado precisamente por los problemas de Budapest con el Estado de derecho.

Si el plan no recibe luz verde de la UE antes del 31 de diciembre, Hungría perdería para siempre el 70% de estas ayudas, es decir, 4.000 millones. Una decisión que tendría enormes repercusiones también en los mercados financieros para un país en plena crisis económica. 

En Bruselas todavía esperan poder encontrar una solución en tiempo de descuento y evitar que todo estalle. "A nadie le interesa en plena guerra en Ucrania tener otra guerra dentro de la UE", subraya el diplomático.

No obstante, todas las fuentes consultadas señalan que la pelota está en el tejado de Orbán. Es él el que debe dar el primer paso y desbloquear el plan de asistencia a Kiev. A partir de ahí, el resto de socios podrían buscar soluciones a los fondos. Pero si el primer ministro húngaro no cede, el estallido está asegurado.