Bruselas

Nuevo episodio en la saga interminable del Brexit. Boris Johnson -en su peor momento político tras la moción de confianza de su propio partido por el Partygatevuelve a desafiar a la UE con la publicación de un proyecto de ley que modifica unilateralmente el acuerdo de divorcio que él mismo firmó en octubre de 2019, en particular el protocolo sobre Irlanda del Norte. Johnson sostiene que se trata de ajustes "triviales" y tacha de "exageración" la inquietud general que su iniciativa ha provocado en Bruselas.

"Tomamos nota con gran preocupación de la decisión del Gobierno de Reino Unido de presentar una legislación que desaplica los elementos centrales del protocolo. Las medidas unilaterales dañan la confianza mutua", ha lamentado el vicepresidente de la Comisión responsable del Brexit, Maros Sefcovic. La Unión Europea, ha avisado, no renegociará el protocolo de Irlanda del Norte y adoptará medidas de represalia contra Londres si persiste en su incumplimiento.

Como primera medida, Bruselas tiene previsto reactivar el primer procedimiento de infracción que lanzó contra Reino Unido en marzo de 2021 por vulnerar el protocolo. Un expediente sancionador que se congeló en otoño para dejar espacio a la negociación para encontrar soluciones conjuntas a los problemas en Irlanda del Norte. "La actuación unilateral de Londres va directamente en contra de este espíritu", sostiene Sefcovic.

Además, el Ejecutivo comunitario estudiará nuevas acciones legales contra el Gobierno británico con el fin de "proteger el mercado único de los riesgos que crea la violación del protocolo". Finalmente, Sefcovic ha dado a entender que la UE podría plantearse el acceso de Irlanda del Norte al mercado único, así como la suspensión del tratado de libre comercio con Reino Unido, puesto que su aplicación estaba condicionada al respeto del tratado de divorcio del Brexit.

"La decisión del Gobierno británico socava la confianza que es necesaria para la cooperación bilateral entre la UE y Reino Unido dentro del marco del Acuerdo de Comercio y Cooperación", ha dicho el vicepresidente. El riesgo de una guerra comercial total entre la UE y Reino Unido vuelve a dispararse a máximos.

En concreto, el proyecto de ley planteado por Londres tiene como objetivo suprimir gran parte de los controles para los productos que entran en Irlanda del Norte procedentes de la isla de Gran Bretaña. Para ello se crea un sistema con dos carriles: verde para las mercancías que en teoría se queden en la región británica, que no requerirán ningún control; y rojo para las que vayan hacia Irlanda y el mercado único europeo, que sí serán plenamente supervisadas.

Las empresas que trabajen en Irlanda del Norte podrán escoger entre aplicar las reglas británicas o las de la UE. Además, la reforma acaba con la tutela del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) a la hora de resolver disputas por la aplicación del protocolo, y también finiquita el control de Bruselas sobre las ayudas públicas o el régimen del IVA en Irlanda del Norte. Finalmente, se da carta blanca a los ministros británicos para saltarse el resto de disposiciones del protocolo en caso de inestabilidad política grave.

El origen del problema está en el tipo de Brexit duro que escogió Boris Johnson, que ha supuesto la salida de Reino Unido tanto de la unión aduanera como del mercado único. Para evitar una frontera física en la isla de Irlanda, el primer ministro británico aprobó un estatus especial para Irlanda del Norte, que sí que sigue vinculada a las reglas del mercado interior de la UE. 

Eso significa que, en la práctica, la frontera se ha desplazado al mar de Irlanda, con nuevos controles aduaneros y fitosanitarios a los productos que llegan a los puertos de Irlanda del Norte procedentes de la isla de Gran Bretaña. La nueva frontera ha enfurecido en particular a los unionistas norirlandeses, que denuncian que ponen en peligro la integridad territorial de Reino Unido.

El riesgo de inestabilidad política grave en Irlanda del Norte es precisamente el argumento que esgrime Londres para sostener que la reescritura del protocolo no vulnera el derecho internacional. La región vive en el desgobierno desde las elecciones celebradas en mayo, que se saldaron con la victoria de los republicanos del Sinn Féin (el antiguo brazo político de la organización terrorista IRA), que sí apoya el protocolo en su forma actual.

Sin embargo, el Partido Unionista Democrático (DUP) se opone a entrar en el Ejecutivo norirlandés a menos que se suspenda el protocolo. El Acuerdo del Viernes Santo exige que tanto unionistas como republicanos estén presentes en el Gobierno. Por eso, Londres alega que se trata de una situación grave y urgente que pone en riesgo la paz en Belfast, lo que justificaría cambiar unilateralmente el protocolo.

"Este proyecto de ley preservará el Acuerdo del Viernes Santo Belfast (Viernes Santo) y apuntalará la estabilidad política en Irlanda del Norte. Pondrá fin a una situación insostenible en la que los ciudadanos de Irlanda del Norte reciben un trato diferente al del resto del Reino Unido y protegerá la supremacía de nuestros tribunales y nuestra integridad territorial", ha dicho la ministra de Exteriores británica, Liz Truss.

"Se trata de una solución práctica y razonable a los problemas a los que se enfrenta Irlanda del Norte. Salvaguardará el mercado único de la UE y garantizará que no haya una frontera dura en la isla de Irlanda", sostiene Truss. La jefa de la diplomacia británica asegura que está dispuesta a seguir negociando con Bruselas, pero señala que ahora mismo es imposible una solución consensuada porque la UE se niega a renegociar el protocolo.

"Mientras tanto, la grave situación en Irlanda del Norte significa que no podemos permitir que el problema se pudra. En tanto que Gobierno de todo el Reino Unido, es nuestro deber tomar las medidas necesarias para preservar la paz y la estabilidad", ha indicado Truss.

Sin embargo, ni siquiera es seguro que el proyecto de ley vaya a aprobarse en el Parlamento británico. La iniciativa de Johnson ni siquiera cuenta con el apoyo unánime de su propio partido. Algunos diputados tories temen que dañará la reputación internacional de Reino Unido y acusan al primer ministro de usar de nuevo el Brexit como maniobra de distracción frente a sus problemas de credibilidad personal.

La prensa británica interpreta además el entusiasmo de Truss como un intento de ganarse el apoyo del ala más radical del partido conservador para convertirse en la sucesora de Johnson cuando caiga.

A primera hora de la mañana del lunes, la ministra de Exteriores británica ha mantenido sendas conversaciones telefónicas con el propio Sefcovic y con el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, para informarles de la presentación del proyecto de ley. Ambos han tratado de disuadirla de seguir adelante, sin éxito.

"El Gobierno de Reino Unido propone ahora dejar de lado el derecho internacional, rechazar una estrategia de cooperación, ignorar a la mayoría en Irlanda del Norte y aumentar deliberadamente la tensión cono una UE que busca un acuerdo. Seguimos abiertos al diálogo para llegar a un acuerdo, pero esta iniciativa aumenta la inestabilidad y no es la solución", ha lamentado Coveney.

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