1.109 muertos el 30 de diciembre. 941 muertos el 4 de enero. 1.009 muertos el 5 de enero. Alemania sufre la Covid-19 como nunca antes lo ha hecho. Ni en la primera ni en la segunda ola se enfrentó a tales cantidades de fallecidos y de nuevos contagios por coronavirus. El ejemplo de la gestión del Gobierno de Angela Merkel y de los 16 länder que componen el país tampoco ha podido con la pandemia, que al final ha doblegado al milagro europeo.

A mediados de junio de 2020, en Alemania, según datos del Instituto Robert Koch, organización gubernamental responsable del control y prevención de enfermedades, se contabilizaban 188.500 casos y una cifra reducida de apenas 8.800 muertos. Merkel y su Gobierno se convirtieron en los responsables del único país europeo capaz de hacer frente a la Covid.

Alemania lucía músculo. Su sistema sanitario, con más de 28.000 camas UCI con respirador -aproximadamente 34 camas por cada 100.000 habitantes- y su extensa capacidad para testar a la población daban los resultados que más tarde se conseguirían en España o Italia en cuanto a rastreo. Pero además de identificar antes a los asintomáticos y también a los ya contagiados -que por ende recibían con más antelación un tratamiento-, la pandemia se manifestó de forma diferente al principio.

Los primero contagios llegaron a Alemania a través de las estaciones de esquí, lo que identificaba con una tipología muy clara a los contagiados: adultos jóvenes o de mediana edad en buen estado de salud. La parte en que los mayores comenzaron a ser el principal objetivo de la Covid llegaría en un segundo momento, cuando el país ya había puesto en marcha toda su maquinaria.

Angela Merkel, este miércoles, en la reunión semanal de la Cancillería alemana. Reuters

Pero no sólo eso. Merkel fue, como casi cualquier dirigente alemán, alérgica a la utilización de la figura constitucional del estado de emergencia. Alemania posee la misma figura que España para que el Gobierno pueda tomar las riendas de la situación sin control parlamentario o de los gobiernos regionales, pero los excesos de su utilización durante la República de Weimar que, en cierta medida, condujeron al triunfo del nazismo la convierten en algo únicamente planteable en última instancia.

Restricciones

Así que el Ejecutivo alemán pactó con los 16 länder y con las administraciones regionales y locales una ley por la que no sólo se invocaba la distancia de seguridad y el uso de mascarilla, sino que cerraban colegios y universidades, imponía restricciones en los eventos sociales masivos, cerraba todos los comercios no esenciales y, sobre todo, concedía a los länder la capacidad de endurecer tales medidas a su discreción.

"Este es el mayor desafío para Alemania no desde la Reunificación, sino desde la Segunda Guerra Mundial", dijo Merkel en su discurso a la nación el 18 de marzo de 2020. Sin embargo, en aquel momento, la presidenta no era consciente de la razón que tenía, pues aunque Alemania era el cuarto país del mundo en número de contagios (por detrás de Estados Unidos, Italia y España), sólo acumulaba 1.584 fallecidos, una cifra pírrica en comparación con otros países y que arrojaba un dato demoledor: mientras la tasa de mortalidad en España era del 10% y en Italia del 12%, la de Alemania se situaba en un 1,6%, por debajo incluso de la de Corea del Sur.

Aquel panorama esperanzador de la primera ola se ha convertido en una pesadilla muy real a principios de 2021. Las cifras de los últimos días (más de 100.000 contagios en la última semana) no son del todo claros, pues el propio Instituto Robert Koch reconoce que en los días en torno a Navidades y Fin de Año se realizaron menos test y probablemente las autoridades no han comunicado diariamente los positivos confirmados para su cómputo centralizado.

Y todo ello con una incidencia acumulada a 14 días de apenas 127,3 casos por cada 100.000 habitantes que sitúa al país décimo en el ránking mundial de contagios, justo detrás de España (1.982.544 frente a 1.829.673) y decimocuarto en la lista de fallecidos por coronavirus con 37.744.

Jens Spahn, ministro de Sanidad alemán, durante su última conferencia de prensa. Reuters

Así las cosas, Gobierno central y länder han decidido prolongar durante todo el mes de enero la actuales restricciones y aumentarlas en el caso de las reuniones sociales: sólo una persona de un grupo familiar podrá acceder a otro domicilio. Además, permanecerán cerrados los colegios y comercios no esenciales y continuará suspendida la actividad en los locales deportivos, culturales, gastronómicos y de ocio. Finalmente, todos aquellos municipios con una incidencia acumulada de más de 200 casos en 7 días verán limitada su movilidad a un máximo de 15 kilómetros a la redonda de tal municipio.

"Es algo duro para todos pero es indispensable, tenemos que cortar las cadenas de contagios y reducir los casos así como evitar un colapso de los sistemas de salud", dijo en conferencia de prensa digital el ministro de Sanidad, Jens Spahn, quien está siendo el centro de las críticas por la gestión del proceso de vacunación dentro de la Unión Europea.

"Hay que decir que la vacuna es hoy un bien escaso en todo el mundo y por ello hay que establecer prioridades. Por eso, tenemos que pedir paciencia a parte de la población. La escasez no se debe a que hayamos pedido pocas dosis sino a las capacidades de producción", agregó. La "buena noticia", según el ministro, es que toda vez que la vacuna de Pfizer/BioNTech ya se está administrando -Alemania habla ya de 400.000 vacunados-, la UE aprobó este miércoles la vacuna de Moderna.