Bruselas

Durante una cumbre de la UE en Riga en mayo de 2015, el ex presidente de la Comisión Europeo, Jean-Claude Juncker, saludó a Viktor Orbán -mitad en broma y mitad en serio- con un jocoso "hola, dictador". En Bruselas temen que este apelativo se convierta ahora en una realidad irreversible: el primer ministro húngaro ha aprovechado la crisis del coronavirus para declarar un estado de emergencia permanente que le permite gobernar de forma indefinida por decreto, sin control parlamentario. Los dirigentes comunitarios se declaran impotentes a la hora de frenar esta deriva autoritaria en un país socio del club.

¿Se está convirtiendo Hungría en una dictadura con todas las letras? Desde que el Parlamento húngaro aprobó el pasado lunes dar a Orbán poderes extraordinarios y sin límite temporal para combatir la pandemia, cada vez son más las voces en la UE que alertan de que en ese país está en peligro la libertad de expresión, la separación de poderes e incluso la propia democracia.

La denominada Ley de Protección contra el Coronavirus impone además penas de cárcel de hasta cinco años para las personas que obstaculicen las medidas para frenar la expansión del virus o que difundan fake news que causen alarma o dificulten la lucha contra la pandemia. Ha salido adelante gracias a la cómoda mayoría absoluta de dos tercios de la que goza en el Parlamento húngaro Fidesz, la fuerza política de Orbán, que está adscrito al Partido Popular Europeo (PPE).

El portavoz del Gobierno húngaro, Zoltán Kovács, muy combativo en redes sociales, tacha de "idiotas" a los que sostienen que Orbán ha aprovechado la pandemia para dar un golpe de Estado. "¿Cómo puede un primer ministro dar un golpe de Estado contra su propio Gobierno? La ley fue aprobada por un Parlamento elegido democráticamente de acuerdo con las reglas que marca la Constitución. Terminará cuando el Parlamento la derogue o cuando la pandemia acabe", alega en Twitter.

Viktor Orbán conversa con Emmanuel Macron durante la última cumbre presencial de febrero UE

La otra tesis que esgrime el portavoz de Orbán en defensa propia es que la declaración del estado de emergencia en Hungría no difiere mucho de las medidas adoptadas en Bélgica, Suecia o Francia para poner en práctica el confinamiento frente a la pandemia. Y además cuenta con el apoyo del 90% de los ciudadanos, según las encuestas que maneja el Gobierno húngaro.

Preocupación en Bruelas

Estos argumentos no convencen en absoluto a la Comisión de Ursula von der Leyen, que sin embargo hasta ahora ha sido totalmente incapaz de actuar. Como el primer ministro húngaro, la alemana pertenece al PPE y se había propuesto al principio de su mandato reparar las maltrechas relaciones con Budapest y Varsovia -otro país en el que Bruselas cree que está en riesgo el Estado de derecho- con el fin de evitar que se ahonde la fractura entre el Este y el Oeste de la UE.

La impotencia de Von der Leyen quedó al descubierto en un largo comunicado publicado este martes, que se refería claramente a la ley de emergencia húngara pero en el que sin embargo no se menciona a Hungría ni a Orbán ni una sola vez.

"Es muy importante que las medidas de emergencia no se adopten a expensas de nuestros valores y principios fundamentales", sostiene Von der Leyen. "El respeto de la libertad de expresión y la seguridad jurídica son esenciales en estos tiempos de incertidumbre (...) Las medidas de emergencia deben limitarse a lo necesario y ser estrictamente proporcionales. No pueden durar indefinidamente", señala el comunicado.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Reuters

El colegio de comisarios ha vuelto a debatir la situación en Hungría durante su reunión semanal de este miércoles. Pero tampoco de ahí ha salido ninguna decisión, más allá de la promesa de elaborar una "cartografía" sobre las medidas de emergencia adoptadas por todos los Estados miembros debido al coronavirus. 

Siguiendo la estela de Von der Leyen, un grupo de 13 Estados miembros, entre los que está España, han publicado este miércoles un comunicado conjunto expresando su inquietud por la situación en Hungría, pero que tampoco nombra al país ni a su primer ministro. En la lista de firmantes figuran además Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y Suecia.

"Estamos profundamente preocupados por el riesgo de violación de los principios del Estado de derecho, la democracia y los derechos fundamentales derivados de la adopción de ciertas medidas de emergencia. Las medidas de emergencia deberían limitarse a lo estrictamente necesario, deberían ser proporcionadas y temporales por naturaleza (...) No deberían restringir la libertad de expresión o la libertad de prensa", dice el comunicado.

Las sanciones de que dispone la UE

¿De qué instrumentos dispone la UE para frenar la deriva autoritaria en Hungría? El gran problema es que la herramienta más potente, el artículo 7 del Tratado, ya fue activada por la Eurocámara en septiembre de 2018, pero no ha dado ningún resultado. Se trata de un procedimiento sancionador que podría acabar en la suspensión del derecho de voto de Hungría en la UE por poner en riesgo el Estado de derecho.

Pero la decisión debe adoptarse por unanimidad y Orbán cuenta con aliados como Polonia -país junto con el que ha acuñado el concepto de "democracia iliberal"- que bloquean cualquier castigo. En su informe sobre Hungría, el Parlamento Europeo ya denunciaba los ataques a los medios de comunicación independientes, a las ONGs o a la libertad académica de instituciones como la Universidad Centroeuropea; la sustitución de jueces incómodos o el fraude con fondos europeos perpetrado por personas cercanas a Orbán

La otra alternativa que se ha manejado en Bruselas durante los últimos meses consiste en congelar los fondos europeos a los países que no respeten el Estado de derecho. Hungría es el segundo Estado miembro que más se beneficia de las políticas de cohesión, por detrás de Polonia. En 2018 recibió ayudas netas de la UE por valor de 5.207 millones de euros, cifra equivalente al 4,1% de su PIB.

Del fondo especial de 37.000 millones contra el coronavirus creado por Von der Leyen le corresponden 5.600 millones, frente a los apenas 2.300 que llegarán a Italia, el país más golpeado por la pandemia. Pero de momento no hay base legal para congelar las subvenciones comunitarias a Orbán amparándose en su deriva autoritaria: está previsto que se incorpore al próximo presupuesto plurianual de la UE que todavía no se ha aprobado.

A la espera de alguna medida concreta contra Orbán, proliferan las declaraciones de censura. Su ley contra el coronavirus concede "poderes extraordinarios al Gobierno para actuar por decreto sin una fecha final clara y sin salvaguardas". "Incluso en una emergencia, es necesario observar la Constitución y garantizar el escrutinio parlamentario y judicial y el derecho a la información", ha denunciado Dunja Mijatovic, la responsable de derechos humanos del Consejo de Europa, una institución ajena a la UE.

¿La primera dictadura en la UE?

"Orbán ha cruzado todas las líneas rojas. Hungría se está convirtiendo en la primera dictadura en la UE y no vamos a aceptarlo. El Parlamento Europeo, el corazón de la democracia europea, no se quedará callado", ha dicho la jefa de los socialistas europeos, Iratxe García. Pide a Von der Leyen que abandone la "tibieza cómplice" con el primer ministro húngaro y actúe como guardiana de los Tratados.

"Los acontecimientos en Hungría son una alerta roja para la democracia liberal en Europa y más allá. La actual crisis del coronavirus no debe utilizarse como cortina de humo para cometer abusos de poder", sostiene Dacian Ciolos, el jefe del grupo liberal en la Eurocámara, al que están adscritos Ciudadanos y La República en Marcha de Emmanuel Macron.

El propio Partido Popular Europeo ya ha debatido varias veces, la última a principios de febrero, expulsar a Orbán de sus filas. Actualmente, Fidesz está suspendido de militancia a la espera de que rectifique su deriva. Pero el presidente del PPE, el polaco Donald Tusk, ha escrito este miércoles a todas las delegaciones nacionales sugiriendo que reconsideren su decisión.

"Aprovechar la pandemia para construir un Estado de permanente emergencia es políticamente peligroso y moralmente inaceptable. Por eso hay tantos interrogantes y preocupaciones sobre la situación en Hungría", escribe Tusk.

Entre las pocas voces que han salido en defensa de Orbán se encuentra la del líder de Vox, Santiago Abascal, que denuncia el ataque de "toda la progresía europea". "En esta crisis ha tomado medidas valientes protegiendo a su población. Otros, con la mitad de apoyo popular, han acumulado mucho más poder y nos han traído el caos sanitario, político y económico", ha escrito en Twitter.

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