Málaga

“Andalucía no solo tiene playas muy buenas, una cultura extraordinaria o una gastronomía increíble, también es ciencia, tecnología y capacidad industrial”. Así se ha pronunciado el cirujano cardiovascular del Hospital Regional Universitario de Málaga Ignacio Díaz de Tuesta durante la presentación del respirador "Andalucía respira", nombre con el que lo han rebautizado. Antes se llamaba "Málaga respira" y se le augura un éxito "rotundo".

Al respecto, ha dejado clara una cuestión sobre el aparato cuyo germen estaba en su propia tesis doctoral: “Es un prototipo que está diseñado en una situación de escasez de recursos, es un dispositivo de guerra que no puede ni pretende competir con los respiradores comerciales”. 

En las etapas más graves del Covid-19, el paciente es incapaz de respirar por sí mismo y necesita la ayuda de estas máquinas, que se han convertido en el equipamiento más solicitado por hospitales de todo el mundo. Tan solo en España se ha pasado en dos meses de un contagiado a 100.000 y este material escasea.

La situación es tal que algunos centros hospitalarios han pedido máscaras de buceo del Decathlon a vecinos, amigos y familiares –en realidad, a todo el que tenga una en casa y la pueda facilitar–. ¿Para qué? Para fabricar, de aquella manera, respiradores, con resultados, de momento, esperanzadores. En el Gregorio Marañón la están utilizando diez pacientes.

El ingenio español

Por su parte, el secretario general de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Junta de Andalucía, Isaac Túnez Fiñana, ha asegurado que este respirador hecho en Andalucía, con ayuda de certificadoras acreditadas como Dekra, ha conseguido ir siendo validado en todos sus aspectos.

Además satisfactoriamente, hace unos días, lo hizo el primer ensayo clínico en pacientes con "un éxito rotundo e imbatible en cuanto a sus resultados". El objetivo es tener listo en esta semana el cuarto prototipo para superar los ensayos finales y llegar a la homologación final con las pruebas clínicas que faltan.

El doctor Díaz de Tuesta asegura, no obstante, que no puede tener ni tantos sensores, ni tanta capacidad como otros respiradores comerciales, ni se trata de la primera elección en una UCI. Sin embargo abunda en que “la opción ha sido utilizar el ingenio español” ante esta situación de escasez de mercados en el que otros países, como EEUU o Inglaterra, luchan para obtener estos aparatos.

En concreto, ha detallado que en el prototipo número 3 se ha trabajado más la seguridad después de que el 1, pudo mantener con vida a un cerdo durante 24 horas. El prototipo 2 es el que se utilizó en la paciente de Antequera, cuya familia permitió hacer la prueba de funcionamiento, y ahora están a la espera de que otro paciente cumpla los requisitos para un nuevo ensayo clínico.

El objetivo es que empresas de Málaga, Sevilla, Cádiz y Jaén puedan empezar en unos diez días a fabricar hasta 50 dispositivos a la semanauna vez realizados los dos ensayos que ha requerido la Agencia Española del Medicamento, para utilizarlos como alternativa si se llegan a copar todos los respiradores automáticos.

Interés del Gobierno

El Gobierno central y los dirigentes de otros países ya se han interesado por él y la ventaja, afirma el secretario general, es que se realiza a través del montaje de piezas estándares, que están en el mercado habitualmente y que no tienen carencia.

Por su parte, el catedrático del departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Málaga, Víctor Muñoz Martínez, ha explicado el proceso de su construcción. Con la tesis del doctor Díaz han actualizado el concepto a requirimientos actuales y tecnológicos con una ingeniería “en estado puro”. Por tanto, las empresas que lo fabriquen tienen que estar capacitadas.

Por último, el gerente del Sistema Andaluz de Salud (SAS), Miguel Ángel Guzmán, ha subrayado que los médicos podrán tener a su disposición una herramienta útil a partir de las próximas semanas, que es cuando se prevé la llegada a ese ansiado pico de contagiados.

El respirador ha sido fabricado por un equipo de trabajo compuesto por médicos de los hospitales universitarios Regional de Málaga y Virgen de la Victoria, junto a investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima), en colaboración con un grupo de ingenieros de la Universidad de Málaga (UMA).

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