Bruselas

En marzo de 2016, la Unión Europea y Turquía firmaron un acuerdo migratorio que en la práctica convertía al presidente Recep Tayipp Erdogan en el guardián de la frontera oriental comunitaria. El Gobierno de Ankara se comprometió a retener en su territorio a los refugiados sirios que intentaban llegar a Europa. A cambio, Bruselas pagaría a Turquía 6.000 millones de euros por esta externalización del control de fronteras.

El acuerdo con Turquía fue una iniciativa de emergencia de la canciller Angela Merkel para tratar de hacer frente a la crisis migratoria de 2015. La apuesta de Alemania funcionó y el número de entradas irregulares por la ruta del Mediterráneo Oriental entre Turquía y Grecia se redujo desde el récord absoluto de 885.000 en 2015 hasta 82.000 el año pasado. Los dirigentes comunitarios se desentendieron del riesgo de que un régimen cada vez más autoritario como el de Erdogan utilizara a los refugiados como arma política para presionar a la UE

Tras varias amenazas que se quedaron en nada, el presidente turco ha decidido pasar a la acción. Ha abierto las puertas a los refugiados sirios para que puedan llegar a Europa a través de la frontera con Grecia. El detonante fue la muerte la semana pasada de una treintena de soldados turcos en un bombardeo del régimen de Bashar al Asad en la ciudad de Idlib. Erdogan se queja de la falta de solidaridad de la UE en la guerra de Siria y en la gestión de los 4 millones de refugiados sirios que viven en Turquía.

Las amenazas de Erdogan han hecho saltar todas las alarmas en la Unión Europea, que tiene miedo de que se repita la crisis migratoria como la de 2015. Pese a los cinco años transcurridos, los Veintisiete no han sido capaces de construir una política de asilo y migración común y no están preparados para hacer frente a una nueva avalancha de refugiados.

Los países del Este, encabezados por Hungría y Polonia, continúan rechazando cualquier reparto solidario de migrantes para aliviar la presión sobre países fronterizos como Grecia, Italia o España. En el control de las fronteras exteriores, el refuerzo de Frontex avanza a paso de tortuga y en Grecia persisten los problemas en los centros de recepción de refugiados, que están desbordados. Una nueva avalancha de demandantes de asilo agravaría las divisiones entre los Estados miembros y pondría en riesgo las costuras de la UE.

Diálogo con Erdogan

Por eso, los dirigentes comunitarios se han fijado como prioridad salvar el acuerdo migratorio con Turquía. "Reconozco que Turquía se encuentra en una situación difícil con los refugiados y los migrantes, pero lo que estamos viendo ahora no puede ser una respuesta o una solución", ha dicho este lunes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ella habló el viernes con Erdogan y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, hizo lo propio con el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu.

"Hemos establecido un diálogo más intenso con Turquía a todos los niveles políticos con el fin de encontrar de nuevo un terreno común sobre la situación de los refugiados y para discutir dónde se necesita apoyo, sabiendo que tenemos un acuerdo en vigor al que nos atenemos y que pensamos que es la base adecuada para empezar el diálogo", asegura Von der Leyen.

"La Comisión sigue estando plenamente comprometida con el respeto del acuerdo que se ha firmado con Turquía y considera que Turquía debe respetarlo de la misma forma. Nuestros esfuerzos se centran ahora en dialogar con las autoridades turcas para garantizar que este acuerdo siga aplicándose por parte de las dos partes de forma completa", sostiene el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer. De los 6.000 millones que la UE ha prometido a Turquía, 4.700 millones han sido ya objeto de compromisos contractuales y 3.200 millones se han pagado.

"Seguimos instando a nuestros socios turcos a que cumplan los compromisos derivados de este acuerdo, que sigue en pie porque nadie lo ha rechazado formalmente ni lo ha cancelado", afirma el portavoz de Borrell, Peter Stano. "Todos los esfuerzos actuales de la UE se centran ahora en volver a la normalidad en la aplicación de este acuerdo", ha insistido.

Solidaridad de la UE con Grecia

A la espera de que estos esfuerzos den algún fruto, Von der Leyen viaja este martes a Grecia acompañada de los presidentes del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la Eurocámara, David Sassoli, con el fin de mostrar su "plena solidaridad" con el Gobierno de Atenas. Los tres visitarán la frontera con Turquía acompañados del primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis.

Eso significa en la práctica que la UE avala las drásticas medidas sin precedentes que está adoptando Grecia para frenar la entrada de migrantes, pese a las críticas de las organizaciones humanitarias. Mitsotakis anunció este domingo que aumenta al máximo el nivel de disuasión en las fronteras griegas y que no aceptará ninguna petición de asilo durante el próximo mes. "El desafío al que se está enfrentando Grecia ahora es un desafío europeo", ha dicho Von der Leyen.

El primer ministro griego ha pedido además ayuda urgente de Frontex. En respuesta a esta solicitud, la Guardia Europea de Fronteras y Costas ha anunciado este lunes que lanzará una misión de intervención rápida para asistir a Grecia en el control de su frontera marítima y terrestre. Sin embargo, los detalles del operativo todavía no se han cerrado porque dependen de los guardias de frontera que envíen el resto de Estados miembros, ya que Frontex todavía no ha reclutado a su cuerpo permanente.

Además, tanto los ministros de Exteriores de los Veintisiete como los responsables de Interior tienen intención de celebrar reuniones extraordinarias a lo largo de esta semana con el fin de discutir cómo pueden ayudar a Grecia y cómo puede la UE contribuir a un alto el fuego en Idlib que frene la huida de refugiados sirios.

La organización humanitaria Oxfam ha criticado las medidas adoptadas por el Gobierno griego y el apoyo de la UE. "No hay ninguna justificación para la decisión de la UE y del Gobierno griego de dejar a la gente abandonada en tierra de nadie en sus fronteras sin acceso a comida, alojamiento o atención médica", ha dicho en un comunicado.

"En lugar de apoyar los esfuerzos de Grecia para mantener a la gente atrapada en su frontera exterior, la UE debería recodar sus obligaciones humanitarias y legales de garantizar que estas mujeres, hombres y niños puedan acceder de forma segura a protección", reclama Oxfam.

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