Bruselas

Durante sus ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi ha comparecido en el Parlamento Europeo más de 30 veces en tres legislaturas distintas y ha respondido a alrededor de 600 preguntas de los eurodiputados. En su última intervención antes de que concluya su mandato el 31 de octubre, el banquero italiano se ha hecho fotos con los diputados y ha sido obsequiado con una placa conmemorativa por parte de la nueva presidenta de la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, Irene Tinagli.

Pero Draghi no estaba de humor para muchas celebraciones en su despedida. La economía de la eurozona se desacelera mucho más rápido de lo previsto debido a las guerras comerciales de Donald Trump y a las tensiones geopolíticas, lo que ha llevado al presidente del BCE a impulsar otra ronda de estímulos económicos. Una decisión que le ha acarreado duras críticas de sus propios colegas en el consejo de gobierno, en particular del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, y de su homólogo holandés Klaas Knot, que denuncian que los nuevos estímulos tienen más contraindicaciones que efectos positivos.

El banquero italiano ha aprovechado su última comparecencia en la Eurocámara para defender sus medidas, arremeter contra los críticos y volver a pedir a los países con margen de maniobra presupuestario (es decir, a Alemania y Holanda) que aumenten el gasto público para frenar la inminente recesión.

"Desde mi última comparecencia ante esta comisión hace unos meses, el ritmo de crecimiento de la eurozona se ha ralentizado considerablemente, más de lo previsto  inicialmente", ha relatado Draghi a los eurodiputados. El propio BCE acaba de recortar sus proyecciones hasta el 1,1% en 2019 (0,6 décimas menos de lo calculado en diciembre) y el 1,2% en 2020 (0,5 décimas menos).

El frenazo en la eurozona, ha subrayado el presidente del BCE, "se debe principalmente a la debilidad del comercio internacional en un entorno de incertidumbre persistente relacionada con las políticas proteccionistas y factores geopolíticos". "Estos factores están pesando cada vez más en el sentimiento económico, en particular en el sector industrial, que está más orientado al comercio y expuesto a influencias externas", ha agregado.

Alemania es el país de la eurozona más afectado hasta ahora precisamente porque tiene el sector industrial más potente. Pero el banquero italiano ha alertado del riesgo de contagio a otros sectores, en particular a los servicios. "Cuanto más persista la debilidad en el sector industrial, más aumentará el riesgo de que otros sectores de la economía se vean afectados por la ralentización", ha apuntado.

"De cara al futuro, los recientes datos y los indicadores adelantados -como los nuevos pedidos para la exportación en la industria- no muestran signos convincentes de un rebote en el crecimiento en un futuro próximo y el equilibrio de riesgos sigue inclinado a la baja", ha señalado Draghi.

La nueva ronda de estímulos era imprescindible

Todos estos datos alarmantes son los que llevaron al BCE a adoptar un amplio paquete de estímulos monetarios el pasado 12 de septiembre. Una ronda que incluyó una nueva bajada de tipos, la reanudación del programa de compra de deuda, la promesa de no volver a subir el precio del dinero hasta que la inflación no esté en el objetivo del 2% y un sistema escalonado para compensar a los bancos afectados por los tipos negativos.

"Cuando el consejo de gobierno se reunió hace dos semanas, se enfrentaba a una ralentización más rápida y extendida de lo previsto anteriormente, a riesgos importantes y persistentes a la baja para las perspectivas de crecimiento y a un retraso adicional en la convergencia de la inflación hacia nuestro objetivo. Una respuesta fuerte en materia de política monetaria era por tanto imprescindible", sostiene Draghi. 

El presidente del BCE ha criticado sin nombrarlos a los banqueros centrales que han criticado en público las medidas. En primer lugar, ha destacado que "había una mayoría clara a favor". Y después ha agregado que en su etapa anterior como gobernador del Banco de Italia, él nunca arremetió contra las decisiones de Fráncfort.

En todo caso, Draghi reconoce que el BCE no puede salvar en solitario a la eurozona y reclama a Alemania y Holanda que se movilicen contra la recesión. "Los Gobiernos con espacio fiscal que se enfrentan a una desaceleración deberían actuar de forma eficaz y rápida", ha repetido. En contraste, los países con elevada deuda pública (como Italia, España o Francia) deben mantener "políticas prudentes" y centrarse en las reformas estructurales.

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