Bruselas

"Los países con margen fiscal deberían utilizarlo para combatir la ralentización de la economía". Esta frase en apariencia anodina, que parece que no nombra a nadie en concreto, es en realidad una llamada de socorro dirigida a Alemania (y también a Holanda, aunque su potencia de fuego es menor) para que salga al rescate de la eurozona. Una súplica encubierta en la indescifrable jerga bruselense cuyo objetivo es que Berlín renuncie por una vez a su idolatría del déficit cero y dispare toda la munición disponible en forma de gasto público para frenar la inminente amenaza de una nueva recesión.

En la reunión informal del Eurogrupo celebrada este viernes en Helsinki (Finlandia), la misma declaración ha sonado una y otra vez como un mantra. Los ministros de Finanzas, el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión han redoblado la presión sobre el Gobierno de Angela Merkel para que actúe cuanto antes. El activismo monetario desplegado por Mario Draghi en su penúltima intervención en Fráncfort ya no es suficiente para apuntalar la recuperación: se necesita con urgencia un manguerazo de estímulos presupuestarios.

La eurozona presenta ya crecientes síntomas de enfriamiento debido a las guerras comerciales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El BCE acaba de rebajar sus previsiones de crecimiento. Peligros aún más graves acechan en el horizonte, en particular el brexit salvaje que persigue el primer ministro británico, Boris Johnson. Y ninguna de las otras grandes economías del bloque -ni Francia, ni Italia, ni España- pueden sacar el bazooka debido a su alto nivel de endeudamiento.

"Mi mensaje es bastante claro. Los países con espacio fiscal deberían utilizarlo para combatir la ralentización de la economía. Deben hacerlo no por solidaridad con otros sino por su propio interés. Y esto por supuesto debe complementarse con reformas a nivel de la eurozona", ha dicho el presidente del Eurogrupo, el socialista portugués Mario Centeno. Su alusión a Berlín estaba todavía más clara: la economía alemana se contrajo un 0,1% durante el segundo trimestre y según el Bundesbank ya está en recesión.

Centeno admite que el Eurogrupo está dividido sobre la necesidad de estímulos fiscales o monetarios. La discusión en Helsinki ha sido "bastante interesante", ha afirmado. Lo que en realidad quería decir es que ha resultado como mínimo acalorada y que no hay consenso sobre cómo actuar. No obstante, el portugués quiere ver el vaso medio lleno. "Pese a toda la incertidumbre, seguimos siendo positivos sobre la economía de la eurozona, que aún crece aunque a ritmo más lento", se ha consolado.

Cada vez más riesgos

Más alarmista se ha mostrado el vicepresidente económico de la Comisión, el conservador Valdis Dombrovskis. "Hay preocupación por la ralentización del crecimiento mundial, más pronunciada por las prolongadas tensiones comerciales entre EEUU y China. La actual incertidumbre está empezando a afectar a la economía europea. Algunos riegos adicionales, como un brexit sin acuerdo, podrían poner a prueba la resistencia de nuestras economías", ha avisado.

A su juicio, la "principal conclusión es que la política monetaria en solitario no puede resolver el problema". "Así que invitamos a los países que tienen espacio fiscal a que lo usen para estimular la economía y pedimos a todos los países que aceleren sus esfuerzos en materia de reformas estructurales". Este último mensaje del vicepresidente del Ejecutivo comunitario va dirigido en particular a países como Italia o España.

"No deberíamos estar satisfechos con el nivel de crecimiento en la eurozona. Es un problema para todas las empresas y ciudadanos que demandan más prosperidad y empleo", ha clamado el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire.

Francia propone un "pacto de crecimiento" basado en tres pilares: "más inversión de los países que tienen el espacio fiscal necesario para invertir más, más reformas estructurales para los países con problemas de productividad y competitividad y reducción del nivel de gasto público y deuda", sostiene Le Maire.

El representante francés en el directorio del BCE, Benoît Coeuré, ha defendido la ronda de estímulos monetarios aprobados este jueves por Mario Draghi para combatir la recesión: un nuevo recorte de tipos del -0,4% al -0,5% en la facilidad de depósitos, que se traducirá en más penalización para los bancos que aparquen su exceso de liquidez en Fráncfort; y la reanudación del programa de compra de deuda a un ritmo de 20.000 millones de euros al mes sin límite temporal.

No obstante, también Coeuré admite que el BCE no puede hacerlo todo y pide a Alemania que intervenga. "Los Gobiernos con espacio fiscal deberían actuar de forma eficaz y sin demora. Eso fue una conclusión unánime del Consejo de Gobierno. Como dijo ayer Mario Draghi, ya es hora de que la política fiscal se haga cargo de la situación".

Los halcones rechazan más estímulos

Por su parte, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, ha asegurado que el Eurogrupo está de acuerdo en que es necesario tener una política fiscal "más expansiva" a nivel europeo. Calviño ha señalado que incluso su homólogo alemán, Olaf Scholz, ha dicho a su Parlamento que actuará cuando lo vea necesario. En concreto se ha referido a un estímulo que podría llegar a 50.000 millones de euros. 

Pero este viernes Scholz ha preferido guardar silencio sobre esta cuestión. No parece tener prisa. Tampoco ha querido comentar la decisión del BCE, que en Alemania ha sido recibida como un ataque a los ahorradores. Pero sí que han acudido en su auxilio los sospechosos habituales, los halcones de la disciplina fiscal. 

"Quizá los ministros de Finanzas deberían haberse centrado más en los últimos años en gastar menos y devolver su deuda pública. A menudo hay mucha presión sobre Alemania, pero quizá esos países que están presionando a Alemania deberían haber pasado más tiempo los últimos años pagando su deuda pública", ha dicho la ministra de Finanzas sueca, la socialista Magdalena Andersson.

"Ni hay riesgo de deflación, ni hay ningún signo que apunten a una recesión en toda la eurozona", asegura el gobernador del Banco de Holanda, Klaas Knot. Knot ha publicado un duro comunicado dedicado a arremeter contra los estímulos de Draghi, que a su juicio tienen más contraindicaciones que beneficios.

"Este amplio paquete de medidas, en particular la reanudación de la compra de deuda, es desproporcionado en relación a las actuales condiciones económicas y hay motivos sólidos para dudar de su eficacia. La economía de la eurozona funciona a plena capacidad y los salarios están subiendo", sostiene el holandés.

"Las condiciones de financiación para consumidores, empresas y Gobiernos son muy acomodativas y no suponen ningún impedimento para la concesión de créditos, el consumo y la inversión. Al mismo tiempo, hay cada vez más signos de escasez de activos de bajo riesgo, de precios distorsionados en los mercados financieros y comportamientos de riesgo excesivo en los mercados inmobiliarios", ha avisado. 

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