Bruselas

Ni la falta de Gobierno con capacidad de actuar, ni las sucesivas prórrogas presupuestarias, ni la parálisis reformista desde 2015 ni el riesgo de una nueva repetición electoral parecen hacer mella en la marcha de la economía española. La Comisión Europea ha mejorado este miércoles su previsión de crecimiento para España este año: vaticina una expansión del 2,3%, dos décimas más de lo que había calculado en primavera. Para 2020, el pronóstico se mantiene en el 1,9%, es decir, una ralentización que se explica por las tensiones comerciales globales.

Entre los grandes países de la eurozona, España sigue siendo el que más crece, muy por encima de Francia (1,3%) y sobre todo de Alemania (0,5%) e Italia (0,1%), que rozan el estancamiento. De hecho, el ritmo de expansión de la economía española prácticamente duplica la media de la eurozona (1,2%).

¿Le inquieta a la Comisión el bloqueo político en España? ¿Qué impacto económico tendría una repetición de las elecciones en noviembre y otro año más sin presupuesto  ni reformas? "Las previsiones que presentamos sobre España son sólidas y la economía española va mucho mejor en cuanto a su estructura. No es la primera vez que hay incertidumbre en España y en todas las ocasiones España ha continuado progresando, de lo cual me alegro", ha contestado a EL ESPAÑOL el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.

"Llevamos ya algunos años en esta situación de impás político, de varias elecciones y la economía española se ha desacelerado suavemente pero se está comportando mejor que el resto de socios europeos. Hasta el momento parece que (el bloqueo) no ha tenido impacto, aunque es verdad que puede tener impacto en el ritmo al que se lleven las reformas que están pendientes desde hace algún tiempo y no llegan", han explicado fuentes comunitarias.

Aumento de la inversión en vivienda

La mejora de las previsiones para España se explica por un crecimiento mayor del  esperado durante el primer trimestre del año (0,7%). Una "sorpresa" que responde a la contribución positiva de las exportaciones netas, ya que las importaciones se contrajeron ligeramente. El aumento de la inversión en maquinaria y vivienda contrarrestó el debilitamiento del consumo.

Los indicadores de actividad que maneja Bruselas apuntan a que la economía se desaceleró ligeramente en el segundo trimestre hasta el 0,6%. Una cifra que sin embargo es más alta que lo previsto en primavera porque el consumo vuelve a ganar impulso. El crecimiento volverá a reducirse hasta el 0,5% en el tercer trimestre y se mantendrá estable a ese nivel hasta finales de 2020.

La demanda doméstica, y en particular el consumo, se mantendrá como el principal motor de la economía española, mientras que la contribución de las exportaciones netas será neutra. En el actual contexto de tensiones comerciales globales, las exportaciones e importaciones de España van a recuperarse, pero a un ritmo inferior al previsto en primavera.

La creación de empleo también se ralentiza durante los próximos meses pero continua a ritmo robusto, lo que permitirá que la tasa de paro siga bajando. La caída del desempleo y las subidas salariales apuntalarán la renta disponible de los hogares y una subida en la tasa de ahorro.

Muchos nubarrones en el horizonte

La inflación se desploma desde el 1,7% de media en 2018 hasta el 0,9% este año, debido sobre todo a la caída de los precios del petróleo. A partir de ahí volverá a subir hasta el 1,2% en 2020 a medida que la inflación subyacente (la que no tienen en cuenta los precios de la energía y los alimentos) se recupera.

Las previsiones de Bruselas para la eurozona y para el conjunto de la UE no son tan positivas como las de España. La eurozona crecerá un 1,2% en 2019 (sin cambios respecto a lo calculado en primavera) y un 1,4% en 2020 (una décima menos). Para el conjunto de la UE, las cifras se mantienen sin cambios en el 1,4% y el 1,6%, respectivamente.

Además, el Ejecutivo comunitario avisa de que se acumulan los nubarrones en el horizonte. La confrontación económica entre Estados Unidos y China, a la que se añade el alto grado de incertidumbre sobre la política comercial de Donald Trump, podría prolongar la actual ralentización del comercio y la industria a nivel mundial, con impacto en otras regiones y sectores. Esto podría tener repercusiones en la economía, sobre todo a través de perturbaciones en los mercados financieros.

Las tensiones en Oriente Próximo aumentan igualmente el riesgo de subidas importantes en el precio del petróleo. En el plano interior, la posibilidad de un brexit caótico sin acuerdo el 31 de octubre sigue siendo una importante fuente de incertidumbre. Finalmente, la debilidad del sector industrial y la disminución de la confianza de las empresas podría contagiarse a otros sectores y perjudicar al mercado laboral y el consumo.

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