Bruselas

Los líderes europeos se preparaban para una noche en blanco de negociaciones sobre el reparto de poder en la UE en la cumbre de emergencia que se celebraba este domingo en Bruselas hasta que han decidido suspenderla para tratar de desbloquear en negociaciones bilaterales el reparto de cargos de la UE.

El candidato del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a presidir la Comisión Europea, el holandés Frans Timmermans, que fue cabeza de lista de los socialistas europeos para las elecciones del 26-M, es ahora mismo el favorito para sustituir a Jean-Claude Juncker gracias a un pacto entre España, Francia, Alemania y Holanda.

Sin embargo, la candidatura de Timmermans todavía podría naufragar, puesto que ha chocado con el rechazo frontal de Italia y los países del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa), que acusan al holandés de tratarles de forma discriminatoria desde su actual cargo de vicepresidente primero de la Comisión y responsable de derechos humanos y Estado de derecho.

Pese al apoyo de Merkel, también tiene dudas sobre este compromiso el Partido Popular Europeo, que sigue reclamando la presidencia de la Comisión, el puesto más codiciado, con el argumento de que ganó los comicios del 26-M. "El principal obstáculo ahora son las divisiones internas en el seno del PPE", explican fuentes diplomáticas.

"Tal y como están las cosas, no van a ser negociaciones fáciles", ha admitido la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada a la reunión. Por su parte, el primer ministro letón, Kristjanis Karins, avisa de que el equilibrio necesario en el reparto "no se está cristalizando".

Sánchez no ha querido hablar con la prensa pero ha participado a lo largo del día en multitud de reuniones bilaterales (entre ellas con el presidente del Consejo, Donald Tusk, o con la canciller Merkel), así como en la mayoría de encuentros restringidos para ultimar el paquete. Hacía muchos años que no se veía a un presidente español tan activista en las cumbres de la UE.

El plan de Osaka

El plan Timmermans se negoció y se cerró durante la reunión del G-20 en Osaka el fin de semana. Allí, Sánchez convenció a Merkel de que dejara caer al candidato popular a la presidencia de la Comisión, el alemán Manfred Weber, que no ha logrado reunir una mayoría suficiente ni en la Eurocámara ni en el Consejo Europeo por su falta de experiencia ejecutiva y por estar demasiado escorado a la derecha. En su veto a Weber, Sánchez se ha aliado con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Como premio de consolación, el alemán se quedaría en este reparto con la presidencia de la Eurocámara para un mandato completo de cinco años. El puesto de presidente del Consejo Europeo sería para el primer ministro belga en funciones, Charles Michel, de la familia liberal; finalmente, la jefatura de la diplomacia europea se la quedaría la joven comisaria búlgara Mariya Gabriel, que ahora ocupa la cartera de Economía y Sociedad Digital, y que también es del PPE.

La elección del sucesor de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE), que en principio formaba parte también del paquete, se deja para más adelante con el fin de evitar que se politice.

Además de suponer una victoria para Sánchez y los socialistas europeos, el nombramiento de Timmermans como presidente de la Comisión acabaría con 15 años de monopolio del PPE en esta institución. Y permitiría preservar el principio de los Spitzenkandidat, según el cual sólo los cabezas de lista europeos de las distintas familias políticas a las elecciones a la Eurocámara pueden aspirar al Ejecutivo comunitario. Macron trató de acabar con este sistema y abrir el abanico de candidatos porque no tiene un grupo europeo potente, pero ha fracasado en su intento.

Desequilibrios geográficos y de género

Sin embargo, el plan de Osaka adolece de graves problemas. En primer lugar, no respeta el equilibrio de género. "Las condiciones están claras para mi, debe haber dos hombres y dos mujeres. Es un compromiso claro por mi parte", ha resaltado Macron. Tampoco se cumple el equilibrio geográfico: no hay candidatos del norte ni del sur, y sí dos políticos del Benelux, un alemán y una mujer del Este.

Pero la figura que genera más controversia es la de Timmermans, sobre todo en el bloque del Este. El holandés ha sido la cara visible de los diversos procedimientos sancionadores que Bruselas ha abierto contra los Gobiernos euroescépticos de Hungría y Polonia por poner en riesgo la independencia judicial y el Estado de derecho.

"El apoyo del PPE a este acuerdo sería un error muy grave o quizá histórico. Significaría que un partido político que ha ganado las elecciones cede el puesto por el que ha luchado. En primer lugar, esto es humillante. Además, socavaría totalmente nuestra autoridad y dignidad en el mundo de la política internacional", ha escrito el primer ministro húngaro, Viktor Orban, en una carta dirigida al presidente del PPE, Joseph Daul. 

El portavoz de Orban ha ido más allá y ha escrito en Twitter que Timmermans es el candidato del multimillonario George Soros, la bestia negra del primer ministro húngaro cuya universidad en Budapest ha sido cerrada por el Gobierno.

"Está claro que no vamos a apoyar a un hombre de izquierdas para presidir la Comisión Europea", ha dejado claro por su parte el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini

Italia y los cuatro de Visegrado no tienen la minoría de bloqueo necesaria para frenar los nombramientos. Pero tomar la decisión contra ellos agravaría el cisma en Europa entre Oriente y Occidente que empezó con la crisis de los refugiados. La falta de mujeres y el desequilibrio geográfico son otros problemas que no se han resuelto. Así como las dudas del PPE. La noche va a ser larga.