Bruselas

"El hombre más peligroso en Europa es Jens Weidmann", alertaba en un titular hace unos meses la revista Foreing Policy. El presidente del Bundesbank y ex asesor económico de Angela Merkel, de 51 años, sigue encabezando muchas quinielas para alzarse con la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), el alto cargo más poderoso y sensible para la economía europea de los que deben renovarse en la cumbre de la UE del 20 y 21 de junio.

Pero cada vez son más los economistas y analistas de distintos signos y países que alertan de que es un mal candidato para el puesto: si el ultraortodoxo Weidmann llega a presidente del BCE, será mucho más difícil combatir la próxima recesión en la eurozona o una crisis de deuda en Italia.

¿Se convertirán España y el resto de países del sur en las principales víctimas colaterales de una presidencia de Weidmann? "Planteemos la cuestión al revés. Alemania podría vivir con una presidencia de Weidmann. Los países más fuertes no necesitan apoyo. En la próxima crisis, Alemania no se enfrenta a ninguna restricción en materia de política fiscal y lo tendrá relativamente fácil para estimular su economía", responde a EL ESPAÑOL el economista alemán Christian Odendahl, del Centre for European Reform. 

"En contraste, los países del sur sí tienen límites en materia de política fiscal y todavía padecen una brecha de producción: sus economías están lejos de su pleno potencial. Así que yo diría que el sur es el que más apoyo monetario y fiscal requerirá en la próxima recesión. Por eso, un presidente que (como Weidmann) no esté dispuesto a prestarlo, es más un problema para el sur que para el norte, por supuesto", añade.

Al actual presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, cuyo mandato expira el 31 de octubre, se le atribuye la salvación de España y del euro con sus 'palabras mágicas' en julio de 2012: "Dentro de nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro. Y créame, será suficiente". Esta promesa se materializó en el programa de compra de deuda pública bautizado como OMT, cuyo anuncio supuso un punto de inflexión en la crisis de deuda de la eurozona.

No cree que el BCE deba salvar al euro

Weidmann no sólo fue el único miembro del Consejo de Gobierno del BCE que votó en contra de la OMT, sino que testificó contra él ante el Tribunal Constitucional de Alemania. Semanas antes, cuando la prima de riesgo española estaba en máximos históricos, el presidente del Bundesbank declaró que no era tarea del BCE ayudar a España. También reclamó imponer a Madrid condiciones muy estrictas a cambio del rescate bancario. Además, se ha opuesto y ha criticado en público la mayoría de las medidas desplegadas por Draghi en los últimos años para hacer frente a la recesión.

"La visión de Weidmann no ha cambiado: no cree que sea trabajo del BCE convertirse en prestamista de último recurso para los Gobiernos. En política monetaria, se ha situado en la línea más dura durante su mandato en el Bundesbank. Ahora que hay un debilitamiento económico en Europa, un BCE dirigido por Weidmann sería menos activo a la hora de estimular la economía de la eurozona, lo que tendría consecuencias particularmente para el sur, que todavía se está recuperando hasta los niveles anteriores a la crisis", explica el economista jefe del Centre for European Reform.

A su juicio, hay al menos cuatro argumentos que desaconsejan el nombramiento de Weidmann como sustituto de Draghi. En primer lugar, los mercados se cuestionarían de inmediato si la promesa de hacer todo lo necesario para salvar al euro y el programa OMT siguen vigentes. Las dudas podrían disparar los tipos de interés de Italia, en pleno pulso con Bruselas por su desfase presupuestario, y desencadenar una nueva crisis de deuda.

El banquero alemán ni siquiera cree que la preservación del euro sea un objetivo de la política monetaria del BCE, según admitió en una entrevista al Frankfurter Allgemeine. "El mandato de la política monetaria es la estabilidad de precios en la eurozona (...) La composición de la eurozona la deciden los políticos a nivel europeo y en los Estados miembros", ha asegurado.

En segundo lugar, Weidmann será mucho menos activista a la hora de utilizar el arsenal de herramientas de política monetaria que ha desplegado Draghi para combatir la próxima recesión. En tanto que defensor a ultranza de la disciplina fiscal y la austeridad, el alemán tampoco se atreverá a sugerir a los Gobiernos de la eurozona que adopten una política agresiva de estímulos presupuestarios contra la crisis. 

Finalmente, Alemania ya domina la toma de decisiones en la eurozona. Las reglas fiscales del euro fueron inspiradas por Berlín; el jefe del fondo de rescate de la UE (MEDE) es un alemán, Klaus Regling; y el Budestag tiene poder de veto en los programas de asistencia a otros Estados miembros. "Convertir a un alemán en presidente del BCE sería ya demasiado: no sería políticamente inteligente y creo que Angela Merkel es consciente de eso", sostiene Odendahl.

Los otros candidatos a presidir el BCE

La decisión sobre el sustituto de Draghi se complica todavía más porque no se adopta en solitario. Formará parte de un paquete en el que están también la presidencia de la Comisión, del Consejo Europeo y de la Eurocámara, así como el puesto de Alto Representante para la Política Exterior.

Un reparto que se decidirá en negociaciones ultrasecretas en el que los líderes europeos deben respetar una serie de equilibrios: ideológicos (populares, socialistas, liberales), geográficos (norte/sur), de tamaño (países grandes/pequeños) o de género. Eso significa, por ejemplo, que si los líderes europeos rechazan como parece probable a Manfred Weber, el candidato de Merkel, como presidente de la Comisión, será casi inevitable darle el BCE a Alemania.

¿Cuáles son los aspirantes alternativos para sustituir a Draghi? Dado que se trata de un cargo que exige un alto grado de especialización, la lista que manejan los medios es muy corta. Entre los más próximos a la línea activista del banquero italiano se menciona al gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, y al representante francés en el directorio del BCE, Benoît Coeuré, aunque no está claro si este último puede legalmente continuar en Fráncfort otros ocho años.

Entre los halcones de política monetaria que aparecen en las quinielas de favoritos se encuentran el exgobernador del Banco de Finlandia, Erkki Liikanen, y el actual titular del cargo, Olli Rehn, que era comisario de Asuntos Económicos en la época del rescate bancario de España y recomendó una bajada de salarios general como receta para salir de la crisis. Otro aspirante no declarado es el gobernador del Banco de Holanda, Klaas Knot. Ninguno de ellos es tan radical como Weidmann.

El investigador del Centre for European Reform pone otro nombre sobre la mesa: el ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard. "Tiene experiencia institucional y de liderazgo y ha reflexionado sobre un mundo con tipos de interés bajos y sobre cómo debe funcionar la política monetaria en estas circunstancias. Si el presidente francés, Emmanuel Macron, y los países del sur quieren centrarse en el cargo realmente importante, la presidencia del BCE, deberían promocionar a Blanchard y dejar a Alemania el resto de puestos", señala Odendhal.