Austria vive un terremoto político después de que el vicecanciller del país y líder del ultraderechista Partido Liberal, Heinz-Christian Strache, dimitiera tras la publicación de un vídeo que le comprometía seriamente por corrupción. En el vídeo, publicado por dos medios de comunicación alemanes,se muestra a Strache ofreciendo a la supuesta sobrina de un oligarca ruso contratos y favores a cambio de ayuda financiera para su partido.

Strache y su líder parlamentario, Johann Gudenus, quien había iniciado la reunión, renunciaron el sábado y dijeron que su comportamiento era "estúpido e irresponsable". Poco después de su renuncia, el canciller, Sebastian Kurz, del Partido Popular Austríaco (ÖVP) de centro-derecha, convocó elecciones anticipadas, que probablemente se celebrarán en septiembre.

El escándalo ha provocado una ola de críticas de los principales partidos europeos, que piden a los votantes que rechacen la extrema derecha en las urnas. Los líderes centristas de todo el continente dejaron en claro que esperaban que las repercusiones de la caída de Strache se hicieran sentir más allá de Austria en las elecciones al parlamento europeo de esta semana, en forma de contención de los partidos populistas, nacionalistas y de extrema derecha.

El Partido de Liberal es un miembro clave de la alianza de partidos nacionalistas europeos liderados por Matteo Salvini de la Liga Norte de Italia, que celebró un mitin en Milán el sábado con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, de Francia, y la Alternativa para Alemania (AfD). 

"Hace unos meses, Marine Le Pen cantaba alabanzas sobre Heinz-Christian Strache, diciendo que era formidable", ha dicho el ministro de economía de Francia, Bruno Le Maire. “Se ha visto obligado a renunciar. Descubrimos por qué: lo atraparon intentando vender sus servicios a fuerzas extranjeras. Detrás de este movimiento nacionalista hay una sumisión a las fuerzas extranjeras ”.

La canciller alemana, Angela Merkel, criticó duramente a los "políticos en venta", diciendo que la UE estaba enfrentando "movimientos populistas que en muchos sentidos desdeñan los valores europeos". "Quieren destruir la Europa de nuestros valores. Tenemos que hacer frente a esto de manera decisiva", ha señalado.

Fin del experimento

El escándalo ha marcado el final del experimento ampliamente criticado del canciller austriaco Sebastian Kurz, que llegó a acuerdo con un partido de extrema derecha y lo puso en el centro de decisión política, en lugar de tratar de aislarlo.

"Hace mucho que se sabe que los populistas de derecha desestabilizan nuestra democracia", escribió la ministra de justicia de Alemania, Katarina Barley. "Sebastian Kurz y el ÖVP los llevaron al Gobierno... El caso Strache es una advertencia para todos los conservadores: no trabajen con los populistas de extrema derecha".

Lo sucedido podría también significar un revés para el resurgimiento de la extrema derecha de Europa. El obvio entusiasmo con la corrupción evidenciado por Strache en el vídeo contrasta con la retórica populista de "drenar el pantano", en sus intentos de presentar la política como una batalla de personas comunes y decentes contra una élite.

Las evidentes fallas del vicecanciller austriaco podrían dificultar que los líderes de la extrema derecha como Salvini y Le Pen presenten a sus partidos como alternativas respetables al centro-derecha establecido, sólo un poco más conservadoras.

Inicialmente, los populistas de extrema derecha trataron de minimizar el incidente. El líder de la AfD, Jörg Meuthen, dijo tratarse de un "problema interno" de Austria, mientras que el portavoz del grupo parlamentario del partido alemán, Christian Lueth, lo describió en un tweet, que luego borró, como un "pseudoescándalo".

Ni Salvini ni Le Pen abordaron el escándalo austriaco directamente, pero le han dado a sus oponentes munición muy valiosa días antes de las elecciones que representan un desafío importante para la extrema derecha.

El comportamiento de Strache, dijo Michael Schickhofer de los socialdemócratas de Austria, "es simbólico... y podemos estar seguros de que esto es solo la punta del iceberg". Istvan Ujhelyi, un eurodiputado socialista húngaro, señaló que Strache sería “la primera pieza del dominó" en caer. "Los siguientes son Salvini, Le Pen, Orban y el resto de los títeres de extrema derecha de Moscú".