Bruselas

¿Nos dirigimos hacia un mundo sin puestos de trabajo debido al auge de los robots? ¿Estamos condenados a un futuro distópico de paro tecnológico masivo, empleo precario, trabajadores con escaso o nulo poder de negociación y graves brechas de conocimiento en un contexto de rápido envejecimiento de la población? ¿Desembocará esta nueva revolución industrial en un aumento de la desigualdad? Estas son algunas de las preguntas a las que trata de dar respuesta el informe sobre el futuro del trabajo publicado este jueves por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El cambio tecnológico y la globalización han desencadenado ya un proceso de destrucción creativa a través del cual algunas tareas o son asumidas por robots o se deslocalizan, mientras que al mismo tiempo se crean puestos de trabajo nuevos y distintos. Un proceso lleno de riesgos que exige medidas políticas urgentes para proteger a los trabajadores más vulnerables, avisa el estudio de la OCDE.

Los profesionales con cualificaciones intermedias son los más expuestos a esta profunda transformación. El 14% de los actuales empleos podrían desaparecer a manos de los robots en los próximos 15 a 20 años, y otro 32% cambiarán de forma radical debido a la automatización de parte de las tareas, según las estimaciones del club de los países ricos. Una cifra que según subraya la OCDE es muy inferior a los cálculos más alarmistas.

España es uno de los países más vulnerables a esta tendencia. El 21,7% de los trabajadores españoles ocupan un puesto de trabajo con alto riesgo de automatización, casi ocho puntos por encima de la media de la OCDE. Sólo Grecia, Eslovenia y Eslovaquia presentan un riesgo mayor. Además, otro 30,2% de los españoles tiene empleos que podrían reestructurase por la intervención de los robots. En total, más del 50% de los puestos de trabajo en España están en riesgo. En contraste, Noruega, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia y Estados Unidos son los países donde el peligro es menor.

"España tiene más empleo en sectores con alto riesgo de automatización que otros países: industria, agricultura, sector alimentario", explica a EL ESPAÑOL Glenda Quintini, economista de la OCDE especialista en empleo. Este es a su juicio uno de los principales factores que explica la diferencia respecto a los países menos expuestos.

Pero incluso en los sectores en teoría más protegidos de la amenaza de los robots, "el empleo en España es menos rico en tareas que no son automatizables". "Esto podría deberse a que otros países están más avanzados en el proceso de automatización y ya han cambiado la composición de las tareas, de modo que las que sobreviven son las que requieren más interacciones sociales y complejidad cognitiva", apunta Quintini.

Mujeres y jóvenes, los más perjudicados

El sector industrial será el más afectado por esta revolución, pero también muchos servicios. En contraste, el peligro de automatización es más bajo en la sanidad, la educación y el sector público. Al mismo tiempo que se destruyen puestos de trabajo asumidos por los robots, se crearán otros nuevos y diferentes que requieren un alto nivel de cualificaciones. La OCDE ve fundamental apoyar la transición de los trabajadores hacia los nuevos empleos: de lo contrario, el resultado será "un futuro del trabajo con divisiones sociales más profundas, que podría tener ramificaciones negativas para la productividad, el crecimiento, el bienestar y la cohesión social".

La educación y el aprendizaje de adultos constituyen la clave para garantizar esta transición entre los trabajos que desaparecen y los que se crean. Pero también aquí España está a la cola de la OCDE en formación de los trabajadores poco cualificados, especialmente de autónomos y temporales: sólo el 45% de los empleados con contrato temporal y el 32% de los autónomos participan en algún tipo de formación, frente al 56% en el caso de los trabajadores con contrato indefinido a tiempo completo.

Esta brecha en el acceso al aprendizaje para adultos es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que España tiene una de las tasas de temporalidad más altas de la OCDE (el 26,7%). Además, el porcentaje de trabajadores autónomos que dependen de un solo cliente -un grupo particularmente vulnerable- ha aumentado en un 40% desde 2010.

Las mujeres siguen siendo el grupo con más alto riesgo de empleo precario, salarios bajos y desocupación. Sin embargo, el estudio alerta del creciente número de jóvenes sin estudios superiores que se están viendo afectados por la revolución tecnológica. La tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) en España asciende al 19,9%, la tercera más alta de la OCDE y cuatro puntos porcentuales más alta que en 2007. Además, incluso los trabajadores jóvenes altamente cualificados experimentan serias dificultades: en 2016, el riesgo de recibir un salario bajo fue del 44%, 20 puntos porcentuales más alta que en 2006.

Más protección para los autónomos

El club de los países ricos aboga por reforzar la protección de los trabajadores como receta para atenuar el impacto del auge de los robots. En particular, mejorando los derechos de aquellos que ahora no están cubiertos o gozan de menos garantías: temporales, a tiempo parcial, trabajadores en plataformas como Uber o autónomos.

Entre las medidas que sugiere la OCDE se encuentran combatir el falso trabajo por cuenta propia, extender la protección a la zona gris situada entre el trabajo por cuenta propia y el empleo dependiente, incluir a los trabajadores de plataforma, y "reequilibrar el poder de negociación, actualmente favorable a los empleadores".

En el caso de España, la principal fuente de inquietud es la situación de los trabajadores por cuenta propia, que pagan menos contribuciones sociales y tienen menor acceso a la protección social. Por ejemplo, en  2014-2015, la probabilidad de recibir prestaciones para un adulto desempleado que en los dos años precedentes trabajaba por cuenta propia y tenía ingresos medios fue sólo de un 25%; frente más de un 90% para un trabajador estándar en la misma situación, destaca el informe.

"España necesita oportunidades de formación para adultos eficaces y bien  dirigidas que permitan reorientar y mejorar la capacitación de los trabajadores. Para las personas cuyo puesto de trabajo desaparezca, la formación debe ir acompañada de ayuda reforzada de las políticas sociales y de empleo", resalta Quintini.

"Los empleos de nueva creación requerirán habilidades muy diferentes de los que están siendo destruidos y pueden estar localizados en otras regiones. Estos trabajadores desplazados necesitarán una protección social adecuada, incluyendo prestaciones económicas y asistencia a medida para encontrar empleo. Finalmente, se necesitan cambios en la organización del trabajo dentro de las empresas y en las diferentes industrias", agrega la economista de la OCDE.

La OCDE espera que los cambios legislativos aprobados a finales de 2018 para disminuir la brecha contributiva entre empleados y trabajadores por cuenta propia sirvan para mejorar el acceso a las prestaciones por desempleo y al seguro contra riesgos laborales e incapacidad temporal por enfermedad.

Noticias relacionadas