Once de diciembre de 2018. La votación decisiva del brexit en el Parlamento británico ya tiene fecha y Theresa May, consciente de que se juega su futuro político a una sola carta, ha emprendido desde este mismo lunes una ofensiva política para conseguir lo que se antoja ahora improbable: un sí quiero al divorcio de la Unión Europea. 

La primera ministra británica necesita el voto afirmativo de 320 parlamentarios y vista la frontal postura de la oposición laborista y los conatos de rebelión interna en su partido tendrá que luchar voto a voto para lograr sacar adelante el acuerdo de retirada.

May ha vuelto a defender en el Parlamento que el pacto rubricado este domingo en Bruselas "era el único posible" y sigue jugando a meter miedo ante un brexit caótico.  La conservadora apeló en una sesión parlamentaria bronca y hostil a la responsabilidad de los parlamentarios. Si su pacto no sale adelante en los comunes se avecina  "división" e "incertidumbre".

La premier argumentó que dar el visto bueno al acuerdo supone "seguir adelante con la construcción de un brillante futuro de oportunidades" mientras que rechazarlo equivaldría a "regresar a la casilla de salida".

Las maniobras de lobby han continuado a última hora de la tarde en Downing Street, donde el jefe de Gabinete de May, Gavin Barwell, ha convocado una reunión con varios diputados laboristas. Un briefing para explicar el acuerdo del brexit con el que el equipo de May pretende tantear el pulso de la oposición laborista. Aunque Jeremy Corbyn ya ha confirmado que su formación votará en contra del acuerdo, en la tradición parlamentaria británica no hay disciplina de voto. Algo que le perjudicará en su propio partido ya que hay varios brexiteros entre los conservadores que votarán en contra. 

Al mismo tiempo, May no puede descartar ninguna posibilidad para arañar votos y que le salgan las cuentas. El partido conservador cuenta ahora con 317 parlamentarios, una cifra insuficiente descontando las previsibles fugas de los más críticos. Los socios del DUP norirlandés que sostienen a May en el Gobierno tienen otros 10 escaños pero ya han anunciado que votarán en contra del acuerdo. 

¿Plan B a la noruega?

Las insistentes apelaciones a la unidad no han calado en Jeremy Corbyn, que se mantiene firme y exige a la primera ministra que busque un plan B porque el documento consensuado "no tiene el apoyo" ni de la Cámara ni del país.

El líder laborista sostuvo que el Ejecutivo podría renegociar un pacto "razonable" que pueda reunir el apoyo de los diputados y que se base "en la permanencia en la unión aduanera y en una fuerte permanencia en el mercado común, que proteja los derechos de los trabajadores y los estándares medioambientales". Es lo que se ha venido en llamar la solución a la noruega. 

Según el tabloide The Sun, un grupo de ministros de May está trazando una alternativa junto a varios parlamentarios laboristas en el caso de que el Parlamento británico tumbe el acuerdo actual. Del lado conservador, Michael Gove y Amber Rudd estarían liderando esta maniobra de emergencia.