Bruselas

Es el ejemplo que utiliza de forma recurrente el negociador europeo, Michel Barnier, para "desdramatizar" el estatus especial que Bruselas quiere para Irlanda del Norte tras el brexit. Un estatus que, según sostiene, no cuestiona la integridad territorial del país ni el orden constitucional británico. Al contrario, los nuevos controles aduaneros y de IVA que deberán instaurarse entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido serán similares a los que ya existen entre las islas Canarias y la Península, ha insistido Barnier este miércoles en un discurso en la Eurocámara.

Las negociaciones entre Bruselas y Londres han entrado en "días decisivos", según admiten fuentes diplomáticas. En la cumbre del próximo miércoles 17 de octubre vence el ultimátum que los líderes europeos han dado a Theresa May. En menos de una semana, la primera ministra debe presentar un nuevo plan brexit -el anterior, el denominado acuerdo de Chequers, fue rechazado en Salzburgo en septiembre-, o bien capitular y aceptar las exigencias de la UE para el acuerdo de divorcio. Esta última es la opción que ha vuelto a defender Barnier en su discurso.

El principal escollo para alcanzar un pacto sigue siendo precisamente el estatus de Irlanda del Norte. Y es que Londres se resiste a asumir la propuesta de la UE para evitar una "frontera dura" en la isla de Irlanda. Frontera dura que pondría en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster, según admiten las dos partes. La solución de Bruselas consiste en que Irlanda del Norte se quede en la unión aduanera y el mercado único mientras el resto de Reino Unido se marcha. May cree que esto desplazaría la frontera al mar de Irlanda y supondría de facto desmembrar Reino Unido.

En su discurso, Barnier ha resaltado que la UE quiere realizar los controles de mercancías que circulen entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido "de la forma menos intrusiva posible", evitando que se lleven a cabo en puestos fronterizos físicos. Por lo que se refiere a los controles aduaneros y de IVA, Bruselas propone que las compañías británicas rellenen sus declaraciones aduaneras de antemano y online cuando manden mercancías a Irlanda del Norte.

Así, los únicos controles sistemáticos visibles entre Irlanda del Norte y Reino Unido consistirían en escanear los códigos de barras de los camiones o los contenedores, lo que podría hacerse en barcos o puertos de tránsito. "Estos arreglos ya existen dentro de Estados miembros de la UE, en particular los que tienen islas, por ejemplo entre la España peninsular y las islas Canarias", ha dicho Barnier.

Es la primera vez que el negociador de la UE utiliza el modelo de Canarias en público, aunque ya lo había evocado en otras reuniones a puerta cerrada, según confirman a EL ESPAÑOL fuentes comunitarias. Su argumento es que estos controles aduaneros no cuestionan la soberanía de España en las islas Canarias y por tanto tampoco amenazarían la soberanía de Londres sobre Irlanda del Norte.

No al mercado único a la carta que pide Londres

En cuanto a los controles regulatorios, por ejemplo a productos industriales, tampoco necesitan realizarse en una frontera, sino que podrían llevarse a cabo en el mercado o en las sedes de las empresas en Irlanda del Norte. Los únicos controles que inexcusablemente deberán hacerse en la frontera son los fitosanitarios para animales vivos y productos de origen animal, por motivos de seguridad alimentaria. Estos controles ya existen en los puertos de Larne y Belfast. Pero tendrán que aumentar del 10% actual al 100%, ha admitido Barnier.

La contraoferta de May para que no haya frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte consiste en que Reino Unido concluya un acuerdo aduanero a medida con la UE y se quede en el mercado interior para mercancías, pero no para servicios o trabajadores. El negociador de la UE ha vuelto a rechazar esta posibilidad. "Este sistema de mercado único a la carta supondría ofrecer a Reino Unido y sus empresas una gran ventaja competitiva importante respecto a las empresas que trabajan en el mercado único", alega.

"Las negociaciones con Reino Unido prosiguen esta semana de forma intensiva, día y noche, con el objetivo marcado por los dirigentes de los 27 de que el acuerdo esté al alcance de la mano cuando llegue el Consejo Europeo del 17 de octubre, el próximo miércoles", ha explicado Barnier.

En caso de que finalmente no haya acuerdo de divorcio y se produzca un brexit caótico, "los costes serían muy elevados, primero para Reino Unido pero también para algunos sectores de nuestra economía". Este no es el escenario de Bruselas, aunque el negociador de la UE admite que hay que prepararse para todas las posibilidades. Pase lo que pase, la fecha fijada para la salida de Londres es el 29 de marzo de 2019.

El ex ministro británico de Asuntos Exteriores, el euroescéptico Boris Johnson, ha reaccionado de inmediato al discurso de Barnier con una cadena de tuits críticos. Sostiene que Reino Unido se convertirá en una "colonia permanente" de la UE si May capitula ante las exigencias de Bruselas.