Bruselas

"Todo el mundo está esperando tu discurso", le ha susurrado a Theresa May el canciller austríaco, Sebastian Kurz, al darle la bienvenida como anfitrión a la cumbre de Salzburgo. En posición de debilidad máxima y con Gobierno y partido tory divididos, la primera ministra británica ha viajado a la ciudad de Mozart a implorar a sus socios que flexibilicen sus líneas rojas sobre el brexit. Sólo así, avisa, se podrá evitar un escenario de caos en el que Reino Unido se marche de la UE sin acuerdo de divorcio. El tiempo apremia. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha convocado otra cumbre extraordinaria para mediados de noviembre que será la última oportunidad de lograr un compromiso.

"Si queremos lograr una conclusión exitosa, al igual que la posición de Reino Unido ha evolucionado, la UE tendrá que hacer que su posición evolucione también", ha dicho May a su entrada a la cumbre. Por la mañana, había publicado un artículo en varios periódicos europeos con el mismo mensaje de súplica: Bruselas no puede pedirle a Londres concesiones "inaceptables", como un estatus especial para Irlanda del Norte que a su juicio equivale a poner en riesgo la integridad territorial de Reino Unido.

Pase lo que pase, haya o no acuerdo, May no tiene ninguna intención de convocar un nuevo referéndum sobre el brexit, como piden los liberales y algunos líderes del laborismo, entre ellos el alcalde de Londres, Sadiq Kahn. "Quiero dejarlo absolutamente  claro: este Gobierno nunca aceptará un segundo referéndum. Los ciudadanos británicos han votado dejar la Unión Europea y nos iremos el 29 de marzo de 2019", ha resaltado.

La UE pide a May más concesiones

Sin embargo, el resto de jefes de Estado y de Gobierno de la UE no parecen muy dispuestos a atender las demandas de May. Es más, consideran que es Reino Unido el que debe hacer más concesiones para que el acuerdo sea posible. El negociador europeo, Michel Barnier, ya ha dado un primer paso con su oferta de mejorar el protocolo sobre Irlanda del Norte. "Ahora esperamos una voluntad de llegar a compromisos por parte de los británicos, que ojalá traiga un acuerdo", ha dicho el canciller austriaco.

Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha avisado que buena parte del plan de May para el brexit, conocido como el acuerdo de Chequers, es inaceptable para la UE. "En temas como la cuestión irlandesa o el futuro marco de cooperación económica, las propuestas de Reino Unido deben rehacerse y negociarse más", ha dicho Tusk.

El polaco también ve aspectos positivos en las propuestas de la primera ministra británica, como la voluntad de mantener una cooperación estrecha en materia de seguridad y política exterior. "Hoy quizá hay más esperanza, pero cada vez menos tiempo. Por eso cada día que queda debemos usarlo para negociar", ha dicho Tusk, que cree que todavía son posibles todos los escenarios, incluido el de un brexit caótico sin acuerdo con la UE.

"Yo espero que podamos lograr una salida (de Reino Unido) que tenga lugar en una buena atmósfera, con gran respeto mutuo y creo que en algunas áreas es posible una cooperación muy estrecha, como en seguridad interior y exterior", ha dicho la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada a la cumbre. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha querido hablar a la prensa antes de la cena sobre el brexit.

Irlanda del Norte y Canarias

El principal escollo en esta recta final de las negociaciones del brexit sigue siendo la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Tanto Londres como Bruselas coinciden en  que es imprescindible evitar que resurja una "frontera" dura en la isla de Irlanda, con controles aduaneros, porque podría poner en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster. No obstante, no están de acuerdo en cómo lograrlo.

La UE ha propuesto un estatus especial para Irlanda del Norte, que en la práctica supondría que Belfast se quede en el mercado único y la unión aduanera mientras el resto de Reino Unido se marcha. Esta es una solución de último recurso, una especie de póliza de seguros, que se aplicaría a partir de 2021 si antes no se encuentra una solución mejor.

Barnier se comprometió este martes a mejorar el protocolo sobre Irlanda del Norte en un intento de reducir la tensión con Londres. El negociador de la UE sostiene que su plan no equivale a crear una nueva frontera en el mar de Irlanda sino, sino que se limitaría a una serie de controles que podrían hacerse en las propias empresas. En esta voluntad de "desdramatizar" el problema, Barnier ha puesto como ejemplo el caso de los controles aduaneros que hay entre España y las Islas Canarias, que para nada cuestionan la soberanía o la integridad territorial del país, según han confirmado a EL ESPAÑOL fuentes diplomáticas.

Pero la primera ministra británica ha rechazado la oferta de la UE. "Ninguna de las partes puede pedir a la otra algo inaceptable, como una frontera aduanera externa entre varias partes de Reino Unido, que ningún otro país aceptaría si estuviera en la misma situación", alega May.

La alternativa que plantea el plan de Chequers es que Reino Unido se quede tras el brexit en el mercado interior de mercancías y cierre un acuerdo aduanero a medida con la UE, lo que haría innecesarios los controles en Irlanda del Norte. Una solución que le ha costado a May la dimisión de sus ministros más euroescépticos, como Boris Johnson o David Davis, que quieren una ruptura más radical con Bruselas. Al mismo tiempo, Bruselas rechaza el plan de Chequers porque lo considera un intento por parte de Londres de elegir a la carta los beneficios de la UE sin las obligaciones asociadas, como la libre circulación de personas.

Noticias relacionadas