Bruselas

El Parlamento Europeo ha perdido la paciencia con la deriva autoritaria del Gobierno de Viktor Orbán. Considera que la supervivencia del Estado de derecho está en grave riesgo en Hungría. Por primera vez en la historia, la Eurocámara debate a partir de este martes activar la denominada 'opción nuclear', el artículo 7 del Tratado, que podría acabar con la suspensión del derecho de voto de Budapest en la Unión Europea. Un botón de emergencia que hasta ahora sólo se ha utilizado contra el Gobierno euroescéptico de Ley y Justicia en Polonia. La diferencia es que en ese caso la iniciativa no partió del Parlamento sino de la Comisión de Jean-Claude Juncker.

"Durante años hemos visto que Viktor Orbán ha dejado de lado todas las normas y los valores de la UE. Si un país claramente ya no garantiza nuestros valores compartidos, tenemos que intervenir antes de que la situación se deteriore hasta un régimen autoritario", asegura la ponente del informe de la Eurocámara sobre Hungría, la diputada verde holandesa Judith Sargentini.

Lo que era una sana democracia europea, sostiene el informe de Sargentini, está siendo destruida desde dentro por su propio Gobierno: desaparición de los medios de comunicación independientes, acoso a las instituciones académicas que no son complacientes con el Gobierno como la Universidad Centroeuropea de George Soros, fraude en el uso de fondos europeos o amenazas a la independencia del poder judicial.

Al debate en el pleno Eurocámara sobre Hungría se ha autoinvitado el propio Orbán, que comparece este martes a partir de las 15:00 para dar su versión de los hechos. Lejos de hacer propósito de enmienda, el primer ministro húngaro tiene previsto refutar una por una todas las acusaciones que le formula el Parlamento. Y recurrirá si es preciso a un tono combativo con los diputados, según ha anunciado este lunes en Bruselas su portavoz, Zoltan Kovacs.

Orbán sostiene que el informe de la Eurocámara no es más que una "sarta de mentiras" y se considera víctima de una "caza de brujas" por causas ideológicas instigada por las fuerzas políticas de izquierdas y también por el presidente francés, Emmanuel Macron. "El auténtico motivo que está detrás es nuestra posición sobre la inmigración ilegal. Esto es un intento desesperado de los grupos políticos proinmigración de llevar a Hungría a juicio", ha dicho Kovacs. 

El primer ministro húngaro ha liderado desde 2015 el bando de los países que se oponen al reparto de refugiados dentro de la UE, junto con Polonia y República Checa. Y ha desoído todos los avisos de Bruselas e incluso los fallos del Tribunal de Justicia de Luxemburgo. Orbán intenta ahora reforzar este eje antiinmigración sumando al nuevo Gobierno populista italiano. Para ello se reunión a finales de agosto con su ministro del Interior, el ultra Matteo Salivini, al que ha definido como su héroe.

Una prueba de fuego para el PP europeo

La votación sobre las posibles sanciones a Hungría, que tendrá lugar el miércoles a mediodía, supone una prueba de fuego para el Partido Popular Europeo (PPE), al que está adscrito el Fidesz de Orbán. Para activar el artículo 7 del Tratado se requiere una mayoría reforzada de dos tercios de los sufragios emitidos en la Eurocámara. Todos los grupos de izquierdas votarán a favor, así que la clave estará en lo que hagan los populares, que llegan divididos a la votación.

Hasta ahora, Orbán ha disfrutado de la cobertura del PPE -en el que también están la canciller Angela Merkel, el propio Juncker, o el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk- a sus políticas, actuaciones y salidas de tono. Este es uno de los factores que explican la diferencia de trato entre Hungría y Polonia, cuyo Gobierno de Ley y Justicia no está adscrito a ninguna de las tradicionales familias políticas europeístas. Así, Bruselas ha activado la 'opción nuclear' contra Varsovia pero no contra Budapest.

A la Comisión de Juncker sí le preocupan los excesos del primer ministro húngaro, pero en lugar de una enmienda a la totalidad ha optado por abrirle expedientes parciales por cuestiones como su intento de cerrar la Universidad Centroeuropea, la ley que restringe la actuación de las ONGs que reciben financiación extranjera o su negativa a acoger refugiados. El Ejecutivo comunitario alega que, a diferencia de Polonia, Hungría nunca ha cerrado las puertas al diálogo con Bruselas.

Dentro del PP europeo, Orbán sigue contando con el apoyo del líder del grupo en la Eurocámara, el alemán Manfred Weber, que acaba de anunciar su intención de presentarse como candidato a sustituir a Juncker como presidente de la Comisión Europea, para lo que necesitará los votos de Fidesz. Un respaldo que le ha valido un duro ataque de Macron. "No se puede apoyar a Merkel y a Orbán al mismo tiempo", le reprochó el presidente francés a Weber durante un acto celebrado la semana pasada en Luxemburgo con los primeros ministros del Benelux.

Sin embargo, cada vez son más los populares que muestran su incomodidad con Orbán y que incluso hablan abiertamente de expulsar al Fidesz del PPE por su deriva populista y autoritaria. Los populares holandeses, suecos, luxemburgueses o polacos se plantean votar a favor de activar la 'opción nuclear' contra Hungría. La clave estará en lo que hagan las delegaciones más grandes, como España, Francia, Italia o Alemania.

Incluso aunque la Eurocámara acabe activando el artículo 7, es improbable que el procedimiento acabe en sanciones reales contra Hungría. Para ello se requiere el apoyo unánime de todos los Estados miembros y Orbán cuenta de entrada con el apoyo de Polonia y de Italia. De hecho, el expediente contra Varsovia está paralizado desde hace meses pese a que el Gobierno de Ley y Justicia ha seguido adelante con la toma de control del poder judicial.