Berlín

Fe en Internet. Eso es lo que han de tener ahora mismo los responsables del movimiento político alemán De Pie, presentado el martes en Berlín. Al frente está Sahra Wagenknecht, lideresa de la formación izquierdista Die Linke en el Bundestag. Wagenknecht y compañía han levantado en Internet desde principios de agosto una plataforma de debate donde aunar a interesados y militantes de izquierda, ya sean socialdemócratas, poscomunistas o ecologistas. Dicen querer relanzar al progresismo germano, que está en horas bajas.



La izquierda alemana necesita un revulsivo, o dos. Al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), según la encuesta que presentaba el martes el diario Bild a cargo del instituto Insa, se le atribuye un 16% de la intención de voto. A Los Verdes les concedía ese sondeo un 13% y a Die Linke un 10%. Todos están por detrás de la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) que lidera la canciller Angela Merkel y la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD). Insa atribuía a la CDU en su último estudio un 28,5% de la intención de voto. AfD está en un 17%.



“Los partidos de izquierda en Alemania están sólidamente establecidos, aunque debilitados”, comenta a EL ESPAÑOL Nils Diederich, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. “Falta en el paisaje político alemán un gran partido de oposición, porque el SPD se ha refugiado en la sombra de Merkel, algo que resultado en el aniquilamiento del equilibrio del peso político entre la CDU y el SPD, porque la socialdemocracia ya no se percibe como una alternativa a la CDU sino como una ayudante de Merkel”, abunda este experto. Alude Diederich a las legislaturas en las que, como la pasada o la actual, SPD y CDU han gobernado en una gran coalición.



En este contexto, una de las ideas fundacionales de De Pie es generar un movimiento que “dé lugar a otras mayorías políticas y a un nuevo Gobierno dotado de una agenda social”, según los términos de Wagenknecht. De Pie quiere también posibilitar un debate que reste atractivo a AfD, la principal fuerza de la oposición en el Bundestag y un partido en vías de radicalización en vista de cómo se ha alineado con radicales de extrema derecha en Chemnitz.



Para generar ese intercambio de ideas, Wagenknecht y compañía se han dejado inspirar por movimientos como Podemos. “Podemos forma parte de los movimientos que han tenido éxito y, aunque se ha transformado en un partido con un planteamiento diferente al de los otros partidos tradicionales, es para nosotros un ejemplo como también lo es La France Insoumise en Francia, o la campaña Momentum del Partido Laborista británico. Para nosotros, todos ellos son ejemplos en los que hemos mirado para aprender, aunque sin copiar, porque los comportamientos políticos de cada país son diferentes”, reconoce a EL ESPAÑOL la propia Wagenknecht.



Como los círculos de Podemos



De Pie ha desarrollado una área de debate en Internet bautizada Pol.is que recuerda a los Círculos de Podemos. “Sí, desde luego que nos hemos inspirado en ese y otros ejemplos, nuestro primer objetivo ahora mismo es aprender”, reconocen otros responsables de De Pie a este periódico. “Estamos interesados en que haya una cultura de debate donde se pongan cosas en común y que de ahí salgan iniciativas”, abundan en De Pie. Saben en este “movimiento”, de momento, sólo internáutico, que “todavía es pronto” para que esas herramientas de debate lleven a buen puerto.



Sin embargo, en De Pie sacan pecho por haber conseguido, en apenas un mes desde su creación, que unas 100.000 personas se hayan inscrito como miembros de una iniciativa que quiere dar un vigor nuevo al progresismo alemán uniendo a izquierdistas, socialdemócratas y ecologistas. El martes, en la presentación de De Pie, acompañaban a Wagenknecht, entre otros, la socialdemócrata Simone Lange, alcaldesa de Flensburgo (norte alemán), y Ludger Volmer, un responsable emérito de Los Verdes.



A los tres les gustaría que, como venía ocurriendo en Alemania hasta hace unos años, hubiera en el país una mayoría política de izquierdas en caso de unir los votos de izquierdistas, ecologistas y socialdemócratas. Sin embargo, la aparición de AfD en el escenario político ha alterado el paisaje germano.



“Durante años no se utilizó esa mayoría. Y esto es un problema, porque es lo que ha llevado a que la política que se ha realizado en este país haya agudizado las injusticias sociales, reducido los salarios y las pensiones, que haya sido una política que ha hecho a muchos decir: 'esta no es mi política ni esta es una democracia porque mi voz no cuenta'”, según Wagenknecht. Para ella, a partir de esa frustración se explica el auge de AfD.



Acento social y un mensaje fallido



En De Pie juzgan que el debate generado sobre la inmigración en Alemania, que recibió entre 2015 y 2016 cerca de 1,5 millones de demandante de asilo, es sólo un instrumento para la ultraderecha. “Mi tesis es que AfD no ha crecido fundamentalmente por la crisis de los refugiados, tal vez eso haya agudizado el problema, pero los problemas estaban ahí antes; me refiero a los problemas que afectaban antes a la gente, como la poca construcción de vivienda social, la falta de plazas en las guarderías, que las escuelas estén desbordadas o que no se invierta lo necesario en las infraestructuras sociales”, se esforzaba en explicar Wagenknecht durante la presentación oficial de De Pie.



No es casualidad que Wagenknecht, economista y autora de éxito además de política, comenzara su intervención citando un estudio del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW) según el cual “el 40% de los germanos tienen menos ingresos reales que hace 20 años”. En De Pie ponen el acento en los efectos políticos de una sociedad alemana que acusa injusticias económicas. Esto ya fue algo que probara sin mucho éxito el estrellado candidato a canciller del SPD, Martin Schulz, en las elecciones generales de hace un año.



No es seguro que hacer la misma apuesta ahora, con mucho esfuerzo en internet y con figuras socialdemócratas o ecologistas más o menos prominentes, vaya a traer resultados satisfactorios al progresismo teutón. Además, tampoco está claro que la iniciativa de Wagenknecht se identifique, hoy por hoy, con una unión de las izquierdas alemanas. Al contrario, desde la izquierda se ha acusado a De Pie de querer dividir. También los hay que ven en De Pie un resultado de las muchas diferencias que han venido separando a Wagenknecht de las posiciones de su propio partido.



Sin anclaje en movimientos sociales



En Die Linke no ha sentado bien, por ejemplo, que Wagenknecht dijera aquello de que “no todos los pobres del mundo pueden venir aquí”. Tampoco gusta su línea excesivamente crítica con la UE. “La idea de hacer una alternativa, en forma de movimiento y aunque no sea en forma de partido, constituye una manera de posicionarse para Wagenknecht ahora que hay descontento con ella en su partido”, analiza Diederich, el politólogo de la Universidad Libre de Berlín. Para él, Wagenknecht “no parece alguien de quien se pueda esperar que ejerza un liderazgo por encima de partidos políticos”.



Wagenknecht tampoco es, según el sociólogo Dieter Rucht, experto en movimientos sociales y protesta política del Centro de Berlín para las Ciencias Sociales, un ejemplo a seguir en materia de acuerdos. ”Wagenknecht y Oskar Lafontaine, quiene están al frente de De Pie, no especialmente son conocidos por llegar acuerdos”, dice Rucht a EL ESPAÑOL.



Si Wagenknecht tiene sus más y sus menos con la dirección y las bases de Die Linke, Lafontaine, marido de la cabeza visible de De Pie, es un histórico socialdemócrata que dejó hace 13 años el SPD por sus diferencias con el partido que presidiera entre 1995 y 1999. Peor aún, según recuerda Rucht: “Los dos son políticos profesionales sin ningún tipo de anclaje en movimientos sociales”.

A sus 49 años, Wagenknecht es toda una veterana de la escena política teutona. Con veintipocos años ya era una figura prominente en el Partido del Socialismo Democrático (PDS), precursor de Die Linke y heredero del partido dominante de la extinta RDA. En los años posteriores a la reunificación, hacía política sin dejar el “objetivo de construir una sociedad socialista”. Ahora se le intuyen intenciones más prosaicas. Rucht y Diederich creen que De Pie se acabará convirtiendo, llegado el momento, en un partido político. Así, De Pie no sería más que un medio con forma de “movimiento” destinado a que Wagenknecht y compañía sigan viviendo de la política.