Berlín

Llevó el nombre de Ciudad de Karl Marx en honor al autor del Manifiesto Comunista durante casi cuatro décadas, entre 1953 y 1990. Eran los tiempos de la extinta República Democrática de Alemania (RDA), los tiempos del internacionalismo impuesto por esa Alemania sometida a la Unión Soviética. Chemnitz, como se llama ahora la Ciudad de Karl Marx, vive días muy convulsos por culpa de ultraderechistas que dicen defenderse de la "violencia de los extranjeros".

Desde el pasado fin de semana, radicales de ultraderecha han llevado a cabo "cazas al extranjero", manifestaciones xenófobas y de odio además de serios disturbios en los que se han enfrentado a policías y contramanifestantes. Las imágenes de grupos de hombres corriendo detrás de inmigrantes que huyen por salvar su integridad, de manifestantes haciendo el saludo nazi, portando bengalas y pancartas xenófobas en desafiantes poses ante las fuerzas del orden resultan preocupantes en el país de la canciller Angela Merkel. Casi hacen olvidar que el origen de esta irrupción de violencia procede de un trágico suceso. A saber, el asesinato de Daniel, un alemán de origen cubano de 35 años.

En evitar que se olvidara ese drama se esforzaba el martes la propia Merkel en Berlín. “En la noche del sábado al domingo un hombre fue asesinado y los supuestos autores han sido detenidos. Nuestro pesar está con los familiares de la víctima”, decía Merkel, que no se mostraba dispuesta a tolerar el comportamiento de los violentos. “Lo que pasó después -del asesinato- es algo que no tiene sitio en el Estado de derecho”, según la canciller.

La muerte de un hombre provoca una concentración de 2.000 neonazis en Kemnitz, Alemania, para "dar caza".

Daniel, un aprendiz de ebanista, fue apuñalado en una pelea en la que participaron una decena de personas, según la policía, que ha detenido a dos presuntos autores de la agresión. Hubo otros dos heridos graves. Los arrestados son un sirio y un iraquí, de 23 y 22 años respectivamente. Los hechos ocurrieron de madrugada, después de la última noche de unas fiestas locales en las que la ciudad celebraba el 200 aniversario del nacimiento de Marx. El lema de las festividades era: “875 años de Chemnitz”.

Lo ocurrido ha permitido a la escena de la extrema derecha organizarse y movilizarse”, dice a EL ESPAÑOL Markus Hertwig, sociólogo de la Universidad Técnica de Chemnitz. “Hay grupos que están muy preparados para realizar acciones racistas y que cuentan con un gran potencial para explotar opiniones extremas”, añade. Señala este profesor de sociología al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Esta formación, la principal fuerza de la oposición en el Bundestag, fue la más votada en el Land de Sajonia en las pasadas elecciones generales. En ese territorio consiguió el 27% de los votos. Chemnitz es la tercera ciudad más importante de esta región del este alemán.

590 policías y 7.500 manifestantes

El diputado de AfD Markus Frohnmaier, tuiteaba el lunes en este sentido: "Cuando el Estado ya no puede proteger más, la gente va a la calle y se defiende sola". Su líder en el Parlamento, Alice Weidel, también llamó en redes a la "protesta pacífica" tras el asesinato de Daniel. Por este tipo de declaraciones, a AfD se la ha visto queriendo "legitimar a los neonazis" de Chemnitz, según escribía Detlef Esslinger en su editorial del Süddeutsche Zeitung.

Muy poca paz se ha visto en las manifestaciones de Chemnitz. El lunes, a través de PRO CHEMNITZ, una agrupación política local xenófoba, se organizó una manifestación que reunió cerca de 6.000 personas. No todas eran radicales violentos. Frente a su cortejo, hubo un grupo de 1.500 contramanifestantes. Se supone que 591 policías debían poner orden y evitar que se repitieran escenas de descontrol como las vividas el domingo, jornada en la que otros 800 radicales de ultraderecha se manifestaron gritando, entre otras cosas, "¡Extranjeros fuera!" y "¡Ésta es nuestra ciudad!".

Partidarios de extrema derecha protestando en Chemnitz. REUTERS

El domingo hubo momentos en los que apenas había medio centenar de agentes de policía movilizados. No sorprende que se vieran superados. El ministro del Interior sajón, el cristianodemócrata Roland Wöller, calificó el martes de "buen trabajo" el rendimiento de sus hombres, obligados a trabajar en tanta inferioridad.

La policía en Chemnitz ha informado de que unas 20 personas, incluidos dos policías, resultaron heridas en las manifestaciones y disturbios del lunes. Se han puesto unas cuarenta denuncias a raíz de los altercados y también hay abierta una investigación en manos de los responsables sajones de la lucha antiterrorista y el extremismo.

Partidarios de extrema derecha protestando en Chemnitz. REUTERS

El ministro alemán del Interior, Horst Seehofer, reconociendo la “situación difícil” de la policía en Sajonia manifestaba el martes que ponía sus medios a disposición de los responsables de la seguridad del Land del este germano. Por su parte, la ministra de Justicia, Katarina Barley, recordaba en unas declaraciones al diario económico Handelsblatt "uno de los principios del estado de derecho es la aplicación de la ley” y “no puede parecer que haya lugares donde esto no ocurre". También el presidente germano, Frank-Walter Steinmeier, ha señalado que en Alemania “el odio no tiene que tener vía libre en ninguna parte”.

La tradición de minimizar a la extrema derecha

Ante estas reacciones, el presidente de Sajonia, el cristianodemócrata Michael Kretzmann, debía sentirse señalado. Tal vez por eso prometía luchar con todos los medios ante unos radicales que han hecho un uso "perturbador y de mal gusto" de la muerte de Daniel. "No son los ciudadanos de Chemnitz, no son los sajones, son los extremistas, contra los que lucharemos con todos los medios", decía el martes un Kretzmann que gobierna en gran coalición con los socialdemócratas sajones.

Eric Linhart, profesor de ciencia política de la Universidad Técnica de Chemnitz, observa con escepticismo las declaraciones de Kretzmann. “No estoy seguro de que ahora las cosas vayan a cambiar. Toda la presión que pueda recibir Kretzmann puede tener un efecto inverso. Aquí hay mucho orgullo de ser sajón, cuando se señala desde fuera un problema, se suele responder que ese problema no es más grande aquí que en otras partes del país”, dice a EL ESPAÑOL Linhart.

Según apunta su colega Hertwig, el sociólogo, “en Sajonia el problema de la ultraderecha siempre se ha minimizado, siempre se ha negado que sea un problema típico de aquí”. Kurt Biedenkopf, el popular cristianodemócrata que presidiera Sajonia en los primeros doce años del Land tras la reunificación alemana, “dijo aquello de que 'la población sajona ha probado ser completamente inmune a las tentaciones de la extrema derecha'”, recuerda Linhart. “Es un sinsentido, pero da lugar a que se piense que los sajones son inmunes al extremismo de derechas, y esto es algo que sigue pensando mucha gente aquí”, concluye el politólogo.