Bruselas

El prestigio y la popularidad de que goza en Bruselas la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño, sufrirán su primera prueba de fuego con la presentación de los Presupuestos para 2019, cuyo techo de gasto empieza a discutirse los próximos días. Sus antiguos jefes en la Comisión Europea reclaman a Calviño un ajuste permanente de 7.500 millones de euros el año que viene (el 0,65% del PIB) para seguir reduciendo el déficit. Una exigencia que a priori choca con el aumento del gasto social que propugna el nuevo Gobierno socialista y su principal socio en la moción de censura, Podemos

Una década después del estallido de la Gran Recesión, España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor déficit público (el 3,1%) y el único sujeto a vigilancia reforzada de Bruselas por descontrol presupuestario, tras la salida de Francia del procedimiento sancionador por déficit excesivo. La deuda pública se situará en el 97,6% a finales de año, muy lejos del límite del 60% que fija el Pacto de Estabilidad.

De momento, a la Comisión le ha tranquilizado la promesa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de no cambiar los Presupuestos de 2018 de Mariano Rajoy. Unos Presupuestos a los que sin embargo ha dado sólo un aprobado raspado: los considera demasiado "expansivos" debido a medidas como la subida de las pensiones o los salarios de los funcionarios. Y aunque permitirán reducir el déficit por debajo del umbral del 3%, no respetan el objetivo exigido por la UE. El desfase este año se disparará hasta el 2,7%, cinco décimas más que el 2,2% comprometido.

Así es Calviño Santamaría, la nueva ministra de Economía del PSOE

"Los próximos Presupuestos de 2019 son importantes para nosotros", explica a EL ESPAÑOL un alto funcionario de la Comisión que ha trabajado con Calviño durante su etapa en Bruselas. Serán las primeras cuentas en las que España tenga ya un déficit inferior al 3% y por tanto pasará al denominado "brazo preventivo" del Pacto de Estabilidad. Eso significa que la UE ya no pondrá el foco en el cumplimiento del objetivo nominal, sino en el esfuerzo estructural de ajuste. 

"A partir de ahora vamos a analizar la calidad del gasto y eso para Nadia no será fácil. Realizar un esfuerzo estructural del 0,65% es complicado, la administración española no sabe hacer eso. Y reducir el déficit estructural significa realmente recortar y racionalizar. Se puede cumplir recortando de forma permanente o reorganizando el Estado para que haya gastos que desaparezcan", explica el alto funcionario. Ya no servirá fiarlo todo al crecimiento o tomar medidas improvisadas y puntuales como ha hecho a menudo el Gobierno de Rajoy.

Calviño, que coordinará toda la política económica del Gobierno, dispone de apenas cuatro meses para poner en marcha estos cambios. Tiene que enviar a Bruselas los Presupuestos de 2019 antes del 15 de octubre. Y sólo cuenta con el apoyo de 85 diputados del PSOE. Ciudadanos, que intentó ficharla para gobernadora del Banco de España, se ha ofrecido a pactar las cuentas si Sánchez convoca elecciones en menos de un año. En el otro extremo, Podemos quiere que pida más tiempo a la UE para cumplir el déficit. 

La nueva ministra de Economía se juega su credibilidad en este ejercicio, porque serán sus antiguos jefes en el Ejecutivo comunitario los que examinen sus cuentas. "¿Que dirá el colegio de comisarios, todos esos comisarios que tan buena consideración tienen de ella, sobre los Presupuestos de Nadia Calviño? Va a ser complicado para ella", apuntan las fuentes consultadas. 

Más peso en la reforma del euro

Calviño cuenta con la ventaja de su experiencia en la elaboración del presupuesto plurianual de la UE para el periodo 2021-2027. Un proceso en el que también ha tenido que conciliar los intereses contradictorios de los 27 países miembros. Ella misma equiparaba su trabajo a "intentar la cuadratura del círculo"según dijo en una entrevista reciente a EL ESPAÑOL cuando era directora general de Presupuestos de la Comisión. También le servirá su profundo conocimiento de las reglas europeas y su red de conexiones en Bruselas y en las capitales.

La popularidad de Calviño en Bruselas podría traducirse además en un aumento del peso de España en la UE, en debates como el de la reforma de la eurozona, en los que el Gobierno de Rajoy se ha mantenido en segundo plano. "La situación en Italia, el Gobierno proeuropeo de Sánchez y el conocimiento que tiene Nadia de los temas y las redes hacen que la posición de España pueda reforzarse y ser más escuchada", resaltan las fuentes consultadas.

La ministra de Economía podría incluso ejercer de mediadora entre la ambición de Francia y el inmovilismo de Alemania en la reforma de la eurozona. Ya le tocó ese papel cuando era directora general adjunta de Mercado Interior y Servicios Financieros, durante los peores años de la crisis, y "debía ayudar a los franceses y los alemanes a encontrar acuerdos" sobre regulación bancaria.

"Tanto Berlín como París van a intentar acercarse a ella para tenerla de aliada. Eso la sitúa en una posición bastante interesante en el juego", augura el alto funcionario. Los líderes europeos se han comprometido a adoptar una hoja de ruta en la cumbre de finales de junio, pero las discrepancias entre Alemania y Francia dificultan cualquier acuerdo.