Bruselas

Cuando se le pregunta si le frustran las tácticas de Londres, el negociador de la UE para el brexit, el francés Michel Barnier, se apresura a enseñar en su despacho una taza personalizada que lleva grabado el lema Keep calm and negotiate, una adaptación del famoso póster producido por el Gobierno británico al inicio de la Segunda Guerra Mundial. "Desde el primer día sé que esta negociación es extraordinaria, única y compleja. No tengo ninguna frustración y voy a seguir la misma línea: no habrá emociones, sino hechos, cifras y bases legales", asegura. Una declaración de principios que confirma apuntalando a menudo sus explicaciones con datos y gráficos en papel de todo tipo, como el de la escalera.

Barnier resalta que su prioridad es conducir el diálogo con Londres sobre el divorcio y las relaciones futuras hasta el final. Y se niega a comentar las noticias que le sitúan como cabeza de lista del PP europeo para las elecciones a la Eurocámara en mayo de 2019 y por tanto como candidato a suceder a Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión. "Es cierto que me siento capaz de hacer varias cosas a la vez y es lo que estoy haciendo ahora: brexit, brexit y brexit. No me dejaré perturbar por otras consideraciones", zanja sin aclarar nada sobre sus ambiciones futuras.

En una entrevista con EL ESPAÑOL y otros cinco medios europeos -La Reppublica, Süddeustsche Zeitung, Ouest-France, Le Soir y la agencia eslovena STA-, el negociador de la UE hace balance del estado del brexit. Unas negociaciones que se encuentran "exactamente a mitad de camino": hace un año que la primera ministra británica, Theresa May, envió la carta pidiendo la separación y dentro de doce meses -el 30 de marzo de 2019- Reino Unido estará ya fuera de la Unión Europea. Bruselas y Londres se han puesto ya de acuerdo en el 75% del texto del Tratado de divorcio y también sobre la transición. Un pacto que ha incomodado al Gobierno español porque Londres da por hecho que incluye a Gibraltar. El mensaje de Barnier es tranquilizador: la UE será solidaria con España.

Para el miércoles de la semana que viene se ha programado una nueva ronda de negociaciones en la que se discutirán en paralelo dos cuestiones. En primer lugar, los temas del divorcio que todavía no se han resuelto: en particular, el sistema de resolución de disputas, en el que Bruselas quiere que el Tribunal de Justicia de Luxemburgo juegue un papel central; y sobre todo el mecanismo para evitar una 'frontera dura' en Irlanda del Norte. "No hay que subestimar la dificultad de estas dos cuestiones. Como siempre en una negociación, lo que queda para el final, lo que no se ha resuelto, es lo más complicado", avisa Barnier. Su objetivo es concretar nuevos avances en junio y cerrar el Tratado en octubre.

Al mismo tiempo, Bruselas y Londres empezarán a definir cómo serán sus relaciones futuras después del brexit. El único modelo que garantiza un comercio "sin fricciones" es el de Noruega: que Reino Unido siga en el mercado único y la unión aduanera, explica el negociador europeo. Es el peldaño más alto en el gráfico de la escalera. Eso resolvería también el problema de Irlanda del Norte. Pero con las líneas rojas que ha marcado Theresa May -acabar con la libre circulación de europeos y recuperar la soberanía en materia comercial- la única opción disponible es un acuerdo de libre comercio como los que la UE ha firmado con Canadá, Corea del Sur o Japón: el escalón más bajo.

"Pero hay un punto importante en nuestro estado de ánimo, que ha sido reafirmado por los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete. Si los británicos modifican sus líneas rojas, nosotros cambiaremos recíprocamente nuestra posición. Y estamos dispuestos a hacerlo. Dicho de otro modo. Una escalera puede bajarse, pero puede volver a subirse también", alega Barnier.

¿Usted cree que el Gobierno británico va a cambiar de posición en estos meses que quedan?

No es lo que oigo a día de hoy, pero todo es posible. Lo que escucho del Gobierno británico es que no quieren reconsiderar la libertad de circulación ni su autonomía comercial. Pero nosotros estamos abiertos, no somos dogmáticos. Lo que no es negociable es la integridad del mercado único, la indivisibilidad de las cuatro libertades (libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas), la autonomía de decisión de los 27. Pero siempre que los británicos respeten el equilibrio de derechos y obligaciones de cada modelo de cooperación, todo es posible.

Si los británicos modifican sus líneas rojas, nosotros cambiaremos también nuestra posición. Y estamos dispuestos a hacerlo

¿Hasta cuándo tienen de tiempo para cambiar de rumbo y decidir por ejemplo quedarse en la unión aduanera?

Lo lógico en esta negociación es que las cosas queden fijadas en octubre. Porque en octubre, además del Tratado sobre la retirada ordenada de Reino Unido de la UE, queremos aprobar una declaración precisa sobre cómo será la relación futura. Lo ideal sería que todo el mundo tenga las ideas claras y definitivas en ese momento. Porque después habrá poco tiempo -entre octubre de 2018 y diciembre de 2020, cuando termina la transición- para concluir y traducir jurídicamente la relación futura en uno o varios acuerdos internacionales. Esperamos que el Gobierno británico en esa declaración en octubre fije su línea definitiva.

¿Pero jurídicamente todavía pueden cambiar de idea y por ejemplo cancelar el brexit?

Jurídicamente, y es un punto importante, desde el envío de la carta de Theresa May hace un año, cualquier cambio en el proceso que ha desencadenado esa misiva ya no puede ser unilateral. Hasta la carta se trataba de una cuestión unilateral: podían enviarla o no. La carta llegó y desde ese día el proceso es colectivo. Cualquier cambio sólo puede decidirse mediante un acuerdo a 27 más 1 (la UE y Reino Unido). Es decir, es necesario que los 27 acepten cualquier cambio de la línea de la negociación.

¿Qué piensa usted?

No me gusta mucho especular en general y no voy a especular políticamente sobre esto. Lo único que puedo decir es que hemos sido muchos en la UE, y yo el primero, los que hemos lamentado el voto del brexit. Lo lamentamos, lo respetamos porque fue democrático y lo ponemos en práctica conforme a la decisión del Gobierno británico. Ese es mi trabajo. Cualquier cambio en este proceso entre hoy y el 30 de marzo de 2019 debe decidirse por 27 más 1.

¿Qué ocurriría si el parlamento británico no ratifica el Tratado de salida?

Que no habría acuerdo. Pero no me imagino que vaya a pasar eso. Si no hay ratificación, eso significará que hay un problema político del lado británico. Y estaremos en una situación nueva que debe evaluar el Consejo a 27 de forma unánime, que es el que decide. Pero para reconsiderar la salida de la Unión, el plazo tope es el momento de la ratificación.

El día en que se publicó el primer borrador acordado del Tratado de divorcio, el negociador británico, David Davis, presumió de que Gibraltar quedará cubierto por la transición. ¿Se ha quejado el Gobierno español ante usted por esto?

Yo soy el representante de España en esta negociación, igual que de los otros 26 países. Y España ha dado su conformidad a las conclusiones del Consejo Europeo de marzo, que son extremadamente claras. Así que no tenemos ninguna dificultad con el Gobierno español. El señor Davis puede explicar lo que quiera, pero yo sé lo que hay en este acuerdo. Gibraltar sale de la Unión al mismo tiempo que Reino Unido. Y los 27, de forma unánime, han dado a España una palanca de solidaridad. Avisan de que este periodo de transición no se aplicará a Gibraltar si no hay previamente un acuerdo bilateral entre España y Reino Unido sobre ciertas cuestiones bilaterales referidas a Gibraltar. Y esa palanca está ahí y los británicos lo saben bien. Y esa palanca se está utilizando actualmente, puesto que hay una discusión, que según me dicen es concreta y bastante constructiva, entre los británicos y los españoles sobre varios puntos en materia de fiscalidad, medio ambiente o la gestión del aeropuerto de Gibraltar. Las discusiones avanzan. Y creo que la palanca de solidaridad que le hemos dado a España será eficaz.

La UE ha dado a España una palanca sobre Gibraltar y los británicos lo saben

El ministro Dastis ha dicho que quiere llegar a un acuerdo con Londres en octubre. ¿Teme usted que Gibraltar sea una de los cuestiones que bloquee la negociación del brexit en el último minuto teniendo en cuenta que es un problema que viene de lejos?

Trabajo mucho con Alfonso Dastis y con todo el equipo del presidente Rajoy y confío en ellos. Cuentan con esta palanca, que es una palanca de solidaridad unánime de los otros 26 Estados miembros. Los británicos lo han entendido bien y por eso las discusiones están en marcha. Como el señor Dastis ha dicho, la discusión avanza y espero que tendremos este acuerdo en octubre como muy tarde.

¿Considera que las peticiones que Madrid ha presentado a Londres sobre Gibraltar -uso compartido del aeropuerto, más transparencia fiscal, lucha contra el contrabando y defensa del medio ambiente- son razonables?

Mi respuesta es que sí. Por eso confiamos en el Gobierno español. Quiero recordar que yo negocio en nombre de los 27, entre ellos de España. Y pienso que los británicos han entendido que les interesa llegar a un acuerdo concreto con España sobre esos cuatro temas.

¿Qué ocurre con Gibraltar si ese acuerdo no llega?

Será el Consejo Europeo el que tenga que evaluar la situación, pero normalmente la transición no se aplicaría a Gibraltar. En ese caso, Gibraltar saldría sin transición. Pero yo no me sitúo en esa hipótesis. Mi escenario es que, gracias a esta palanca, habrá un acuerdo entre Reino Unido y España. Espero que sea así y sería positivo.

Si no hay acuerdo entre España y Reino Unido, Gibraltar saldría de la UE sin transición. Pero yo no me sitúo en esa hipótesis. 

En el tema de la frontera con Irlanda, la solución parece imposible a menos que una de las partes renuncie a sus postulados esenciales. O se cuestiona la integridad de Reino Unido o se rompe la integridad del mercado único. ¿O hay más alternativas?

Primero un hecho objetivo. Quien crea el problema y el riesgo objetivo en Irlanda es el brexit, la decisión adoptada por Reino Unido de abandonar la UE, y también el mercado único y la unión aduanera, lo que no es obligatorio. El Gobierno británico ha reconocido este hecho objetivo. Lo que está claro es que hay que preservar el Acuerdo de Paz del Viernes Santo, del que se cumplen ahora 20 años, y la cooperación norte-sur. La solución de último recurso que nosotros hemos elaborado respeta el orden constitucional británico. Es una solución específica para una situación única que excepcionalmente integraría a Irlanda del Norte en nuestra unión aduanera.

Lo que crea una frontera entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido...

No, no estoy de acuerdo con eso. Conduce a un cierto número de controles como los que ya existen a día de hoy. Hoy en Belfast ya hay controles para determinados tipos de mercancías que vienen del resto de Reino Unido hacia Irlanda del Norte, controles de seguridad alimentaria y fitosanitarios. Nuestra solución es técnica, operativa, práctica. No hay ideología ni política, no tocamos el orden constitucional británico, lo respetamos escrupulosamente.

Nosotros hemos puesto sobre la mesa una solución operativa para Irlanda que respeta el Acuerdo de Paz del Viernes Santo. De momento, yo no veo ninguna otra

Si Reino Unido viene con una solución mejor, la sustituiremos. Pero para que haya un acuerdo en octubre sobre una retirada ordenada es imprescindible una solución operativa para Irlanda que respete el Acuerdo del Viernes Santo y el mercado único. Y nosotros hemos puesto esta solución sobre la mesa. De momento, yo no veo ninguna otra. Y la señora May ha aceptado discutir sobre ella. 

En materia de pesca, ¿cuáles son las líneas rojas de la UE frente a los británicos en la relación futura?

Es una cuestión que afecta a muchos pescadores en Irlanda, España, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca o Suecia. Hay un doble interés recíproco. Nosotros utilizamos mucho las aguas territoriales británicas. Y los británicos exportan el 60% de sus productos transformados de la pesca al mercado único. Así que vamos a buscar un acuerdo equilibrado entre nuestro acceso a las aguas territoriales británicas y su acceso a nuestros mercados.

Hasta ahora, los partidarios del brexit no han demostrado cuáles son los beneficios de la salida, su valor añadido.

¿Cuál cree usted que será el impacto del brexit en las elecciones europeas de 2019? 

Reino Unido habrá salido de las instituciones y ya no participará en las decisiones en ese momento. Habrá un statu quo económico hasta el mes de diciembre de 2020 (gracias a la transición), que da tiempo a la administración y las empresas británicas para prepararse. Y estará bastante claro lo que significa estar fuera y lo que significa estar dentro de la UE, cuáles son las ventajas y los beneficios de estar en la Unión o fuera, lo que puede ser útil en el debate. Hasta ahora, los partidarios del brexit no han demostrado cuáles son los beneficios de la salida. Quizá eso cambiará de aquí a un año, pero de momento no consigo ver el valor añadido.