Berlín

El perdedor del año”. En virtud de las decepciones encajadas en 2017 por su Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), a Martin Schulz le ponían esa etiqueta la mayoría de los alemanes consultados a finales de diciembre por el instituto de estudios de opinión Kantar Enmid.

El domingo, Schulz podía haber hecho méritos para ganar de nuevo ese 'título' político este año. Su futuro dependía del resultado del congreso de su partido celebrado en Bonn (oeste germano). Allí, 362 de los 642 delegados del SPD se pronunciaban a favor del preacuerdo de gobierno alcanzado hace dos viernes por Schulz, Angela Merkel y Horst Seehofer, líderes de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) respectivamente.

Una negativa de los delegados hubiera obligado a Schulz a dimitir. El líder del SPD puede ahora respirar tranquilo, al menos de momento. La decisión de los delegados del partido significa avanzar en las negociaciones con la CDU/CSU para acordar y redactar un 'contrato de Gobierno'. Esto supone un importante balón de oxígeno para Schulz y el resto de favorables a la reedición de otra Große Koalition en Alemania.

La votación del domingo sirve para que el SPD pueda, como mínimo, “sondear lo que se puede mejorar en la vida de la gente, el país y Europa”, decía Schulz en su intervención ante los representantes de su partido. Algo más de 3.000 personas – delegados, invitados y medios de comunicación – se dieron cita en Bonn. Por lo que se jugaba Schulz el domingo, ese discurso era “probablemente el más importante de su vida”, según el diario de centro-izquierda Süddeutsche Zeitung.

En cualquier caso, a la vista está que el documento acordado entre la CDU/CSU y el SPD no ha sido recibido con un apoyo unánime en las filas socialdemócratas. Muy poco tardaron en sumarse nuevos disidentes a las primeras voces que se manifestaban en contra de repetir una gran coalición liderada por Merkel.

Por ejemplo, las direcciones regionales del SPD en la ciudad-estado de Berlín y en el Land de Sajonia-Anhalt, a las que pertenecían 29 de los delegados reunidos en Bonn, votaron días atrás en contra de una alianza con la CDU/CSU. Se ha formado en el SPD un coro contrario a la reedición de una nueva alianza gubernamental con la CDU. Estas críticas resultan imposibles de ignorar.

La capacidad de liderazgo de Martin Schulz sigue en entredicho. “Schulz está muy debilitado políticamente si se comprara con su situación de hace un año [cuando llegó a la dirección del SPD, ndlr.]. Esto ya quedó claro tras la derrota de las elecciones de septiembre”, comenta a EL ESPAÑOL Julian Zuber, investigador de la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín. Alude Zuber al 20,5% cosechado por el SPD en las últimas elecciones generales, el peor resultado de la historia de los socialdemócratas.

Que Schulz se pronunciara con vehemencia sobre su voluntad de hacer de su partido la principal fuerza de la oposición tras aquellos comicios tampoco ayudó al líder de los socialdemócratas. Al fracasar Angela Merkel en su tentativa de formar una coalición Jamaica, el SPD tuvo que volver a plantearse formar otra Gran Coalición, un horizonte que ahora parece estar cada vez más cerca.

“Schulz tomó la buena decisión, la de negociar, tras fracasar las negociaciones para formar una coalición Jamaica. Lo desafortunado fue cómo se manifestó tras las elecciones. Fue demasiado radical y ahora ha tenido que hacer un giro de 180 grados”, dice a EL ESPAÑOL Stefan Marschall, politólogo de la Universidad de Düsseldorf.

Fruto de ese cambio de dirección es un preacuerdo con la CDU/CSU que no acaba de convencer. “El preacuerdo, es justamente eso, algo acordado, ninguna de las partes ha podido introducir todo aquello que deseaba”, indica Marschall. “Martin Schulz, dijo que el resultado era 'fabuloso', y eso tal vez fue demasiado”, añade.

A su entender, en el preacuerdo existen una cantidad importante de asuntos en los que el SPD ha logrado imponer soluciones. Pero al documento le faltan “temas simbólicos”.

En busca del sello socialdemócrata

En 2013, el SPD y la CDU/CSU lograron sacar adelante la instauración del salario mínimo, una relevante medida defendida por los socialdemócratas. Una legislatura más tarde, y tras haber perdido socialdemócratas y conservadores millones de votos, el preacuerdo de Gobierno que ahora está sobre la mesa carece de medidas estrella con el sello del SPD.

De ahí que Schulz y el resto de integrantes de la dirección del SPD estén obligados a mejorar los términos del documento que les vincula a la CDU/CSU. En último término, son los 440.000 integrantes del partido los que den el 'sí' definitivo a la Gran Coalición. Pero “en el acuerdo de Gobierno tiene que haber algo más, algo que haga posible pensar que al SPD se le puede votar después de otros cuatro años en el Gobierno”, señala Zuber.

En este sentido, sigue siendo importante acabar con las desigualdades del sistema sanitario, del mercado de trabajo y conseguir una regulación de la reunificación familiar “más humana” entre los refugiados, sostienen en el SPD. En estos temas, los socialdemócratas se han hecho la promesa de ser duros próximamente, cuando haya que negociar.

Merkel, satisfecha

Por su parte, Angela Merkel y los democristianos pueden darse por satisfechos. La decisión de los delegados del SPD acerca un poco más a la todavía canciller en funciones a la renovación de su mandato como jefa del Gobierno teutón. “El camino a las negociaciones para formar una coalición está libre”, decía el domingo la lideresa de la CDU al darse a conocer el resultado del congreso de los socialdemócratas en Bonn. Merkel entiende que el preacuerdo es un “marco” en el que negociar, con mayor concreción, las prioridades de otra Große Koalition.

Paralelamente, los estudios de intención de voto plantean un futuro poco alentador para el partido de Schulz. Un sondeo del instituto de estudios de opinión Forsa publicado la semana pasada atribuía al SPD una intención de voto del 18%. En el semanario Bild am Sonntag se leían el domingo datos de otra encuesta reciente, elaborada por el instituto Enmid, según la cual el 59% de los alemanes pensaba que la reedición de una gran coalición traería consecuencias negativas para los socialdemócratas. Sólo uno de cada cuatro interrogados veía potencial para la mejora del partido de Schulz con la reedición de una Große Koalition.

Crisis existencial del SPD

El SPD no está en una posición fácil”, constata Zuber. Gobernar con Merkel parece no ser la fórmula para evitar con seguridad una mayor caída de su número de electores. “La CDU nos quiere exprimir”, decía al respecto uno de los militantes socialdemócratas entrevistados estos días en la prensa alemana.

Schulz y el resto de partidarios de las negociaciones no confían en que unas eventuales nuevas elecciones puedan ser una solución. Tal vez dar la mano a Merkel sea la única ayuda que le queda ahora mismo al SPD para seguir siendo decisivo en la política alemana y europea. Pero aliarse a la CDU/CSU no resuelve divisiones internas ni lo que Marshall considera una severa crisis.

El SPD, como el resto de partidos de centro-izquierda de toda Europa, atraviesa una crisis existencial”, plantea el politólogo de la Universidad de Düsseldorf. Él alude, entre otras cosas, a las dificultades electorales y programáticas que vienen experimentando los partidos de centro-izquierda en el 'viejo continente'. “Decidir si se va o no a formar una alianza con la CDU no es algo que resuelva esos problemas de identidad”, concluye Marshall.