Cracovia

Cada mañana, el hombre más poderoso de Polonia deja su casa situada en el centro de Varsovia, donde vive solo, y es conducido por un chófer hasta su oficina. El pequeño chalet, de diseño anodino y fachada gris, está rodeado por un jardín un tanto descuidado y solo destaca de entre el resto de casas por el grupo de agentes de seguridad que lo custodian día y noche. El edificio da la impresión de necesitar alguna reforma y está formado por dos bloques cuadrados ligeramente asimétricos.

Jaroslaw Kaczynski, fundador y líder del partido que gobierna en Polonia, el PiS (Ley y Justicia), ha vivido en esta casa durante las últimas décadas en compañía de su madre Jadwiga, hasta que ésta murió hace unos cinco años.

Desde entonces, solo sus dos gatos y alguna visita familiar comparten la intimidad de un hombre que prefiere el correo postal al electrónico, las entrevistas personales a los intermediarios, y la comida casera que le traen de un bar cercano a cualquier restaurante de lujo.

El mobiliario en su casa es práctico, espartano y un tanto anticuado. Jaroslaw Kaczynski abrió su primera cuenta bancaria en 2009 y hasta entonces compartía una con su madre, a la que adoraba (cuando murió su hermano gemelo Lech en el accidente de Smolensko, Jaroslaw le ocultó la terrible noticia durante semanas recurriendo a todo tipo de trucos). Todo es modesto y contenido en el entorno personal de Kaczynski. Siempre viste de negro. No bebe, no fuma y es un ferviente católico que asegura que “sin Radio María no habría podido ganar las elecciones”.

Bajo el lema “Polonia es lo más importante”, Kaczynski ganó los comicios de 2015 con un programa basado en ideales más que en una ideología. Al frente del gobierno quedó Beata Szydlo, que según todos los indicios está a punto de ser relevada de su cargo, pero nadie duda que quien sujeta las riendas del poder es este abogado de 68 años al que sus enemigos tachan de populista, reaccionario y ultra nacionalista, y al que sus seguidores consideran un ejemplo de integridad, conciencia social y valores morales, además de un verdadero patriota.

Desde que Donald Tusk dejó el gobierno para presidir el Consejo Europeo, y para desesperación de la oposición, Jaroslaw Kaczynsi es una de las pocas figuras políticas con verdadero carisma que hay en Polonia.

Por el momento, el país mantiene la buena racha económica que dura ya una década, su peso como potencia regional ha crecido últimamente, y programas sociales como el 500+ (una bonificación de 500 zlotys, unos 120 euros, a las familias con dos o más hijos) hacen que el apoyo social al Gobierno sea muy alto en ciertos sectores.

Por otro lado, las controvertidas medidas que limitan la independencia del Poder Judicial, las restricciones al aborto, la cuestionada reforma educativa, la negativa a acoger refugiados o la tala del bosque milenario de Bialowieza, empañan la imagen de un gobierno que es visto desde fuera como carca, poco democrático y demasiado cercano a la Iglesia. Más que gobernar un país, el PiS está ejecutando un programa ideológico que tiene como objetivo crear la nación perfecta para familias católicas, tradicionales y cien por cien polacas.

Paraíso católico

En una imponente ceremonia celebrada este año en Cracovia, Jesucristo fue nombrado “Rey de Polonia” en un acto al que acudió el Presidente Andrzej Duda. Y fuera de las fronteras de este reino, según Kaczynski, son muchos los enemigos. Rusia, que todavía no ha aclarado las circunstancias del accidente aéreo de Smolensko, donde toda la plana mayor del Gobierno polaco murió (incluido su hermano Lech); Alemania, que trata de imponer su hegemonía en la Unión Europea y debería resarcir a Polonia por la Segunda Guerra Mundial; Francia, apodada por la prensa oficialista como el “califato de Europa”, y cuyo presidente “debería meterse en sus propios asuntos”, según la jefa del Gobierno Szydlo.

Bajo la batuta de Kaczynski, Polonia se ha convertido en el cabecilla de los países descontentos y centrífugos de la Unión Europea, como Hungría y la República Checa, que se niegan a acoger refugiados por razones de seguridad e higiénicas (“pueden traer enfermedades a las que ellos son inmunes pero nosotros no”, dijo hace poco Kaczynski). Orban, Babis y Kaczynski forman el grupo disidente de países que de vez en cuando amenaza con sacudirse el “yugo de Bruselas” y plantear un “Polexit” o un “Brexit del Este”.

Precisamente la Unión Europea es, según muchos analistas, la razón que va a provocar cambios en el ejecutivo polaco. La actitud de Beata Szydlo en la arena europea, sus desencuentros con Macron y algunos pasos en falso como destituir a la directora del Instituto Polaco en Berlín por “incluir demasiado contenido judío” en su programación, o citar Auschwitz como “una lección que demuestra que hay que hacer lo que sea para defender a la gente de mis ciudadanos”, en una alusión velada al rechazo a acoger inmigrantes, parecen haber decepcionado a Kaczynski, más partidario de reservar las acciones fulminantes y las declaraciones virulentas para la política doméstica.

En un principio se barajó la posibilidad de que fuera el propio líder de Ley y Justicia quien se sentase de nuevo en la silla de Primer Ministro. No sería la primera vez: entre julio de 2006 y noviembre de 2007 ocupó ese puesto, cuando su hermano Lech, Presidente de la nación, le puso al frente del ejecutivo. Fue la primera vez en una democracia occidental en que dos hermanos ocupaban los principales cargos políticos de un país.

Problemas de salud en secreto

Sin embargo, se sabe que Kaczysnski sufre problemas de salud que ha mantenido en secreto y entre otras cosas debería someterse a una operación de rodilla que le podría mantener postrado durante semanas, lo que podría ser un problema para ejercer como premier del Gobierno. Sea o no esa la razón, lo cierto es que finalmente ha sido elegido el viceprimer ministro y Ministro de Economía Mateusz Morawiecki, de quien se espera que mejore las relaciones con la UE y sea capaz de recabar fondos de Bruselas que ayuden a amortiguar la desaceleración económica que se ve venir a medio plazo.

A Kaczynski, que no habla ningún idioma extranjero y solo ha viajado fuera del país una vez por vacaciones –a Odessa, con su madre-, le conviene a pesar de todo mantener buenas relaciones con Europa, entre otras razones porque es el país que más se beneficia de las ayudas económicas de la UE. Si las amenazas europeas de activar el artículo 7 se concretan (la llamada “opción nuclear”), Varsovia podría perder privilegios como el derecho a voto en la Comisión Europea y ayudas estructurales de hasta 100.000 millones de euros.

Es poco probable que la política interior de Kaczynski vaya a cambiar mucho. Cualquier cambio en el ejecutivo, aunque se trate de un nuevo Primer Ministro, no tendrá una importancia determinante en la política doméstica y será él líder del PiS quien seguirá ostentando el poder fáctico.

Jaroslaw Kaczynski Reuters

Nadie le 'tose'

La autoridad y capacidad de control que se le atribuye -y, según dicen, el miedo que inspira en sus subordinados- son tales, que sus decisiones nunca serán discutidas por erráticas o injustificables que parezcan. En los últimos tiempos se está formando alrededor de Kaczynski una especie de culto personal que le ensalza como ejemplo y víctima de la trágica historia polaca en el siglo XX (la pérdida de su hermano en un lugar tan simbólico como Smolensko, su pasado como cabecilla del sindicato Solidaridad). En la Universidad de Varsovia se ofrecerá el año que viene un curso llamado “La sociología de Jaroslaw Kaczynski”, con un currículo que incluye menciones a “la visión del mundo” y “el alto apoyo social” del líder polaco.

No lejos de la Facultad de Sociología, a Jaroslaw Kaczynski le esperarán al final de la jornada sus dos gatos, a los que le gusta acariciar mientras ve la televisión hasta las tres de la mañana. Sus programas favoritos, dijo en una entrevista, son los rodeos de cowboys norteamericanos que encuentra en los canales por satélite. Le fascina, afirma, ver cómo un hombre puede dominar la enorme fuerza de un toro y controlarlo. En esta imagen algunos comentaristas políticos han querido ver la esencia del líder polaco: carácter felino y fuerza bovina.

Cuando hace unos días la prensa sorprendió al líder del PiS ensimismado en la lectura de un libro de razas felinas en plena sesión parlamentaria, él se lo tomó con humor y puso el libro en subasta, destinando los beneficios a la beneficencia. Y esta reacción tal vez defina mejor a Jaroslaw Kaczynski: un hombre enigmático que vive en su mundo y al que no preocupan las apariencias, capaz de caer en situaciones embarazosas para después justificarse con un gesto de cara a la galería. Y después volver ejerciendo el poder desde la sombra.

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