Bruselas

Las negociaciones del brexit se han saltado ya su primera fecha límite. En octubre debía pasarse a la segunda fase: el diálogo sobre las relaciones futuras entre la Unión Europea y Reino Unido y el periodo transitorio de dos años que ha pedido la primera ministra, Theresa May. En su lugar, los líderes de los 27 constatarán en la cumbre que celebran la semana que viene que no hay "progresos suficientes" para un divorcio ordenado y aplazarán esta segunda etapa al menos hasta diciembre.

Las conversaciones de separación han desembocado en un callejón sin salida, según se ha podido constatar en la quinta ronda, que ha concluido este jueves sin ningún avance. Los todavía cónyuges se culpan mutuamente del atasco. Para el negociador europeo, Michel Barnier, el bloqueo se debe a la negativa de Londres a pagar la factura de salida de 100.000 millones de euros. Su homólogo británico, David Davis, atribuye el impás a la falta de flexibilidad de la UE por no querer hablar aún del futuro pacto de libre comercio.

Bruselas sostiene que para que el brexit se salde con acuerdo es necesario abordar los problemas en el orden adecuado. Primero, los temas del divorcio: los derechos de los ciudadanos, la factura de salida y la frontera con Irlanda. Sólo cuando estas cuestiones se resuelvan podrá hablarse de las relaciones futuras. Mezclar ambas cosas genera confusión y desconfianza, alega Barnier.

Londres replica que es imposible separar ambas cuestiones. No se puede calcular el saldo financiero que Reino Unido debe a sus socios ni concretar la "frontera invisible" entre Irlanda e Irlanda del norte sin al menos tener alguna pista de cómo será el futuro acuerdo de libre comercio entre británicos y europeos.

A la espera de que se resuelva esta divergencia fundamental, la cuenta atrás hacia el brexit avanza de forma imparable. Han pasado ya seis meses desde que May activó la cláusula de separación, el artículo 50 del Tratado, que fija un plazo máximo de dos años. Pero en la práctica ya sólo quedan 12 meses: el resto del tiempo hasta el 29 de marzo de 2019 se necesita para la ratificación parlamentaria del acuerdo de divorcio.

Y a medida que corre el tiempo, aumenta el riesgo de una separación no pactada, de un brexit caótico: problemas de abastecimiento en Reino Unido, perturbaciones muy graves en el tráfico aéreo en los aeropuertos de Londres, colas en el puerto de Dover por la reintroducción de controles aduaneros o incluso la suspensión de la circulación de materiales nucleares en territorio británico.

Los negociadores del 'brexit', David Davis y Michel Barnier

Un gran número de bancos y empresas con sede en Londres han empezado ya a mudarse al continente. No quieren perder las ventajas del mercado único y la unión aduanera. Otras compañías se dan de plazo hasta principios de 2018: si para entonces no se ha despejado la relación futura con la UE, se marcharán también. "No oculto que para dar certidumbre necesitamos hablar sobre el futuro", ha dicho Davis este jueves. Anuncia que May pedirá la semana que viene a los 27 que, pese a la falta de progresos suficientes, flexibilicen el mandato de Barnier y le permitan empezar a discutir el nuevo acuerdo comercial.

Prepararse para lo peor

El negociador europeo todavía cree que hay tiempo para encarrilar el diálogo de aquí a diciembre. "Con voluntad política, está a nuestro alcance lograr progresos decisivos en los próximos dos meses", ha dicho Barnier. También Davis, como en todas las rondas anteriores, ha puesto todo el énfasis en los escasos acuerdos conseguidos hasta ahora y trata de mostrarse positivo.

En contraste, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ya no esconde su pesimismo y avisa de que las negociaciones del brexit se asoman ya a un punto de no retorno, al abismo de un divorcio desordenado. "Estamos negociando de buena fe, y aún esperamos que sea posible lograr 'progresos suficientes' de aquí a diciembre. Sin embargo, si resulta que las conversaciones continúan a un ritmo lento y que no se han logrado 'progresos suficientes', entonces, junto con nuestros amigos de Reino Unido, tendremos que pensar en hacia dónde nos dirigimos", ha dicho Tusk esta semana.

¿Se están preparando ya Reino Unido y la UE para este escenario de brexit caótico? "Un no acuerdo sería un muy mal acuerdo. Pero seamos claros: por nuestra parte esteremos preparados para cualquier eventualidad", ha respondido el negociador de la UE. "Nuestro objetivo sigue siendo un acuerdo bueno y mutuamente beneficioso. Es tan simple como eso. Si eso no es posible, el Gobierno tiene que estar preparado para todas las alternativas", sostiene Davis.

"Es la obligación de un Gobierno responsable planificar todos los escenarios y es lo que estamos haciendo. Y cuando se necesite gastar dinero, se gastará. Ya hemos dedicado 250 millones de libras (278 millones de euros) a financiar preparativos en diferentes departamentos", ha explicado el negociador británico.

Pero también sobre esta cuestión, el Gobierno de May está profundamente dividido entre los partidarios de un brexit suave y los que quieren una ruptura radical con la UE. El ministro de Finanzas, Philip Hammond, que pertenece al primer bando, rechaza desbloquear ya grandes cantidades de dinero para financiar planes de contingencia. A su juicio, hay que esperar hasta el último momento. Sus colegas de gabinete más euroescépticos le acusan de restar credibilidad a la posición negociadora británica.

La propia May se ha visto obligada a intervenir para zanjar la disputa entre sus ministros. "Cuando necesite gastarse dinero, se gastará", dijo este miércoles la primera ministra.

Los conflictos dentro de su gabinete son tan graves, que May ya no es capaz ni de responder a las preguntas más básicas. ¿Qué votaría si hoy se celebrara un segundo referéndum sobre el brexit? La primera ministra británica, que hizo campaña (aunque tibia) por quedarse en la UE en la consulta del 23 de junio de 2016, ha causado polémica por negarse a contestar hasta en cuatro ocasiones en las últimas horas. "No hay segundo referéndum", alega.

El mismo interrogante se le ha planteado este jueves al jefe de la oposición, Jeremy Corbyn. "No va a haber otro referéndum, así que es una pregunta hipotética. Pero sí, votaría quedarme porque creo que la mejor opción era quedarse. No he cambiado de opinión sobre eso", ha dicho Corbyn.