Bruselas

A las 7:58 de la mañana del 22 de marzo de 2016, dos kamikazes se hicieron estallar en el hall de entrada del aeropuerto de Zaventem con sus maletas cargadas de explosivos. Algo más de una hora después, a las 9:11, otro terrorista suicida atacó la estación de metro de Maelbeek, en pleno corazón del barrio europeo de Bruselas. Un total de 32 personas (sin contar a los kamikazes) murieron en los atentados y 340 resultaron heridas. Las víctimas procedían de 22 países diferentes.

Se cumple un año del atentado en Bélgica

Los terroristas, pertenecientes al autodenominado Estado Islámico, formaban parte de la misma célula que el 13 de noviembre de 2015 había matado a 130 personas en París. De hecho, los atentados se produjeron cuatro días después de la detención en Bruselas de Salah Abdeslam, el único terrorista superviviente del 13-N. El barrio bruselense de Molenbeek, de mayoría musulmana, se convirtió en centro de atención mundial por ser el lugar de origen de parte de los atacantes.

Bélgica conmemora este miércoles el primer aniversario de los ataques todavía en estado de alerta. La ceremonia -en la que han participado los reyes Felipe y Matilda y el primer ministro Charles Michel- ha comenzado en el aeropuerto con un minuto de silencio coincidiendo con el momento de la doble explosión y una ofrenda floral. La comitiva se ha trasladado después a la estación de Maelbeek y ha inaugurado una estatua conmemorativa en memoria de las víctimas en el barrio europeo.

"Estos ataques terroristas abyectos han golpeado el corazón mismo de Europa, en Bélgica, en Bruselas, en esta ciudad políglota, multinacional, en la que nos gusta vivir juntos, en armonía", ha dicho el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. "Pero los terroristas han fracasado, porque nosotros hemos respondido al odio y a la violencia con nuestro compromiso de defender la democracia y la coexistencia pacífica en la diversidad", ha señalado en una declaración.

El rey Felipe deposita una ofrenda floral en el aeropuerto de Bruselas Didier Lebrun/Reuters

El nivel de alerta

Un año después del 22-M, Bélgica se mantiene en el nivel 3 de alerta terrorista (de una escala de 4), lo que significa que existe una amenaza grave y verosímil de atentados, según el órgano responsable de realizar las evaluaciones de riesgo (OCAM). Un total de 1.100 militares siguen desplegados de forma permanente en patrullas móviles por las calles y el metro de las principales ciudades del país, así como en los aeropuertos, para apoyar a la policía. 

Servicios de transporte, hospitales y centros comerciales han reforzado los controles de seguridad, con más escáneres y cámaras de vigilancia. El Gobierno belga ha aumentado en 400 millones de euros la partida presupuestaria dedica a los servicios de policía, justicia e información. Y ha aprobado un arsenal de medidas antiterroristas, entre ellas poner fin a la prohibición de las redadas nocturnas. Pero dos de sus iniciativas no han prosperado: la imposición de brazaletes electrónicos a las personas radicalizadas y la ampliación de 24 a 72 horas del plazo de detención preventiva policial.

Los autores

Transcurridos doce meses, no ha trascendido apenas nada del resultado de las investigaciones policiales y judiciales sobre quién organizó y cómo el 22-M. En estos momentos hay seis detenidos por su participación en los ataques de Bruselas y otras tres personas en libertad con cargos, según ha informado la fiscalía. Los nueve están acusados de asesinatos e intentos de asesinatos en un contexto terrorista y de participación en las actividades de un grupo terrorista, como autores, coautores o cómplices.

Entre ellos se encuentra Mohamed Abrini, el conocido como 'hombre del sombrero', que estaba junto a los kamikazes del aeropuerto pero se marchó sin hacer detonar su maleta. Abrini, que creció en Molenbeek, fue visto en una gasolinera de las afueras de París con Salah Abdeslam dos días antes de los ataques contra la capital gala.

También sigue detenido el yihadista sueco Osama Krayem, el segundo terrorista del metro, que según los investigadores iba a hacerse estallar posiblemente en la estación de Schuman, la que lleva a las instituciones de la UE, pero que finalmente se volvió a casa y tiró los explosivos por el inodoro.

En el aeropuerto de Zaventem se inmolaron Najim Laachraoui, considerado el artificiero que fabricó los explosivos de París y Bruselas, e Ibrahim El Bakraoui. El hermano de éste, Khalid El Bakraoui, fue el kamikaze del metro.

Las fuerzas de seguridad de Bélgica tuvieron múltiples oportunidades de identificar y detener a los terroristas antes de los ataques de París y Bruselas y las dejaron pasar todas, según un informe confidencial del Parlamento belga sobre los fallos de seguridad que ha sido publicado por el Wall Street Journal.

Molenbeek

"Vamos a limpiar Molenbeek", proclamó el ministro del Interior belga, Jan Jambon, tras los atentados de París. Su plan consistía en enviar a 300 policías adicionales a este barrio bruselense y destinar un presupuesto extra de 39 millones de euros con el fin de detectar a posibles yihadistas. En el último año, ningún joven de Molenbeek ha viajado a Siria para unirse a las filas del Estado Islámico, de acuerdo con un informe de la policía belga al que ha accedido De Morgen.

El trabajo de las fuerzas de seguridad ha permitido elaborar una lista de 72 sospechosos de terrorismo. De ellos, 26 residen en Siria o Irak en estos momentos. De los 46 que se encuentran en Bélgica (porque han vuelto, porque nunca lograron llegar a las zonas de combate o posibles candidatos a la yihad), hay 20 en prisión. Al resto se les controla de forma estrecha. Pero sólo 5 de ellos participan activamente en un programa de desradicalización, según el informe.

La policía sostiene además que un total de 51 organizaciones no gubernamentales que trabajan en Molenbeek tienen algún vínculo con el terrorismo o el radicalismo. Varias ONGs han criticado este enfoque únicamente represivo. Se quejan del acoso y de la brutalidad de las intervenciones policiales en el barrio.

Las víctimas

Un año después de los ataques, las víctimas han denunciado que se sienten olvidadas y abandonadas por las autoridades belgas. Sólo una pequeña parte han cobrado la indemnización que les corresponde. Las aseguradoras han pagado únicamente el 18% de los 75,8 millones de euros para las víctimas de Zaventem y el 8% de los 42,9 millones del metro de Bruselas. Los afectados tienen que seguir procedimientos kafkianos para acceder al dinero. 

"Hemos sido víctimas dos veces (...) Ha sido como si tuviéramos que arrodillarnos para recibir la compensación mínima para ser capaces de continuar", ha declarado a la agencia AFP Philippe Vansteenkiste, cuya hermana murió en Zaventem. Ante el alud de críticas recibidas en las últimas semanas, el Gobierno de Charles Michel ha presionado a las aseguradoras y acaba de alcanzar un acuerdo para acelerar los pagos. En total, hay 1.361 víctimas reconocidas de los atentados del 22-M.

El impacto económico

El Banco de Bélgica ha estimado el impacto de los atentados del 22 de marzo en al menos el 0,2% del PIB. La Federación de Empresas de Bélgica eleva esta cifra y calcula que el perjuicio económico sufrido por el conjunto de la economía belga asciende a cerca de 2.400 millones de euros, el 0,57% del PIB. "Nuestra economía se ha recuperado rápidamente", ha estimado el ministro de Economía, Kris Peeters.

El turismo, el transporte aéreo, la industria del espectáculo y bares y restaurantes son los sectores más afectados. El aeropuerto de Zaventem, que estuvo 12 días cerrado, perdió tres millones de pasajeros como consecuencia de los ataques, que le han supuesto un coste de 90 millones de euros. La confianza empezó a recuperarse a finales del año pasado y se consolida en este principio de 2017. Por su parte, la aerolínea de bandera belga, Brussels Airlines, estima el impacto de los atentados en más de 100 millones de euros. Pero pese a ello logró el año pasado un beneficio neto de 15 millones.