Berlín

“Quiero que el Partido Socialdemócrata de Alemania [SPD, ndlr.] sea el partido más fuerte del Parlamento tras las próximas elecciones generales. Quiero ser el canciller de Alemania”. Con esas palabras cerraba Martin Schulz el domingo su discurso en el congreso extraordinario celebrado en Berlín con el que fue investido nuevo presidente de los socialdemócratas germanos y en el que fue nombrado oficialmente aspirante a canciller de su partido para las próximas elecciones generales. Esa cita con las urnas está prevista para el 24 de septiembre.

Schulz emerge del Congreso del SPD como paladín de la socialdemocracia en Europa

Schulz terminaba de hablar al tiempo que estallaban aplausos y vítores de un público entregado. Votaron a favor de su elección como presidente del SPD 605 de los 608 delegados que participaron en la elección. Hubo tres papeletas nulas. El 100% de los votos válidos fueron a su favor. Nunca antes un presidente del SPD resultó elegido con semejante apoyo. Tampoco hubo votos en contra para nombrarlo oficialmente aspirante del SPD a canciller.

Los socialdemócratas alemanes, incluidos muchos de los cerca de 3.000 delegados y militantes que asistieron al nombramiento oficial de Schulz en el Treptow Arena, un antiguo espacio de talleres industriales convertidos en salas multiusos del sureste de la capital germana, llevaban mucho tiempo sin creer en una victoria de uno de los suyos en unas elecciones generales. Con Martin Schulz, sin embargo, la situación ha cambiado.

Las encuestas de intención de voto prevén, de momento, unos resultados igualados en los comicios. Algunos sondeos ya han situado al SPD como partido más votado y también se han registrado encuestas en las que los interrogados prefieren mayoritariamente ver a Schulz en lugar de Merkel al frente del Ejecutivo. En consecuencia, el SPD parece en inmejorables condiciones para disputar el poder a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) que lidera Merkel. Ésta anhela conseguir otros cuatro años al frente del Ejecutivo germano.

“Ahora estamos echando un pulso. Con el nombramiento de Martin Schulz, tanto dentro del partido como en la sociedad en general, la situación ha cambiado”, dice a EL ESPAÑOL Manfred, uno de los delegados llegado de Essen (centro germano) que votó por Schulz el domingo. Christian, otro de los participantes en esa votación, no puede estar más de acuerdo. “El ambiente político que se respira en Alemania es ahora más tenso. Antes sólo parecía que podría ser canciller Angela Merkel, la única pregunta era cómo iba a gobernar Merkel, con Los Verdes o con lo socialdemócratas”, asegura a este periódico este joven de Mannheim (suroeste germano).

OTROS SOCIALISTAS, AJENOS A LA LUCHA POR EL PODER

La situación del SPD es ciertamente excepcional en Europa. Los partidos de centro-izquierda, ya sean socialistas, laboristas o socialdemócratas están lejos de conocer sus mejores días. El pasado miércoles, por ejemplo, el Partido Laborista (PvdA), la formación de los socialdemócrtas holandeses, registró una derrota histórica en las elecciones generales neerlandesas.

El PvdA apenas se hizo con un 5,7% de los votos, un 19% menos que en los comicios de 2012. De los 38 escaños cosechados entonces, el PvdA ha pasado a sumar nueve. Media docena de partidos, incluidos el Partido Popular para la Libertad y la Democracia del primer ministro Mark Rutte o el Partido por la Libertad del populista Geert Wilders, consiguieron más votos que el PvdA.

De cara a las próximas elecciones presidenciales de Francia, que junto con los comicios generales de Alemania constituyen una de las citas electorales más importantes de este año en el 'Viejo Continente', al aspirante socialista, Benoît Hamon, los sondeos le atribuyen algo más de un 12% de los votos. De celebrarse el domingo la primera vuelta, según las encuestas, Hamon sería el cuarto candidato más votado, por detrás de la populista Marine Le Pen, del centrista Emmanuel Macron y del conservador François Fillon.

Hamon, quien ha sido ministro del Ejecutivo socialista que lidera el impopular presidente saliente François Hollande, podría incluso quedar quinto en la primera vuelta de las presidenciales. El izquierdista Jean-Luc Mélenchon, tiene opciones de superarle, pues se le atribuye también un 12% de la intención de voto.

En Alemania, SPD y CDU se reparten a día de hoy un dos tercios del electorado a partes iguales, según las encuestas. De resultas, el país de Angela Merkel es el único entre las naciones importantes de Europa donde el centro-izquierda tiene opciones de acceder próximamente al poder. Jasmina, delegada del SPD del Land Baden-Wurtenberg (suroeste) que el domingo votó por Schulz, ve al otrora presidente del Parlamento Europeo con posibilidades de ganar frente a Merkel.

“La canciller lleva mucho tiempo en el poder y su política ha consistido en esperar y dejar que los problemas se resuelvan solos”, dice a EL ESPAÑOL esta militante del SPD originaria de Bosnia-Herzegovina. “La gestión de Merkel ha dejado mucha frustración en la sociedad, la gente está muy enfadada, han empezado a votar a formaciones populistas y Schulz puede representar una renovación”, señala Jasmina, aludiendo al partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD).

El ideario de esta formación tiene mucho que ver con la xenofobia de la que hacen gala el Frente Nacional en Francia o del PVV en Holanda. Sin embargo, las encuestas de intención de voto en Alemania no atribuyen, de momento, más de un 10% a AfD. En su discurso del domingo, Schulz tuvo palabras para los populistas. “AfD en Alemania al igual que el Frente Nacional en Francia tienen una retórica del siglo XX y todos sabemos donde llevó eso a nuestro país”, decía el líder socialdemócrata, aludiendo al III Reich y la Segunda Guerra Mundial. “Es momento de levantarse en defensa de la democracia”, proclamaba Schulz.

SCHULZ MARCA LA DIFERENCIA

Algo que diferencia las actuales aspiraciones del SPD respecto a la de otros partidos de centro-izquierda en Europa, más centrados en batallas de liderazgo como el PSOE en España, en no caer en la irrelevancia como el PS francés, o en su reconstrucción como el PvdA neerlandés, es el novedoso efecto que ha tenido la emergencia de Schulz.

“Los socialdemócratas alemanes tiene una nueva cara, Martin Schulz, y éste dice que quiere revertir algunas de las reformas, lo que se traduce en que quiere dar más dinero a los parados, una apuesta popular”, apunta a EL ESPAÑOL Judy Dempsey, analista en Berlín del Carnegie Europe, un prestigioso centro de estudios dedicado a Europa.

Kai-Olaf Lang, experto en cuestiones europeas del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas), recuerda en declaraciones a este periódico que, otro aspecto diferencial que permite entender la actual buena forma del SPD, es que este partido no se ha visto implicado en la puesta en marcha de políticas de austeridad en los últimos años.

“En Alemania no ha habido un Gobierno del SPD que haya aplicado una agenda de austeridad o de grandes medidas radicales frente a la crisis”, señala Lang. “Los socialdemócratas alemanes se han mantenido al margen de la ola de políticas de austeridad que han tenido que aplicarse en muchos países europeos en los últimos años”, abunda Dempsey. No puede decirse lo mismo del PSOE ni del Partido Socialista francés ni del PvdA, al que esta investigadora ve “castigado por haber participado en las políticas del Gobierno del primer ministro conservador Rutte”.

Pese a que el SPD también integra una gran coalición gubernamental con la CDU, los socialdemócratas, con Schulz al frente, no parecen en modo alguno lastrados por pertenecer al Ejecutivo. “Más justicia social sólo se logra con el SPD [en el Gobierno, ndlr.] porque con la CDU siempre tenemos que alcanzar compromisos”, exponía el domingo en el congreso extraordinario de Berlín Hannalore Kraft, vicepresidenta del SPD.

GIRO A LA IZQUIERDA

Schulz, por su parte, presentaba a sus militantes el domingo sus intenciones de elaborar un programa centrado en las inversiones en infraestructuras, en educación o en la consecución de la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Anteriormente ya había dejado claras sus intenciones de alargar el subsidio de desempleo y corregir así la llamada Agenda 2010, una serie de reformas y recortes sociales introducidos por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder con el apoyo de Merkel cuando ésta lideraba la oposición.

“Schulz es populista en su discurso, y el giro que ha dado el SPD a la izquierda con él busca ganarse de nuevo a la gente que se había alejado del SPD”, sostiene Dempsey. Desde que el líder socialdemócrata llegara desde Bruselas a la dirección del partido, a principios de año, el SPD ha ganado del orden un 10% en los sondeos de intención de voto, reconquistando electores de la formación izquierdista Die Linke y Los Verdes.

De momento, Schulz juega con cierta ventaja. Para Angela Merkel, que el pasado mes de noviembre presentaba su candidatura al que sería su cuarto mandato en la Cancillería Federal, “la campaña todavía no ha empezado realmente”, sostiene Dempsey. “Saber cómo se va a posicionar Merkel es una cuestión que todavía está abierta”, concluye esta investigadora.