Bruselas

Reino Unido tiene que pagar su ronda de copas aunque quiera irse del bar antes de hora. Esta es la gráfica metáfora a la que ha recurrido la Comisión Europea para justificar la abultada factura de 60.000 millones de euros que pretende presentar a Londres por el brexit. La disputa presupuestaria podría hacer descarrilar de forma temprana las negociaciones de divorcio, que está previsto que empiecen en marzo, ya que la primera ministra Theresa May quiere cortar de raíz sus aportaciones a la caja común europea.

"Es como ir a un pub con 27 amigos: pides una ronda de cerveza, pero entonces no puedes irte sin más mientras la fiesta continúa, antes tienes que abonar la ronda que has encargado", argumentaba hace unos días el portavoz del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas. Su jefe, Jean-Claude Juncker, presume de que la factura para Reino Unido será "muy alta". "Los ciudadanos británicos tienen que saber, lo saben ya, que (el brexit) no se hará con descuento ni a coste cero", ha dicho esta semana en un discurso en el parlamento belga.

"Cuando uno quiere salir de un club, lo normal es irse con las deudas pagadas. Reino Unido tiene que pagar lo que debe antes de marcharse, y creo que ellos lo entienden", resalta en conversación con EL ESPAÑOL el jefe de la delegación del PP en la Eurocámara, Esteban González Pons, que acaba de ser nombrado portavoz de los populares europeos para el brexit.

"En estos momentos, el debate está en si ese pago se negocia en paralelo al resto de asuntos o si, como quiere la Comisión, primero hay que pasar la factura y después seguimos negociando lo demás", explica González Pons. El primer ministro francés, Bernard Cazeneuve, se ha alineado con Bruselas y sostiene que Londres debe pagar antes de empezar a discutir sobre el futuro acuerdo comercial con la UE. Pero el eurodiputado del PP cree que todas estas cuestiones se abordarán simultáneamente porque los plazos del divorcio -dos años incluyendo las ratificaciones parlamentarias- son muy cortos.

¿De dónde sale la cifra?

Hasta ahora, la Comisión no ha dado ningún número oficial sobre el importe de la factura que debe Londres por sus rondas de cerveza en el pub. Pero el exembajador de Reino Unido ante la UE, Ivan Rogers, que dimitió repentinamente a principios de año acusando al Gobierno de May de "pensamiento confuso" sobre el brexit, ha desvelado en el Parlamento británico que la cantidad que reclama Bruselas es la de 60.000 millones de euros.

El primer ministro austríaco, Christian Kern, se ha convertido este jueves en el primer líder de la UE en confirmar la cifra. "La factura será de alrededor de 60.000 millones, eso es lo que la Comisión ha calculado y formará parte de las negociaciones", ha dicho en una entrevista a Bloomberg. "Habrá un largo debate sobre esta factura, porque 60.000 millones es una cantidad significativa de dinero", ha agregado.

¿Cómo se calcula esta cifra? Dos son los principales componentes de la cuenta, según un detallado informe (en pdf) elaborado por el think tank Centre for European Reform. En primer lugar, los compromisos financieros jurídicamente vinculantes que ha asumido Londres, pero que se pagarán después de su salida, prevista en 2019. Se trata por ejemplo de los fondos estructurales que la UE ya ha prometido a España o Polonia mientras Reino Unido era miembro, aunque se desembolsarán después del brexit.

Estos compromisos financieros se explican por la peculiar estructura del presupuesto de la UE, que no se acuerda anualmente sino para periodos de siete años (las denominadas 'perspectivas financieras', en jerga comunitaria). El presupuesto vigente, que se pactó en 2013 por unanimidad -es decir, con el voto a favor de Londres- cubre el periodo 2014-2020, pero los fondos pueden seguir gastándose hasta 2023. Además, la UE todavía arrastra compromisos de pago pendientes de presupuestos anteriores. Por este concepto, Reino Unido debe alrededor de 50.000 millones, según los cálculos de Bruselas.

El segundo componente de la factura son las pensiones de los eurofuncionarios, cuyo coste total (entre los ya jubilados y los que están trabajando ahora) asciende a 60.000 millones de euros. El Ejecutivo comunitario alega que May no tiene que pagar sólo las pensiones de los británicos, sino la cuota del total de la UE que le corresponde según su contribución a las arcas comunitarias (15%). Es decir, unos 10.000 millones de euros.

Esta factura de salida podría reducirse descontando la parte que le toca a Londres de las propiedades de la UE, que el Gobierno británico tiene intención de reclamar. Se trata de una cartera de edificios por valor de 8.700 millones de euros, entre ellos la antigua sede en Londres del Partido Conservador en época de Margaret Thatcher, que ahora utilizan la Comisión y la Eurocámara. La UE posee además un amplio catálogo de obras de arte y una bodega con 42.000 botellas de vino. También habrá que repartir las botellas que han sobrado de la fiesta con el que se fue antes de hora.

Choque de trenes

Si la Comisión se sale con la suya y coloca la factura de salida como primer tema de las negociaciones de divorcio -para lo que necesitará el apoyo de los 27- el choque de trenes con Londres será casi inevitable. En su discurso sobre el brexit de enero, May prometió que "los días en los que Reino Unido realiza grandes contribuciones a la Unión Europea cada año van a acabar". Y su libro blanco sobre la salida ni siquiera menciona la cuestión de las deudas pendientes.

Es más, los partidarios del brexit sostuvieron durante la campaña del referéndum -aunque luego se han desdicho- que la salida de la UE permitiría ahorrar 350 millones de libras (440 millones de euros) por semana, que se dedicarían a sanidad. Las negociaciones más acaloradas entre los líderes europeos en Bruselas son siempre las que tienen que ver con el dinero y los presupuestos. Las cumbres sobre las perspectivas financieras suelen prolongarse durante la madrugada y la fumata blanca no llega hasta primera hora del día siguiente. 

Es previsible que los 27 hagan frente común contra Londres también en la cuestión de la factura de salida. Si Reino Unido provoca un agujero en el presupuesto de la UE, o bien los países contribuyentes netos, como Alemania u Holanda, tendrán que pagar más, o bien los receptores, como Polonia o España, acabarán perdiendo ayudas europeas. A todos les conviene exigir a los británicos que abonen los 60.000 millones.

González Pons le resta importancia a este probable conflicto y cree que habrá cuestiones más polémicas en las conversaciones de divorcio. "No creo que el pago de las cantidades debidas por Reino Unido vaya a ser el mayor escollo en la negociación. De hecho, me consta que los británicos aceptan que van a tener que pagar algún tipo de factura", asegura a este periódico el eurodiputado del PP.

"Creo que va a ser mucho más compleja la negociación sobre los derechos de los continentales en Reino Unido y de los británicos en el continente y desde luego infinitamente más compleja la negociación sobre el posible tratado de libre comercio que más adelante tenga que unir a Londres con la UE", sostiene González Pons. A su juicio, será imposible resolver todas estas cuestiones en dos años y se necesitará un periodo transitorio después del brexit.

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