Bruselas

El auge del populismo sigue provocando nuevos incendios que amenazan la supervivencia de la Unión Europea. El último episodio, la caída del primer ministro italiano Matteo Renzi, tras perder el referéndum sobre la reforma constitucional. Una dimisión de la que se han congratulado los euroescépticos del Movimiento Cinco Estrellas y de la Liga Norte y que agrava la inestabilidad en Italia y Europa. Los dirigentes comunitarios han tratado este lunes de abrir un cortafuegos con el fin de frenar el contagio italiano y evitar un rebrote de la crisis del euro.

La estrategia de la UE pasa por apuntarse la derrota de los populistas en Austria (donde el candidato verde, Alexander Van der Bellen, ha ganado las elecciones presidenciales frente al ultraderechista Norbert Hofer) y desentenderse de la derrota de Renzi. "El referéndum constitucional versaba sobre la organización interna italiana y no sobre las relaciones entre Italia y la UE", ha sostenido el presidente de la Eurocámara, el socialista alemán Martin Schulz.

La consigna se ha extendido como la pólvora y ha sido repetida por el portavoz del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y por todos los ministros de Finanzas de la zona euro que participaban en la reunión del Eurogrupo este lunes. Si Renzi ha perdido el referéndum no es por las políticas de austeridad promovidas por la UE tras la crisis financiera, sino por los errores del propio primer ministro, han repetido al unísono. "Este ha sido un referéndum sobre una reforma constitucional en Italia. No tiene ninguna relación con la situación de la zona euro ni de la UE", decía el ministro Luis de Guindos.

Frente al intento de minimizar el impacto del 'no' de Italia, los dirigentes comunitarios se han felicitado por la derrota de la extrema derecha en Austria. Alegan que Europa sí ha ocupado un papel central en la campaña de las presidenciales austriacas y por ello la victoria del candidato ecologista representa un punto de inflexión en la lucha contra el populismo. "Muestra que el populismo en Europa no es una fatalidad, que la extrema derecha no es irresistible y que en el corazón y en el espíritu de los europeos hay una resistencia al populismo, un rechazo a las tesis antieuropeas", ha proclamado el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.

Pese a la estrategia de contención de daños de los líderes de la UE, la internacional de los populistas se ha apropiado de la victoria del 'no' en Italia. Tanto la presidenta del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, como el eurodiputado del UKIP Nigel Farage se han apresurado a acudir a las redes sociales para felicitarse por la caída de Renzi. "Me parece que esta votación es más sobre el euro que sobre el cambio constitucional", ha escrito Farage en su cuenta de Twitter. "Nada es imposible", ha dicho el líder del ultra Partido por la Libertad holandés, Geert Wilders.

¿Estabilidad o eurocrisis?

"Los populistas de toda Europa van a interpretar esto como una victoria y se sentirán envalentonados", explica a EL ESPAÑOL el analista del Centre for European Reform, Luigi Scazzieri. "Pero lo más probable es que Italia conserve la estabilidad y que se forme un Gobierno en cuestión de semanas", agrega.

El peor escenario para la UE sería una repetición de lo ocurrido en otoño de 2011, cuando la parálisis del Gobierno de Silvio Berlusconi, sumada a la crisis griega y los problemas en España, estuvo a punto de destruir la moneda única. Finalmente, Berlusconi cayó y fue sustituido por el tecnócrata Mario Monti, que contaba con la bendición de Bruselas. La inestabilidad provocada por la dimisión de Renzi y la debilidad de la banca italiana podría reactivar esta fase apocalíptica de la crisis, según avisaba la semana pasada la prensa anglosajona.

Por eso, el Eurogrupo se ha esforzado en dar garantías de que no hay motivos para nuevas turbulencias en la eurozona. "Hasta ahora, los mercados han reaccionado con bastante calma. Todavía es pronto para decirlo, pero si esta es la situación del mercado, no parece requerir pasos urgentes", ha dicho su presidente, Jeroen Dijsselbloem. "El resultado del referéndum no cambia la situación de la economía italiana o de sus bancos. Los problemas que tenemos hoy son los mismos que teníamos ayer y que todavía deben resolverse", ha agregado.

Para Moscovici, Italia tiene instrumentos suficientes para combatir en solitario un agravamiento de la situación de sus bancos. Y añade que "en Europa tenemos los medios necesarios para resistir a cualquier tipo de shock político". Pero más allá de las declaraciones de intenciones, el Eurogrupo no está dispuesto a poner en marcha un estímulo económico para consolidar la frágil recuperación. Los ministros de Economía han tumbado este lunes la petición que Bruselas había dirigido a Alemania y Holanda para que aumentaran en 50.000 millones de euros el gasto público en 2017.

"Es improbable que el interés de la deuda italiana suba demasiado porque el Banco Central Europeo está listo para intervenir. Los bancos podrían necesitar algún tipo de ayuda en unos meses, pero también es posible que si la situación política se estabiliza puedan captar el capital que requieren. E incluso si necesitan ayudas públicas, el impacto sería limitado", señala el analista del Centre for European Reform.

"La verdad es que el futuro de la UE no depende de Italia, sino de las elecciones en Francia y Alemania el año que viene", sentencia Scazzieri.