Un hombre atacó indiscriminadamente con un hacha a los viajeros de un tren regional cerca de la ciudad bávara de Wurzburgo el lunes por la noche (aunque inicialmente las autoridades lo identificaron como un joven afgano refugiado de 17 años, ahora los investigadores dudan que diera su procedencia y edad correctamente al solicitar el asilo hace dos años en Alemania).

En un vídeo distribuido por la agencia de noticias afín al grupo terrorista al que la Fiscalía alemana da credibilidad, el agresor se identifica como Mohamed Riad, declarando su lealtad a EI antes de cometer el ataque en el que hirió gravemente a tres personas. En él se autodefine como “soldado del califato”, empleando la jerga pseudoestatal habitual en el grupo terrorista. 

La agencia citó a “una fuente de seguridad” al afirmar que el joven -que murió abatido por la policía- "ejecutó su operación en respuesta a los llamamientos de atacar a los países de la coalición que combate contra Estado Islámico". El texto resulta calcado a la reivindicación de la matanza de Niza, cuando el EI afirmó a través de la agencia que "uno de los soldados del Estado Islámico ejecutó la operación (...) en respuesta a los llamamientos de atacar a los ciudadanos de los países que integran la coalición internacional que combate contra EI" en Irak y Siria.

Francia ha tenido una intervención pública más sonada en la lucha contra el grupo terrorista en Oriente Medio, con el envío de su portaaviones Charles de Gaulle a la zona o la retórica más belicista del primer ministro Manuel Valls hablando claramente de guerra tras los atentados de París el 13 de noviembre.

En el caso de Alemania, Angela Merkel ha mostrado un tono muy distinto en su enfoque de la política exterior, permitiendo la acogida masiva de demandantes de asilo (más de un millón según cifras oficiales) de tal forma que se mezclaron los elogios por su humanidad con las críticas por la falta inicial de filtros.

Tras el ataque del tren ni siquiera ha hecho declaraciones al respecto. Pero Berlín también participa desde enero con aviones de combate en Siria e Irak, los principales países donde Estado Islámico busca su expansión (ahora menguante).

“Combatientes” o “soldados” de EI, así define el grupo terrorista en sus reivindicaciones a los terroristas solitarios como estos últimos o el de Orlando, por citar los últimos ejemplos. En el caso de la matanza de San Bernardino (California) en diciembre del año pasado, la pareja asesina también clamó su lealtad al grupo terrorista, que sin embargo en aquella ocasión no se adjudicó la autoría, sino que habló de “partidarios”. 

A pesar de que los atentados perpetrados por individuos puedan dar la sensación de crear una nueva dinámica terrorista de lobos solitarios por la inspiración de Estado Islámico -como reconocía la propia reivindicación del ataque en Niza el EI- en el mundo occidental, uno de los máximos referentes en la investigación sobre terrorismo en España lo niega.

“Mucho se está hablando de un cambio en la estrategia de Estado Islámico respecto a los países del mundo occidental, cuando en realidad no es así. Basta seguir los principales órganos de propaganda de la organización yihadista y trazar sus actividades en Europa Occidental, Norteamérica o Australia para constatar que es así”, comenta Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano en Madrid y catedrático adjunto de Estudios de Seguridad en la Universidad de Georgetown, Washington D.C.

La actuación mortífera de individuos inspirados por Estado Islámico puede suceder en cualquier país

El experto indica que “desde hace dos años, fuera de los territorios que controla en Oriente Medio, la amenaza terrorista que Estado Islámico supone para Occidente se manifiesta básicamente de dos maneras: mediante atentados planificados desde el núcleo central de la organización yihadista y ejecutados por células o redes entre las que suele haber individuos que han estado en Siria o Irak; por otra parte, instigando la ejecución de atentados (...) por parte de simpatizantes que no puedan unirse a las filas de Estado Islámico en Siria, Irak o Libia”.

Los atentados de París o los de Bruselas, precipitados por los avances en la investigación son ejemplo de lo primero. Como ejemplos del segundo caso, Reinares señala el tiroteo en el Parlamento de Canadá en Ottawa en octubre de 2014, el ataque en febrero de 2015 en Copenhague contra un artista sueco que publicó caricaturas del profeta Mohamed o, más recientemente, los ya citados San Bernardino, Orlando, “muy probablemente Niza y también un tren que circulaba cerca de la localidad alemana de Wurzburgo”. También existen ataques frustrados de individuos, como el que la policía australiana paró a tiempo al arrestar a un joven de 18 años que planeaba matar con una pistola en Sidney.

La estrategia de EI no ha variado, pues, en este tiempo. “Desde el otoño de 2014, actúan con medios muy diversos y poco convencionales, desde cuchillos hasta vehículos, pero en ocasiones tan letales como los actos de terrorismo ideados y planificados desde el mando de operaciones externas de Estado Islámico”, admite Reinares. “Nada indica que vayan a producirse variaciones en esta estrategia terrorista”.

“Aunque cabe pensar que los atentados ideados y planificados desde el directorio de Estado Islámico tenderán a designar como blanco aquellos países que más contribuyen a impedir que el proclamado califato persista y se extienda, la actuación mortífera de individuos únicamente inspirados por los llamamientos de la organización yihadista puede tener lugar en cualquier país donde residan”, añade.

En España, una tercera parte de los 124 detenidos desde 2013 por actividades directa o indirectamente relacionadas con Estado Islámico pertenecían a células, grupos o redes con voluntad de atentar en nuestro país, según un reciente informe del Real Instituto Elcano recogido por EL ESPAÑOL.

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