La marejada revolucionaria en Nepal ha arrastrado hasta la orilla de la jefatura del Gobierno a la jurista Sushila Karki (Shankarpur, 72 años). La expresidenta del Tribunal Supremo juró el cargo durante una breve ceremonia celebrada este viernes en la residencia presidencial de Shital Niwas, cuya fachada ardió parcialmente durante las protestas multitudinarias que sacudieron la capital, Katmandú.
Karki es la primera mujer que lidera la nación himalaya, como también fue la primera mujer en presidir la máxima instancia judicial de Nepal. Encabezará un Gobierno de transición llamado a restaurar la normalidad en un país de 30 millones de personas que atraviesa una de sus mayores crisis.
El presidente Ramchandra Paudel ofició su nombramiento mediante los cauces constitucionales. Su designación ha venido precedido de tres largas e intensas noches de negociaciones entre el jefe del estamento militar, el general Ashok Raj Sigdel, y los representantes del movimiento juvenil que promovió las protestas.
A la espera de la disolución definitiva del Parlamento, la expresidenta del Supremo asume el compromiso de convocar elecciones legislativas en el plazo de seis meses.
El nombre de Karki había sonado con fuerza en las últimas horas. Era la opción favorita de los jóvenes manifestantes por su marcado perfil anticorrupción. El pasado miércoles, la expresidenta del Supremo superó en votos a otros candidatos, como el activista Harka Sampang o el político independiente Sagar Dakhal, para asumir la jefatura del Gobierno.
La votación de carácter informal tuvo lugar a través de una encuesta en la red social Discord. Otra de las opciones del sondeo online era "Random Nepali", es decir, un ciudadano nepalí aleatorio. Un detalle que refleja el estado de ánimo de los usuarios.
Muchos de ellos recordaban el intento de destitución que Karki sufrió en abril de 2017, cuando ocupaba la presidencia del Supremo. Los diputados de la coalición gobernante —disuelta ahora como consecuencia de las protestas— le acusaron entonces de interferir en la política de nombramientos del Ejecutivo.
Su impeachment, sin embargo, acabó siendo interpretado como un ataque frontal a la Justicia. Y es que, durante su corta etapa a la cabeza del Supremo, la Sala dictó un puñado de sentencias históricas en casos de corrupción que salpicaron a la corrupta clase política nepalí.
Por si había dudas sobre su candidatura en el seno del movimiento juvenil que lideró las protestas, su aparición el pasado miércoles en las calles de Katmandú, caminando como una manifestante más en mitad de las movilizaciones, terminó de despejarlas.
Según Ananda Mohan Bhattarai, también exmagistrada de la Corte Suprema, tanto Karki como su marido son "unos verdaderos gandhianos, no solo en ideología, sino también en estilo de vida".
El esposo de la primera ministra interina es Durga Subedi, un antiguo líder del Congreso Nepalí que participó en el secuestro de un avión de Royal Nepal Airlines en 1973 para financiar la lucha contra el sistema Panchayat, el régimen autoritario monárquico previo a la democracia.
El Congreso Nepalí es, sin embargo, uno de los dos partidos de la coalición de gobierno contra los que la juventud se ha rebelado.
El precio de la revolución
Karki ocupará el vacío de poder que dejó el ex primer ministro Khadga Prasad Sharma Oli. El veterano dirigente comunista abandonó el pasado martes su cargo tras la dimisión en cadena de varios ministros. ¿El motivo? La muerte de diecinueve personas a manos de las fuerzas de seguridad en el marco de las protestas.
El número de víctimas mortales ascendió este viernes hasta las 51 personas, según el recuento policial. Otras 1.300 resultaron heridas.
El miedo de Oli a sufrir el mismo trato que otros líderes políticos —perseguidos, vejados o apaleados— lo llevó a huir de su residencia oficial. Y es que los manifestantes, mayoritariamente veinteañeros en un país cuya edad media no supera los 25 años, prendieron fuego al palacio Singha Durbar, sede del Gobierno y del Parlamento.
La prohibición de las redes sociales prendió la mecha del estallido revolucionario. Las autoridades bloquearon el acceso a 26 plataformas, como WhatsApp, Instagram, Facebook, YouTube o Discord, que paradójicamente terminó de aupar a Karki hasta la jefatura del Gobierno.
Las protestas, sin embargo, pronto reflejaron un malestar más amplio. Un descontento relacionado con las dificultades económicas que sufre la mayor parte de la población. Los jóvenes también mostraron su rechazo hacia los nepo kids, los hijos de las élites políticas nepalíes, cuyo tren de vida, expuesto precisamente en redes sociales, contrasta —y mucho— con el de muchos de sus coetáneos.
