Este fin de semana, más de cien personas, entre ellas más de 80 niñas, fueron envenenadas en dos colegios femeninos en el norte de Afganistán. Este incidente ha generado un gran temor entre los padres, quienes ya se mostraban preocupados por enviar a sus hijas a la escuela tras el regreso de los talibanes al país en agosto de 2021. 

De acuerdo con los testimonios de padres y ancianos locales, los primeros casos aparecieron alrededor de las 8:00 de la mañana de este sábado, cuando dos estudiantes de la escuela Naswan-e-Kabod Aab comenzaron a experimentar convulsiones y dificultades para respirar. Aproximadamente 20 minutos más tarde, decenas de estudiantes comenzaron a mostrar síntomas similares y fueron trasladados a una clínica local.

El número de afectadas sigue aumentando, pero se calcula que un total de 89 niñas han resultado afectadas. Según explicó a los medios locales Umair Surpuli, director de Cultura e Información en la provincia, las víctimas tenían náuseas, problemas respiratorios y dolores de cabeza. Asimismo, señaló que muchos estudiantes y maestros perdieron el conocimiento al ingresar a las aulas. Todas las afectadas han sido trasladadas ya al hospital, y algunas han requerido ser conectadas a ventiladores, de acuerdo con los informes oficiales.

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Den Mohammad Nazari, portavoz de la policía de Sar-e-Pul, ha confirmado a los medios la magnitud del ataque. Sin embargo, no ha proporcionado más detalles sobre los posibles responsables del incidente ni sobre la sustancia utilizada. Por otro lado, Mohammad Rahmani, jefe del departamento provincial de Educación, ha mencionado en declaraciones a medios internacionales que las primeras investigaciones indican que se trataría de un acto de venganza, ya que alguien probablemente pagó a un tercero para ejecutar los ataques. Las fuerzas de seguridad e inteligencia continúan buscando a los responsables, según informan varios oficiales locales.

Todo esto se produce en un momento en que el nuevo liderazgo talibán ha estado intensificando la represión de los derechos de las mujeres. Hoy por hoy, se prohíbe a las niñas recibir educación más allá del sexto grado, siendo así imposible alcanzar niveles universitarios. Las mujeres también enfrentan restricciones para acceder a la mayoría de las oportunidades laborales, y no pueden ir a lugares públicos como gimnasios y parques sin un familiar masculino. Esta situación ha provocado un ambiente de animosidad hacia las niñas que expresan su deseo de acudir a la escuela.

Aunque no ha atribuido la responsabilidad a ningún grupo en particular, UNICEF Afganistán ha condenado los ataques ocurridos este fin de semana a través de Twitter: "Las escuelas deben ser refugios de seguridad donde los niños aprendan sin miedo. Las mujeres deben poder trabajar sin poner en peligro sus vidas. @UNICEFAfg cuenta con las autoridades de facto para investigar este incidente a fondo, para hacer todo lo posible para mantener a las niñas y mujeres seguras y protegidas, y si hay juego sucio, para responsabilizar a los perpetradores".

Se cree que es la primera vez que ocurre este tipo de agresión desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021 e intensificaron su represión de mujeres afganas. Sin embargo, este evento ha resultado demasiado familiar para muchas personas. 

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Durante más de una década, en Afganistán se han producido varios incidentes de envenenamientos en escuelas de niñas por todo el país. En 2012, alrededor de 300 niñas de escuelas en la provincia del norte de Takhar enfermaron. Un año después, en 2013, aproximadamente 200 alumnas experimentaron síntomas similares en Kabul, y en 2016, unas 600 niñas de escuelas en la provincia de Herat fueron víctimas de lo que las autoridades sospechaban que era una exposición a gas tóxico.

Por eso, a pesar de que las víctimas se encuentran en "buenas condiciones", según informes oficiales este lunes, el ataque ha provocado un temor generalizado entre numerosas familias en Afganistán.

Niñas en un colegio de Afganistán. EFE

"Todos estamos asustados y deberíamos estarlo porque la intoxicación de las estudiantes es grave", afirmó el padre de una profesora de la escuela que todavía se encuentra en el hospital experimentando síntomas fuertes, según informa el New York Times. "La gente quiere saber quién hizo esto para asegurarse de que no vuelva a ocurrir", agregó Haidari. "Si no, nadie enviará a su hija a la escuela".

Eso es exactamente lo que teme la activista afgana Fawzia Koofi, la primera mujer vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Afganistán, que recientemente formó parte de la delegación afgana que negoció la paz con los talibanes en Qatar. En un tuit publicado este lunes, Koofi expresó: "El envenenamiento de las dos escuelas en la provincia de Sal-Pur sienta un precedente para el cierre de escuelas primarias. Los talibanes afirman que están brindando seguridad, pero ¿quién se siente seguro en estos días en Afganistán? Quizás sólo las fuerzas talibanes. Las mujeres no se sienten ni seguras ni protegidas".